Coronavirus: por qué tiene mala pinta la situación en Cataluña

La evolución de los datos, hasta donde permite llegar la deficiente información que genera la Generalitat, señala que, si la tendencia continúa, podemos tener problemas. Naturalmente, esta afirmación no puede ser tan bien fundamentada como lo sería si la Generalitat facilitara la información preceptiva de la incidencia acumulada (IA) a los 7 y 14 días, que es la que permite seguir la evolución real. Pero esta información no está ni al alcance del público ni de los especialistas que no pertenecen al Departamento de Salud. Si entra en el Portal de Datos Abiertos y busca esta información, se encontrará que la respuesta no existe. Es inconcebible, pero es así.

Observemos primero la evolución de Lleida. Ha llegado a un máximo de 150 positivos diarios el 3 de julio y 140 el 4 de julio. Para hacerse una idea de lo que significa esta cifra hay que tener presente que, en los periodos álgidos de máximo impacto de marzo y abril, el número más elevado de casos fue de 65. Por lo tanto, los actuales más que doblan aquella cifra y llegaron situarse en cifras diarias de entre 5 y 9 a principios de mayo. Desde entonces, de manera irregular, han ido subiendo, pero la explosión se produce a finales de junio. En este sentido, es razonable la afirmación de muchos expertos diciendo que la Generalitat actuó muy tarde y que debería haber establecido medidas restrictivas a finales del mes pasado. Una vez más se constata que nuestras administraciones no aprenden ni siquiera de la experiencia. Ahora Lleida tiene un mayor número de casos que en el momento más difícil de la pandemia.

Para Cataluña la situación es sustancialmente diferente, pero también presenta una imagen que no es del todo tranquilizadora. A principios de julio se ha llegado a 294 casos. Estamos lejos por tanto de los máximos del inicio de la pandemia cuando se superaban claramente los 1.500 y en ocasiones se llegaron a superar los 2.000. El confinamiento provocó una progresiva reducción hasta llegar a principios de mayo. Después la reducción fue continuando y a mediados de junio se situó en una cifra muy baja, en torno a los 50-60 casos diarios. Pero a partir del 15 de junio la evolución ha sido continuada y creciente, y hemos pasado de esta cincuentena al centenar, y luego hemos llegado a superar o rozar los 300. Por lo tanto, ahora hemos retrocedido a la situación de la fase final del desconfinamiento en mayo. Todo lo ganado entre esta fecha y mediados de junio lo hemos perdido con un factor adicional, que es que la tendencia es a aumentar y no a reducirse. Y ese es el problema. Por lo tanto, vivimos una situación claramente negativa en el caso del Segrià, donde el coronavirus ha desbordado todos los sistemas de contención, pero estamos en una situación de alerta en Cataluña, porque si se mantiene la tendencia actual, las restricciones volverán.

La llamada al comportamiento responsable de la población es del todo necesaria. Pero también lo es, como hemos reiterado, que la Generalitat aplique más recursos a la identificación, control, seguimiento y aislamiento de los casos porque sigue ahorrando en un capítulo básico. Y también que en lugar de ir pidiendo «voluntarios sanitarios» para ir a Lleida, pase a llevar a cabo contrataciones masivas no sólo para prever una mayor incidencia de la pandemia este verano, sino para dar descanso al fatigado personal sanitario de forma que pueda estar en buenas condiciones cuando se produzca la segunda oleada en otoño. Si esto no se hace, abordaremos aquella época difícil con unos recursos humanos agotados por meses y meses de trabajo intenso y en condiciones desfavorables.

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