¡Evaporación de coches! Éste es el concepto mágico que preside el área de urbanismo dirigida por la teniente de alcalde Janet Sanz y en la que Colau confía ciegamente con una fe mesiánica.
Se trata del siguiente razonamiento:
Si ponemos suficientes impedimentos para que los coches no puedan circular y los conductores pierdan cada día tiempo y dinero, estos vehículos se evaporarán, dejarán de existir en nuestras calles. Y a esta estrategia, la de la evaporación, se aplican de forma sistemática. No deja de ser una suerte de política sádica.
Consiste en lograr el objetivo que se proponen a base de martirizar y hacer pagar el coste al ciudadano hasta que éste se cansa y abandona. Porque, no lo olvidemos, la práctica totalidad del tráfico que circula por las calles de Barcelona en los días de trabajo tiene su causa precisamente en la actividad laboral, en la actividad económica de Barcelona.
No sólo eso, sino que además sólo 1 de cada 5 vehículos de los que circula es de un barcelonés, todos los demás proceden de fuera, sobre todo del área y la región metropolitana.
Si utilizan el coche privado se debe a que el transporte público, incluso ahora que en parte es gratuito, no los compensa. Con toda esta lógica se entienden los grandes embotellamientos que produjo el túnel de la plaza de las Glòries, pese a estar pensado para dar fluidez a la circulación.
Una de las causas fundamentales ha sido y es el ordenamiento viario en su entorno. Ahora ya podemos entender que esto no fue un mal cálculo, sino una acción más dirigida a evaporar a los automóviles
Ésta es también la finalidad del urbanismo táctico: disuadir a la utilización del coche y es el mismo fin que persiguen los ejes verdes. Lo que esta «genial» estrategia no contempla es que existe una estrecha relación entre movilidad y actividad económica, y que no se puede confundir tráfico de vehículos con movilidad.
Lo que importa es conseguir que ésta sea lo mejor posible y minimizar las consecuencias negativas del uso masivo de vehículos, pero esto no se puede lograr a base de aplicar ese dicho de «muerto el perro, muerta la rabia». Porque si los perros van muriendo, es decir, si los vehículos van desapareciendo, con ellos arrastrarán también la actividad económica de Barcelona.
Una gran capital significa centralidad, lo que equivale a reclamar accesibilidad y lo que conlleva una buena movilidad. Si esta ecuación no se mantiene, la ciudad decae porque la centralidad es cada vez más débil.
Esta estrategia es también la que se está aplicando en los carriles de la Vía Layetana, de la Vía Augusta y de tantos otros lugares. En realidad, más que un camino para mejorar la contaminación, porque la congestión y los embotellamientos del tráfico la empeoran, lo que se consigue es el decrecimiento económico de la ciudad.
Ahora en las actuales circunstancias lo que se dilucidará en las próximas elecciones municipales es en gran medida el modelo de la supermanzana, pero atención porque en los cajones de urbanismo ya están preparados los nuevos dos engendros por si gana Colau y que afectan a dos plazas emblemáticas de la ciudad de Barcelona.
Uno es la plaza de Espanya, que consiste en liquidar el túnel dificultando el acceso de vehículos de la ciudad por la Gran Via con la voluntad de hacer evaporar más coches y crear en la plaza una gran estación terminal de buses.
Y ésta sería la misma acción que se llevaría a cabo en la emblemática plaza de Francesc Macià, una de las que resulta más estética de Barcelona y que consiste en una excelente entrada a la ciudad. Pues bien, la voluntad de Ada Colau y el plan de obras que está previsto es transformar este sitio emblemático en una gran estación de autobuses. Si además esto castiga a un distrito de la parte alta al que Colau no le profesa una gran estima, mejor que mejor.
En los cajones de urbanismo ya están preparados los nuevos dos engendros por si gana Colau y que afectan a dos plazas emblemáticas de la ciudad de Barcelona. Share on X