La República Popular China contra Ómicron

China ha declarado la guerra total a la variante Ómicron de la Covid-19. Como ha hecho con las precedentes oleadas y mutaciones del virus, Pekín está respondiendo con su política de cero Covid, que pasa por detectar y aislar cada caso positivo individual y destruir así toda posibilidad de aparición de clusters y focos pandémicos.

Sin embargo, con una tasa de contagio de los bronquios 70 veces superior a la ya temida variante Delta, Ómicron está suponiendo para el gobierno chino un desafío inaudito.

Los confinamientos y cierres ordenados por las autoridades chinas están provocando ya tensiones en las cadenas de suministro globales Share on X

De hecho, los confinamientos y cierres ordenados por las autoridades chinas para detener a Ómicron ya están provocando tensiones en las cadenas de suministro globalesEsto justo cuando se empezaban a recuperar de la crisis del pasado año.

A pesar de las advertencias de numerosos líderes empresariales y analistas, Pekín parece más dispuesta que nunca a impedir la propagación de la variante ómicron en su territorio ahora que quedan escasas semanas para la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno. Estos ya están amenazados por el boicot diplomático occidental, y Pekín no querría añadir a esa preocupación el no poder demostrar al mundo su éxito en materia de control epidémico.

Sólo en la ciudad de Xi’an, más de 13 millones de personas llevan ya dos semanas confinadas en casaEn Tianjin (una ciudad portuaria a tan sólo 100 kilómetros de Pekín), se ha ordenado que la población de 14 millones de habitantes se someta a un test Covid. Otros grandes centros de producción industrial en la provincia de Henan y cerca de Hong Kong están afectados por la misma medida.

Los dirigentes industriales han expresado su preocupación por mantener las líneas de producción abiertas en las próximas semanas, cuando a la Covid se le añadirán las vacaciones por el nuevo año lunar y los Juegos Olímpicos de invierno.

Según apuntaba un directivo taiwanés implantado en el sur de China, una ola de cierres y confinamientos en esta región fuertemente industrial supondría una crisis aún más importante que la del 2020.

Hace dos años, cuando el virus se expandió por China con los trabajadores que iban a ver a sus familias con ocasión del nuevo año lunar, éstos no pudieron volver a sus puestos de trabajo porque se encontraron confinados y con todos los medios de transportes parados.

Ahora, varias multinacionales ya han tenido que cerrar fábricas, como es el caso de Toyota y Volkswagen en Tianjin. Otros, como Samsung, tienen dificultades para mantener la cadencia de producción de microprocesadores.

El puerto de Ningbo, el tercero mayor del mundo en volumen de contenedores, se encuentra parado y ha prohibido las entradas de camiones después de haber detectado casos del virus. En Pekín y Shanghai también se han detectado casos locales de ómicron, encendiendo aún más alarmas.

En caso de que se confirme una nueva crisis de Covid en China, las cadenas de suministro globales sufrirán tanto como hace dos años ya que pocas han hecho progresos significativos de deslocalización fuera del país

Los analistas consultados por Financial Times coinciden en afirmar que en caso de que se confirme una nueva crisis de Covid en China, las cadenas de suministro globales sufrirán tanto como hace dos años ya que pocas han hecho progresos significativos de deslocalización fuera del país.

Según la consultoría McKinsey & Company, sólo la mitad de las empresas han incrementado el abastecimiento dual (es decir, asegurarse dos en lugar de un solo proveedor).

Incluso los actores que se han tomado la relocalización o diversificación logística en serio no han tenido tiempo de hacer efectivas muchas de sus medidas: cambiar de sitio la producción no es cosa de pocos meses. De hecho, se tarda entre tres y cinco años para que los cambios sean efectivos.

Está por ver si las drásticas medidas de China servirán para contener la nueva variante, decenas de veces más contagiosa. Por el momento, Ómicron está demostrando ser el rival más duro para Pekín desde la primera ola.

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