El tradicional encuentro del World Economic Forum (WEF) ha podido volver a celebrarse en forma presencial el pasado mes de enero en la localidad alpina suiza de Davos. Allí se reúnen, desde 1991, líderes políticos, económicos y empresariales, periodistas e intelectuales, para analizar las cuestiones más candentes del planeta.
En opinión del profesor alemán, Klaus Schwab, presidente y fundador del WEF, las conclusiones del World Economic Forum (WEF) de 2023 son las siguientes.
“La primera es que ha habido un consenso general sobre que la empresa no es sólo una entidad económica sino, sobre todo, un organismo social. Lo que espera de la empresa la generación actual no es sólo que trabaje para sus accionistas (shareholder capitalism), sino por el conjunto de sus partes o componentes (stakeholder capitalism), y que tenga siempre presentes como prioritarias estas dos dimensiones: las personas y el futuro del planeta“.
La segunda es que no se pueden hacer previsiones sólo para el año en curso 2023, hay que abandonar la mentalidad de crisis a corto plazo y tener presente que es el conjunto de la economía global lo que se está reestructurando, “vivimos un período transformador y de ruptura que puede durar tres, cuatro, cinco años, o más”.
La tercera es que las nuevas tecnologías apuntan a la llegada de cambios revolucionarios en el funcionamiento de todas las sociedades, y “los procesos de adaptación a esta cuarta revolución industrial, caracterizada por el mundo digital, será mucho más costosa y disruptiva que la correspondiente a las tres revoluciones industriales anteriores».
La cuarta es que “hay que ser optimista, sin embargo; nos encontramos en una situación de gran cambio que acabaremos “gestionando bien”.
La quinta es que los temas que más han interesado en los debates han sido la crisis energética, la guerra de Ucrania, la inflación, la ralentización de la economía mundial y la reapertura de China tras la covid.
Según el prestigioso analista del Financial Times, Martin Wolf, presente en Davos, la comunidad empresarial internacional se ha mostrado esta vez más «animada» que en ocasiones anteriores, pues ha constatado novedades positivas:
Ucrania se está defendiendo mejor frente a la invasión rusa, las elecciones de medio plazo en Estados Unidos han sido buenas para la democracia americana, los precios del gas han bajado, la inflación puede haber llegado a su punto máximo, la angustia sobre la llegada de una recesión ha disminuido, la economía mundial tendrá un crecimiento moderado en 2023, se espera un impacto notable de la reapertura de China.
Los analistas coincidieron en afirmar que la economía global ha sorteado una caída que muchos preveían inevitable, como consecuencia, sobre todo, de las graves disrupciones provocadas por la invasión rusa de Ucrania y de la pandemia. El paro de la inflación, así como la resiliencia de los mercados laborales y los datos de crecimiento del PIB, son mejores que los esperados en muchos países.
Todo ello justifica una revisión al alza de las previsiones más pesimistas. El PIB estadounidense crece fuerte y su nivel de paro es bajo. Pero el optimismo de los países de rentas altas contrasta con el pesimismo de los países de rentas bajas, especialmente en África. China e India, las dos grandes potencias reemergentes del mundo, han presentado relatos distintos.
El principal mensaje del viceprimer ministro chino Liu He, presente en la reunión, ha sido tranquilizador: «el crecimiento chino será muy relevante este año».
La delegación india ha sido la más numerosa en Davos. Se ha mostrado orgullosa por el hecho de que su país está a punto de convertirse en el más poblado del mundo, por delante de China, y ha declarado que «será el primero en crecimiento a lo largo de las dos próximas décadas».
La gran novedad tecnológica de la reunión (the greatest hype) ha consistido en las oportunidades que abre todo lo referente a la Inteligencia Artificial y muy especialmente la aplicación Chat GPT. Se trata de un bote informatizado para simular a los humanos, que está generando una expectativa como no había existido desde que en el 2007 se lanzó el iPhone.
También se ha constatado que «los retos continúan».
En primer lugar, la inflación no está vencida. Los bancos centrales dan claras señales de considerar imprescindible la continuidad de las políticas monetarias restrictivas, con su impacto depresivo y la fuerte amenaza sobre la sostenibilidad de la deuda de los países más frágiles.
La dimensión geopolítica añade incógnitas problemáticas, entre pulsiones proteccionistas y movimientos para reducir la dependencia occidental de China.
