Competitividad: Cataluña tiene un problema

El índice regional de competitividad de la Unión Europea hace posible conocer el nivel de la misma para cada una de las unidades regionales que componen la Unión desde 2010. Es un buen instrumento con todas las limitaciones inherentes a este tipo de mediciones complejas. Ya nos hemos referido en alguna otra ocasión .

El nivel de competitividad de Cataluña en el último examen, el del 2019, exponía un nivel que a escala peninsular se situaba por debajo, sobre todo, de Madrid, también del País Vasco e incluso de la región de Lisboa. Para situar un símil, tenía un coeficiente global prácticamente igual al de las regiones italianas de Lazio y la Millia Romana, y claramente inferior al de la Lombardía. No es ciertamente una situación de región económica líder.

La observación desde 2010 señala claramente los efectos de la pasada crisis sobre la pérdida de competitividad, ya que cayó, pasando de presentar un índice positivo de 0,16 a un -0,12, para luego aún reducirse más en el 2016, a un -0,18 que es lo mismo que presenta en la actualidad. Si comparamos esta evolución con la del Lazio, se hace evidente que la situación de emparejamiento con Cataluña, que comienza en 2013 y se va manteniendo, era muy diferente justo al inicio de la crisis, cuando nuestro país aventajaba claramente a la región de la capital de Italia, que se situaba entonces en un +0,01. Madrid también ha tenido una disminución, y no pequeña, sobre todo a partir de 2013 cuando ha pasado del 0,48 al 0,3 actual. Pero la distancia con Cataluña, como se puede ver por la diferencia de las cifras, ha crecido.

Las variaciones a lo largo del tiempo muestran por tanto que Cataluña en relación con ella misma ha ido retrocediendo desde el 2010 hasta el 2016 y ha experimentado una muy ligera mejora entre este último año y el 2019.

Este panorama catalán se habrá visto alterado de manera muy importante a lo largo de 2020, a consecuencia de la pandemia y seguramente aunque no hay datos, es fácil deducir que se habrá producido una caída de la competitividad, que será asimétrica porque habrá perjudicado mucho unos sectores (el turismo, el más significativo), pero habrá salvado o incluso mejorado  otros (como por ejemplo la industria). Pero el resultado final sin duda quedará.

La conclusión provisional señala dos cosas. Una, que Cataluña continúa perdiendo posiciones y este hecho no se puede limitar al conflicto de la independencia, sino que empieza antes, si bien el problema político ha agravado las condiciones en las que trabaja la economía. La otra es que esta caída puede ser muy profunda si en el año actual no se produce una recuperación significativa. De momento las previsiones señalan que el aumento del PIB de Cataluña, junto con el de Baleares, será el más importante de toda España, pero esta perspectiva puede quedar en nada porque parte de la teoría de que en verano se producirá una normalización importante en relación con las condiciones de la pandemia. Pero nada hace pensar que sea así. Las previsiones no son buenas y la vacunación que podría salvar el escenario , va a una velocidad muy insuficiente.

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