De acuerdo con los datos facilitados por la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior para el período 2015 hasta septiembre de 2021, Barcelona ocupa con diferencia el primer puesto en el ranking de okupaciones en España. En 2015 fueron casi 3.000, y en 2020 se acercaron a las 4.800. Además, su ritmo ha crecido. Madrid, en segundo lugar, sólo significa la mitad o menos de las okupaciones y con una tendencia claramente decreciente de las 1.630 de 2015 se ha pasado a 1.336 de 2020.
En 2015, la tercera capital en okupaciones era Sevilla con 776, mientras que Girona ocupaba la quinta posición con 445 okupaciones. Pero este hecho ha cambiado sustancialmente y la circunscripción gerundense ocupa ya el tercer puesto en el ranking español en 2020 con 883, habiendo prácticamente doblado la cifra de okupaciones en sólo 5 años. También es muy importante esta práctica en Tarragona, 435 casos en 2015 y 750 en 2020. En definitiva, Barcelona ocupa el primer puesto, Girona el tercero y Tarragona el sexto en okupaciones en España contempladas en el ámbito provincial. En relación con el conjunto, la cifra catalana se mueve en torno al 38% (hay que recordar que en población representamos el 16%), cifra que en 2021, con datos que sólo llegan en septiembre, crece hasta el 42%.
Queda abierta la reflexión sobre cómo es posible esta diferencia tan astronómica entre Cataluña (Lleida es un mundo aparte) y el resto de España, y que resulta tan lesiva para la seguridad de la propiedad inmobiliaria, que tenga esa singular presencia en nuestro país. Es un suma y sigue de los achaques que Cataluña va presentando progresivamente y que cada vez más presentan factura sin que haya una respuesta adecuada por parte de las instituciones políticas, como puedan ser la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, ni una reacción lo suficiente potente por parte de una sociedad civil que sigue estando muy dejada.