El diagnóstico que Illa, como presidente de la Generalitat, abusa de las promesas de futuro mientras escribe fracasos en su gestión del presente se hace, una vez más, realidad con el escándalo continuado por las grandes deficiencias del servicio de Cercanías de RENFE, que en lugar de mejorar, aunque poco y lentamente, empeoran a ojos vista.
Los problemas en los trenes de Cercanías de Renfe en Barcelona han sido recurrentes y han afectado significativamente la vida y el trabajo de cientos de miles de personas cada semana.
La última semana se han producido múltiples incidencias que han generado caos en el servicio ferroviario de Cataluña. Por ejemplo, el 7 de marzo de 2025, una avería en la catenaria dejó sin tensión el tramo entre las estaciones de Bellvitge-Gornal y Gavà, lo que obligó a evacuar a unos 900 pasajeros que tuvieron que caminar por las vías. Esta incidencia causó retrasos significativos en varias líneas, afectando a miles de usuarios.
Además, el 8 de marzo de 2025, un fallo en la catenaria obligó a evacuar a 400 pasajeros de un tren de alta velocidad en un túnel cerca de la estación de Sants, interrumpiendo el tráfico ferroviario de alta velocidad durante horas.
Causas principales:
- Infraestructura obsoleta: La red sufre una carencia de mantenimiento y modernización. Muchas líneas operan con vía única, lo que limita la capacidad y aumenta las posibilidades de retrasos. Los problemas técnicos frecuentes, como fallos en las catenarias y los sistemas eléctricos, son comunes incluso después de obras recientes. Una causa principal es que la mayoría de las decisiones de inversión pública en España no se adoptan por criterios económicos, sino políticos. Primero se establece la decisión y después se justifica económicamente. Éste ha sido el motor de la extensión del AVE, por ejemplo.
- Deficiencias en la infraestructura, vigilancia y mantenimiento insuficiente: La falta de inversión y mantenimiento en la red ferroviaria ha llevado a un deterioro de las infraestructuras, provocando frecuentes averías. Por ejemplo, el robo de cableado de cobre en Montcada en mayo de 2024 causó una interrupción total del servicio de Cercanías en Barcelona.
- Obras y gestión de proyectos: Las obras de mejora, aunque necesarias, han generado interrupciones y retrasos en el servicio. La reciente reapertura del servicio entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders, después de cinco meses de obras, no ha sido adecuada, y se han producido incidencias que han afectado a los usuarios.
- Conflictos laborales: La conflictividad laboral entre los sindicatos y la dirección de Renfe y Adif ha contribuido a las alteraciones del servicio. Los sindicatos han convocado huelgas en protesta por el traspaso de Cercanías a la Generalitat de Catalunya, lo que ha afectado a la regularidad del servicio.
- Falta de personal y recursos: La escasez de personal para revisar vías e instalaciones y atender a los pasajeros ha sido un factor que ha agravado las incidencias. Después de una semana de fallos graves en el servicio ferroviario, se ha decidido aumentar el personal para mejorar la atención a los usuarios y el mantenimiento de las infraestructuras. Como siempre, tarde y mal.
- Problemas en la gestión y coordinación: La falta de coordinación entre las distintas entidades responsables del servicio ferroviario ha dificultado la respuesta rápida y efectiva a las incidencias. Se ha reconocido la necesidad de mejorar la coordinación y el servicio ferroviario en Cataluña, implementando medidas urgentes como la creación de una oficina técnica de seguimiento.
- Carece de comunicación efectiva con los usuarios durante las incidencias, lo que agrava la frustración.
- Problemas estructurales históricos: La red ferroviaria catalana ha sido tradicionalmente infrafinanciada en comparación con otras regiones españolas, lo que ha llevado a un deterioro acumulativo.
- Referencias incomprensibles: Si la calidad se mide por la puntualidad del servicio, Cercanías funciona francamente bien: en Barcelona tiene un índice de puntualidad del 94%. Este dato es cuestionado por los usuarios debido a la frecuencia de los retrasos. En Madrid, el índice es inferior (90%). Es evidente que este indicador, tal y como está planteado, no responde a la finalidad de mostrar la situación del servicio y su evolución.
- Una opción estructural del Estado: La preferencia por motivos políticos, y no económicos, por el AVE en materia de inversión en ferrocarriles, dejando en un segundo plano Cercanías, está en las causas profundas del problema, como muestra este vídeo.
El gobierno español y el de la Generalitat recurren continuamente a la idea de recuperación de la normalidad en Cataluña. Esto es cierto en referencia a los tumultos y manifestaciones que generó el período álgido del “Proceso”, pero la vida cotidiana de la mayoría de catalanes, que deben utilizar las infraestructuras de transporte, está lejos de la normalidad, con un gran perjuicio para su economía, la del propio país, su vida laboral y su salud.
Cercanías es un desastre continuo que ya ha agotado todos los calificativos, pero el daño se extiende al ámbito regional por las deficientes comunicaciones con el sur del país y por el estado decimonónico del eje Barcelona-Puigcerdà. Pero es que la obra emblemática para la circulación vial, vía dorsal de Catalunya, la AP-7, se ha transformado en una peligrosa trampa llena de accidentes, colapsos y congestión continua, por imprevisión y por falta de medidas.
El aeropuerto de Barcelona, el segundo en importancia de España, está saturado y sigue sin existir un acuerdo sobre qué modelo seguir y el camino para alcanzarlo. La línea de AVE Barcelona-Madrid, única que se justifica desde el punto de vista de la inversión y que empezó como un servicio modélico y seguro, se ha transformado, como todo el sistema ferroviario, en una práctica arriesgada.
Por último, Barcelona, capital de Catalunya y centro metropolitano, que decidió dificultar al máximo la circulación de vehículos privados pese al estado del transporte público para acceder a la ciudad en el periodo de Colau, continúa por la misma vía con la que fue su segundo, el actual alcalde Jaume Collboni.
Los costes de todo este colapso en términos económicos, laborales, de calidad de vida y de salud para cientos de miles de ciudadanos son brutales, pero sus causas ni siquiera están en la agenda del gobierno en términos resolutivos. Ya es hora de que Illa aterrice, deje de explicarnos lo bien que estaremos en el 2030 y resuelva y alivie los problemas del mismo.