Confianza: el secreto de la reconstrucción

El futuro es siempre incierto y por tanto cualquier predicción está siempre sujeta al error. Hoy, la presencia del coronavirus ha provocado un hecho inaudito, la hibernación de la economía. Por lo tanto, a la incertidumbre del futuro se suma la falta de situaciones similares en el pasado. En consecuencia, cualquier previsión de futuro es hoy especialmente incierta.

Ahora bien, también hay certezas, la más evidente es la grave crisis económica que oficialmente aún no vivimos en España (es necesario que en dos trimestres consecutivos el PIB disminuya), pero sus graves consecuencias ya se están haciendo sentir. Una situación que no se solucionará automáticamente cuando pase el confinamiento.

Reactivación de la economía

Hay que tener en cuenta que después de la hibernación de la economía, esta no se reactivará de forma espontánea. Por ejemplo, muchas empresas desaparecerán (durante marzo desaparecieron el 6,5% de empresas españolas) no únicamente durante el confinamiento, sino también posteriormente. A parte de estas empresas, muchas otras se verán obligadas a acogerse a ERTO y más tarde a realizar despidos. Esta situación está provocando la disminución de puestos de trabajo y horas trabajadas y, por tanto, una disminución de la renta disponible de los trabajadores.

Además, una importante cantidad de recursos de las empresas en lugar de destinarla a hacer crecer y mejorar la productividad, y por lo tanto generar más ventas y empleo, se destinará a paliar los efectos de la crisis.

Tampoco se puede olvidar la importancia de las expectativas. Para que la economía funcione, no sólo las empresas deben poder abrir, sino que además tiene que haber clientes. Y aquí las expectativas juegan un papel clave. Si los consumidores no tienen confianza y certeza sobre el futuro, sobre lo que ingresarán, muy difícilmente volverán a consumir como antes. Asimismo, si las empresas no tienen unas expectativas positivas, su grado de inversión será inferior para asegurarse ante un futuro incierto.

En consecuencia, cuando el confinamiento termine, habrá que realizar una tarea que será muy complicada, la de reconstruir España y su economía. Para afrontar este duro camino es necesario cumplir al menos dos principios, el de la transparencia y el de la unión.

La transparencia

La transparencia de las administraciones públicas sólo se produce cuando consideran a los ciudadanos autónomos, es decir, personas en las que se puede confiar, porque tienen capacidad de discernimiento. En consecuencia, el Estado informa de la realidad, sin filtros paternalistas. Desgraciadamente, hoy los gobernantes españoles no son transparentes en la gestión del virus, no confían en el criterio de los ciudadanos.

Un ejemplo reciente es cómo el gobierno central no ha dado ha conocer el nombre de los técnicos que deciden qué autonomías pueden reactivar antes su economía. El justificante ha sido el de defenderlos de potenciales presiones. Pero bajo esta misma premisa, e incluso con más razón, la identidad de un juez o de un policía tampoco se debería poder conocer. Por lo tanto, el Estado pide a la ciudadanía que confíe la reactivación de la economía a unos técnicos que nadie sabe quiénes son. Pide un acto de fe.

Otro episodio de falta de transparencia por parte del gobierno central es que no ha dado a conocer con detalle cuáles son los criterios que se utilizan para cambiar de fase en la desescalada. ¿Cómo puede ser que las mismas interesadas, las comunidades autónomas y subsecuentemente los ciudadanos, no sepan qué requisitos hay que cumplir para poder abrir la economía? Ejemplo de este absurdo es que la Comunidad Valenciana en los últimos 14 días debido al virus ha tenido 6,8 ingresos hospitalarios y 1,1 en UCI por 100.000 habitantes, mientras que el País Vasco ha tenido 23,1 y 2,2 respectivamente. Sorprendentemente ha sido esta segunda comunidad la que ha pasado de fase, mientras que gran parte de la Comunidad Valenciana se ha mantenido en la fase 0. Ante esta imagen, a menos que se tenga una fe ciega en la actuación del gobierno central, lo natural es sospechar que más que razones técnicas, se han utilizado razones políticas.

Sin transparencia y, por tanto, conocimiento de la realidad, ¿cómo pueden los ciudadanos actuar de la forma más adecuada? ¿Cómo puede la sociedad tener la garantía de que el camino que marcan las administraciones es el correcto si no conocen la realidad?

La unión

El segundo principio fundamental para poder afrontar la reconstrucción con éxito es el de la unidad. Una unidad que sólo será posible si se cumple el principio de transparencia. ¿Cómo pueden cerrar filas los partidos de la oposición con el gobierno central si el propio gobierno central muestra una desconfianza absoluta al no ser transparente? La unidad no existirá hasta que la responsabilidad sea compartida, y eso implica que partidos, agentes sociales y la sociedad en general hayan tenido acceso a la información necesaria y así hayan podido participar en la toma de decisiones.

Además, ante el gran reto económico y social que tenemos delante, la unidad también reclama generosidad y sobre todo racionalidad. Hay que contar con los mejores, ya sean de un partido o de otro, empresarios o sindicalistas. Se deben utilizar todas las habilidades y capacidades del país. El ciudadano debe apreciar que al frente de la reconstrucción están los mejores para poder confiar en ella. Por ejemplo, en Italia el gobierno confió, hace ya un mes, en un grupo de expertos de diversos ámbitos económicos y sociales para que propusieran medidas concretas para la reconstrucción de Italia. Este grupo está encabezado por Vittorio Colao, ex-CEO de Vodafone mundial. Este grupo de 19 personas ya ha recibido por parte de la opinión pública el apodo de «Dream Team». Mientras tanto, en España, lo más similar que se ha iniciado es una comisión en el Congreso limitada únicamente a los políticos y donde se hace difícil imaginar que no se convertirá en una continuación de la batalla política en el Congreso.

¿Por qué el gobierno central no cuenta con los mejores? ¿Por qué no toma las decisiones conjuntamente con el resto de los partidos y agentes para que todos se conviertan responsables de las propias decisiones y podamos caminar unidos en la reconstrucción de España?

El futuro es incierto, especialmente hoy. La reconstrucción del país será un proceso muy duro y costoso. España tendrá más opciones de afrontarla con éxito si actúa de forma transparente y unida, es decir, si existe una verdadera confianza mutua, confianza que no se genera de forma espontánea, sino que hay que ganársela.

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