Desde el comienzo de la pandemia, se vio claro que Europa saldría mas perjudicada que los Estados Unidos económicamente hablando. Ahora, sin embargo, en plena fase de aplicación de las estrategias de recuperación, la brecha sigue ampliándose.
El descenso de la producción en Europa ha sido la doble que la que se ha dado en Estados Unidos, lo que quiere decir que el Viejo Continente genera menos empleos, menor demanda y menos inflación que su socio de la otra orilla del Atlántico.
Todas las previsiones indican que los Estados Unidos seguirán distanciándose de Europa a lo largo del 2021. Expertos consultados por el Financial Times apuntan a que los Estados Unidos habrán alcanzado sus previsiones de crecimiento previas a la Covid-19 el próximo año. Mientras tanto, Europa no podrá llegar (si es que llega nunca) hasta dentro de unos cuantos años más.
Fondos dedicados a la recuperación: un impacto más de tres veces superior en Estados Unidos que en Europa
Las razones que explican esta brecha cada vez mayor entre el viejo y el nuevo mundo son diversas, pero incluyen como factores clave la rapidez de la vacunación masiva, el dinero puesto sobre la mesa para implementar los planes de recuperación económica, y la mayor regulación empresarial a que deben someterse los actores económicos europeos.
El gobierno de los Estados Unidos aprobó la semana pasada un plan de recuperación particularmente ambicioso de prácticamente 2 billones de dólares que se espera que genere incentivos del orden del 11% o 12% de su PIB por 2021. En cambio, todos los planes combinados de las economías europeas (a nivel nacional más el famoso fondo europeo de recuperación) sólo podrían generar el equivalente al 6% del PIB total del bloque.
El plan de Washington permitiría compensar por sí solo 3 veces la producción perdida a causa de la pandemia en Estados Unidos, mientras que las ayudas combinadas de los países europeos y de la UE se quedarían en tan sólo el 70% del descenso de la producción económica en el Viejo Continente.
Rapidez de las vacunaciones: no hay color
En términos de vacunación, Europa también se queda atrás, muy atrás. El presidente estadounidense Joe Biden ha anunciado que a partir del 1 de mayo, todos los adultos serán elegibles para ser vacunados. Su objetivo es que el 4 de julio, fiesta de la independencia, se pueda volver a una vida más o menos normal.
Mientras tanto, Europa parece incapaz de cumplir con su objetivo, ya de entrada menos ambicioso, de vacunar al 70% de su población en el mes de septiembre. No sólo eso, sino que además están emergente cada vez más dudas sobre la pertinencia de una de las vacunas más utilizadas en Europa, la de AstraZeneca.
Mientras numerosos estados norteamericanos, como Florida o Texas, están retirando la mayor parte de las restricciones por Covid-19, en numerosos países europeos se han impuesto de nuevo medidas altamente restrictivas (Italia, Alemania) o aparecen opciones serias de reconfinamiento (como en la región de París en Francia).
Últimos incluso entre los rezagados
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, ha mostrado su inquietud porque los estímulos fiscales europeos aún no se notan en la economía. Asimismo, ya se habla de retirar las ayudas excepcionales desplegadas durante la primera ola de la pandemia, como por los ERTO.
Tampoco se ha puesto sobre la mesa una propuesta para incrementar sensiblemente el ritmo de vacunaciones: los países europeos son impotentes porque ninguna de las vacunas ha sido inventada ni es fabricada por una empresa de un país miembro de la UE.
La Reserva Federal de Estados Unidos se prepara para mejorar las previsiones de crecimiento del país. Todo ello no hace más que acentuar una desconexión que ya se notó con fuerza en diciembre pasado: en 2020, la economía estadounidense retrocedió un 3,5%. La economía europea lo hizo en un 6,6%. Y España perdió un espantoso 11%.
No se trata ya de que España se quede atrás respecto a otros países europeos como Alemania, sino que además, incluso los mejores alumnos del Viejo Continente se encuentran muy por detrás de la capacidad de los Estados Unidos. Dicho de otro modo, somos los últimos incluso dentro del grupo de los rezagados.