Uno de los aspectos más llamativos del entramado de poder socialista es su proyección internacional, particularmente el nexo con Venezuela. Desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno, la posición de España frente a la crisis venezolana ha estado marcada por ambivalencias y contactos extraoficiales.
El episodio del Delcygate (20 de enero de 2020) expuso esta dinámica: aquella noche, José Luis Ábalos se reunió en el aeropuerto de Barajas con Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Nicolás Maduro, a pesar de que pesaba sobre ella una sanción de la UE que le prohibía pisar territorio comunitario, por motivos nunca explicados, o mejor dicho explicado de tantas maneras distintas e incompatibles, que enmascaran más que esclarece. La reunión fue secreta y solo trascendió posteriormente, generando un escándalo político.
Documentos e investigaciones posteriores han revelado que este encuentro no fue fortuito, sino parte de una gestión diplomática paralela. Según diversas fuentes, fue el propio Zapatero quien invitó a Delcy Rodríguez a pasar por Madrid, en un esfuerzo por abrir canales de diálogo. Se ha llegado a afirmar que el presidente Sánchez en persona habría dado la instrucción a Ábalos de “contener” a Delcy en el aeropuerto, evitando que entrara formalmente al país.
En aquellos momentos, España revisaba su reconocimiento al líder opositor Juan Guaidó, y de hecho poco después modera su posición hacia el régimen de Maduro. Todo apunta a que en Barajas se trataron asuntos sensibles: uno, la postura española en la UE respecto a Venezuela; y dos, negocios pendientes entre ambos países.
Un gran asunto económico tras el telón era la recuperación de fondos bloqueados en Venezuela pertenecientes a empresas españolas. Es sabido que la aerolínea española Air Europa (Globalia) tenía alrededor de 200 millones de dólares atrapados en Venezuela, que el régimen no dejaba repatriar desde 2013.
Previamente, los dueños de Globalia buscaron ayuda en José Luis Rodríguez Zapatero para mediar con Maduro. Zapatero intercedió sin cobrar, logrando que Maduro incluso recibiera al fundador de Globalia (Juan José Hidalgo), y se llegó a esbozar un plan de pago; pero la proclamación de Guaidó en 2019 paralizó aquel acuerdo.
Acto seguido, en octubre de 2019, Globalia contrató a Víctor de Aldama durante tres meses con el único fin de desbloquear ese dinero, ofreciéndole una comisión de casi 5 millones de euros si tenía éxito. Aunque el contrato de Aldama terminó en diciembre de 2019 sin lograr su objetivo, es sumamente revelador que un mes después ocurriera la visita de Delcy Rodríguez gestionada por Ábalos.
Además, gracias a la investigación de la trama Koldo, se ha sabido que Víctor de Aldama también estuvo en Barajas durante el Delcygate (acompañando a Ábalos, igual que Koldo lo hizo). Es decir, el mismo empresario que negociaba con el chavismo el cobro de Globalia participó en la cita clandestina con la número dos de Maduro.
La conexión es clara: el entramado español (Ábalos–Koldo–Aldama) se implicó directamente en negociaciones con Venezuela, buscando soluciones para los intereses económicos de ciertas compañías españolas a cambio, posiblemente, de contraprestaciones opacas.
Estos nombres aparecen después en otras cuestiones abiertas, Aldama y la trama de hidrocarburos, o Juan José Hidalgo, fundador de Globalia. Begoña Gómez mantuvo una relación profesional y personal estrecha con Javier Hidalgo (CEO e hijo de Juan José Hidalgo), que se tradujo en patrocinios y colaboraciones con el IE África Center en el que participaba Gómez.
Estas relaciones coincidieron temporalmente con el rescate millonario de Air Europa por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, aunque hasta el momento la justicia no ha acreditado que Begoña Gómez interviniera directamente en esa decisión ni que existiera una contraprestación ilícita.
La participación de Zapatero en esta dimensión internacional no se limita a Venezuela, pero allí es donde más se ha notado su influencia durante el Gobierno de Sánchez. Zapatero ha viajado en numerosas ocasiones a Caracas y se ha posicionado como valedor del régimen de Maduro en Europa, lo que ha generado críticas de sectores que lo ven más como cómplice que como mediador neutral.
Él defiende su rol diciendo que busca soluciones pacíficas y ha contribuido a la liberación de presos políticos y a diálogos electorales en Venezuela, aunque evita condenar abiertamente los abusos del chavismo. Esta postura ha facilitado vínculos: por ejemplo, se le ha visto ejercer de puente para empresarios españoles con intereses en Venezuela.
También se ha hablado de su amistad personal con Delcy Rodríguez, reconocida incluso por fuentes cercanas a él. En la práctica, Zapatero sirvió como figura de legitimación ante la opinión pública internacional –restando peso a las denuncias contra Maduro– y como enlace oficioso entre el Gobierno de Sánchez y el de Maduro. Su presencia permitió al Ejecutivo español mantener un canal de comunicación con Caracas sin comprometer formalmente la diplomacia (ya que oficialmente España pertenecía al Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela y seguía la línea comunitaria).
Más allá de Venezuela, el modelo de poder de Sánchez mostró una tendencia a alinearse con actores internacionales no occidentales a través de conexiones personales. Un caso fue la relación con China: Zapatero abogó activamente por acercar Europa a China y llegó a fundar un lobby con un empresario chino con ese fin. En 2023, Sánchez incluso envió a Zapatero a Pekín para preparar su visita a Xi Jinping.
En paralelo, miembros de la trama doméstica como Víctor de Aldama se involucraron en favores a empresas chinas: se reveló que Huawei España contrató a Aldama como consultor con 10.000 € al mes para que utilizara sus contactos en el Gobierno (especialmente con Ábalos) y ayudara a influenciar la posición española sobre el 5G, frenando la presión de la UE contra Huawei.
En suma, la dimensión internacional del modelo de poder de Sánchez muestra una trama que trasciende fronteras: se nutre de alianzas geopolíticas informales, persigue beneficios económicos transnacionales y utiliza emisarios extraoficiales para lograr sus objetivos.
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