¿Es el momento del despertar del Gigante Asiático?

En un momento de gran incertidumbre económica, en la que las grandes potencias se ven sumidas en una profunda crisis debido a la pandemia del coronavirus, podría ser el momento del despertar del Gigante Asiático. En la República Popular de China la industria y la actividad económica está volviendo a su actividad habitual. Incluso en la región más castigada, Wuhan, ya llevan varios días sin los puestos de control en los barrios.

Desde las altas instancias, con Xi Jinping a la cabeza, han ordenado a los funcionarios actuar “con urgencia” para restaurar el orden económico y social y “restablecer por completo” la producción en las zonas del país que presenten un bajo riesgo. Sin embargo, sobre el terreno es más complicado, dada la caída registrada en la demanda, la interrupción de algunas cadenas de suministros o las restricciones de movimiento de millones de trabajadores. La caída de la producción industrial (13,5%) o de las ventas del comercio (20,5%) en enero y febrero presagian una contracción del PIB en el primer trimestre, algo sin precedentes en las últimas décadas.

El virus, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), representa la mayor amenaza a la economía global desde la crisis financiera de 2008 Clic para tuitear

El papel decisivo y omnipresente del Estado Chino en su país ha reforzado su posición ante la posibilidad de un probable deterioro del comunismo político. La Oficina Nacional de Estadísticas de China divulgó caídas récord de la producción industrial, la venta al por menor o la inversión en activos fijos, lo que, sumado a otros índices, anticipan un colapso en múltiples ámbitos.Según los expertos, los datos revelan la escala del daño causado por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y aumentarán los temores de una recesión global.

Pese a los esfuerzos del gobierno por redirigir el país hacia un modelo más basado en la demanda interna, la segunda economía mundial sigue teniendo una fuerte dependencia de la demanda exterior, por lo que la situación en otros países le afecta enormemente. Las estimaciones de diferentes organismos se han ido ajustando a medida que el virus avanzaba y los últimos pronósticos de bancos como ING sitúan el crecimiento del Gigante Asiático del PIB para 2020 en el 4,8%, lo que supondría el mayor desplome en tres décadas.

Y, en un mundo hiperconectado, en el que China tiene hoy un gran peso -representa un tercio de la fabricación a nivel mundial y es el mayor exportador de bienes del mundo-, lo que ocurra en el país asiático tendrá un impacto global. El virus, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), representa la “mayor amenaza a la economía global desde la crisis financiera de 2008” y estima que podría crecer a su ritmo más bajo desde 2009 debido al brote.

Sin embargo, el escenario del estallido de una crisis global también supondría un golpe letal para la débil economía de la Unión Europea. Respecto a los Estados Unidos, con una notable pérdida de liderazgo en la geopolítica mundial, habrá que esperar cómo se expande el coronavirus por América del Norte para evaluar el impacto económico dentro de sus fronteras.

Más información sobre el coronavirus en ESPECIAL CORONAVIRUS

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