La UE presenta una desventaja competitiva por sus dificultades energéticas y teme el nuevo proteccionismo comercial de Estados Unidos y de otros países, que va contra las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha declarado que “la situación puede ser menos mala de la esperada, pero esto no significa exactamente que sea buena; ojo al pasar del pesimismo a un optimismo excesivo“.
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) ha dicho: «la inflación sigue creciendo en la UE, es demasiado alta y será necesario recorrer el camino en territorio restrictivo».
Representantes de la Reserva Federal de Estados Unidos se han mostrado a favor de seguir subiendo el tipo de interés de referencia, al menos un 5%.
Desde el punto de vista de la transición energética, las conclusiones del World Economic Forum (WEF) han sido preocupantes.
Se han escuchado voces relevantes explicando que Europa no está haciendo bien la transición ecológica. Han dicho que hay la doble moral de imponer a las empresas europeas medidas cada vez más restrictivas para frenar las emisiones de carbono, pero, en cambio, las compañías chinas no sufren estas limitaciones y acaban exportando sus productos a Europa.
Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, ha declarado que “el sector chino del cemento y el acero juntos emiten tanto CO₂ como toda Europa”. En 2021 el porcentaje de emisiones de carbono de la UE alcanzaba el 7%, por 31% en China. Imaz ha afirmado que no se trata de dar la espalda al cambio climático y volver a quemar más carbón, pero es necesario buscar un equilibrio entre todos los países del mundo y admitir que no será fácil deshacernos del todo del gas y del petróleo. Es necesario buscar una reflexión más práctica dentro de la UE. El cambio ecológico no puede imponerse vía decreto desde Bruselas, toca ser más realista.
Imaz se alineó con la posición del presidente del BBVA, Carlos Torres, que avisó a Bruselas de que tome ejemplo de la ley de Reducción de la Inflación (IRA) aprobada en Estados Unidos y de los incentivos proteccionistas para sus empresas .
En esta misma línea el presidente de Naturgy, Francisco Reynés, ha denunciado que la UE “ha creado incertidumbre en la regulación y reforma del mercado para el próximo año mientras que Estados Unidos incorpora claridad al mercado”.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, ha detallado a Davos la respuesta de la UE a la Ley de Reducción de la Inflación de Biden, que ha calificado de proteccionista, y ha dibujado lo que será una nueva política industrial europea, en la que los estados tendrán un papel más activo y las ayudas de estado serán reconsideradas.
La presidenta ha articulado una respuesta basada en cinco componentes:
Mejora del marco reglamentario favorable a las tecnologías “limpias“, plan industrial para las “tecnologías limpias”, reducción de las normas europeas sobre ayudas estatales, posible creación de un “fondo de soberanía” europeo y logro de acuerdos de libre comercio «justos y abiertos» a favor de la neutralidad del carbono.
La presidenta también ha dicho que la UE seguirá ayudando a Ucrania «mientras sea necesario» ante la invasión rusa. «Nuestro apoyo total y decidido no vacilará».
La edición de este año de la reunión de Davos no ha tenido el impacto mediático de años anteriores.
No han comparecido los grandes líderes mundiales, como Joe Biden o Xi Jinping, y mucho menos aún Putin, presidente de una Rusia vetada especialmente por la invasión de Ucrania. Tampoco han asistido los líderes francés y británico, Macron y Rishi Sunak. La presencia asiática ha sido marginal.
Quien no ha faltado ha sido Pedro Sánchez, omnipresente en la escena internacional, para vender “la buena salud económica de España y su reciente liderazgo en materia energética, especialmente la referida al hidrógeno”.
Una personalidad destacada presente ha sido la esposa del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que ha pronunciado por videoconferencia el discurso de apertura de la reunión.
El canciller alemán, Olaf Sholz, ha sido el único líder presente del G-7. Ha declarado que Alemania seguirá ayudando decididamente a Ucrania a defenderse de la agresión rusa, y también ha dicho que los alemanes «nunca estaremos haciendo cosas solos, sino junto con otros, especialmente con Estados Unidos».
Martin Wolf acaba con las siguientes palabras su último artículo sobre la edición de este año de la reunión de Davos: “Things may be better, but they are far from good“ (las cosas seguramente van mejor, pero todavía están lejos de poder considerarse buenas).
Desde el punto de vista de la transición energética, las conclusiones del World Economic Forum (WEF) han sido preocupantes Share on X