La caída del independentismo y las responsabilidades de los partidos que le apoyan

Percibido desde fuera resulta espectacular el auge extraordinario que logró el independentismo en Catalunya en poco tiempo y la rápida caída hasta convertirse en una opción marginal, según dicen las encuestas. Concretamente, la que publica periódicamente el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales permite realizar un seguimiento de la evolución del independentismo.

En 2015 el 17,1% de la población creía que el proceso soberanista finalizaría con la independencia de Catalunya, mientras que un 46,1% pensaba que culminaría con un acuerdo para dotar a Catalunya de más autogobierno, y hasta un 21, 8% que caería con el abandono del procés.

Estas mismas preguntas trasladadas al 2022 dan como resultado que sólo un 4,2% cree que acabará con la independencia de Catalunya, y de ahí nuestro calificativo anterior de marginalidad.

La mejora del autogobierno también se reduce, pero poco. Ahora son el 41,6%, es decir 4,5 puntos menos que en el 2015. Y prácticamente, y esta es la gran cuestión, alcanza la misma magnitud de los que consideran que todo esto acaba abandonando el procés porque ahora ya son el 41,6% de la población quienes piensan así, casi 20 puntos más que la magnitud que presentaba en 2015.

Las cifras cantan de una manera clarísima, y hablar de desencanto y retirada a casa no parece exagerado. Pero estas cifras también nos dicen otra cosa. La convicción de que se conseguiría la independencia siempre ha sido muy minoritaria, no ha llegado ni a una de cada cinco personas y la mayoría veía el procés como una forma de conseguir más autogobierno. En ambos casos, tanto si era la independencia una finalidad como una estrategia, el fracaso es patente.

Y todo fracaso exige rendir cuentas, y en primer término debe hacerlo ERC porque es quien en el transcurso de los últimos años ha tenido la sartén por el mango con el gobierno de Aragonès y sus 13 diputados en Madrid en un momento de una debilidad parlamentaria nunca vista del gobierno español.

Esta doble fuerza se ha saldado con un fracaso estrepitoso: la desmovilización total del independentismo, por un lado, y la no mejora de las cuentas del autogobierno, por otro.

Es evidente que ERC tiene peso suficiente como para haber situado como exigencia la revisión de la financiación y la resolución de aquellos recortes del Estatut llevado a cabo por el Tribunal Constitucional y que eran de posible recuperación mediante leyes del gobierno del estado.

Nada de eso ha ocurrido y se ha dedicado en todo caso a resolver sus problemas judiciales, que son también los de otros líderes, pero que sobre todo afectan a Junqueras. De hecho, ha obrado en contra de lo que dice el manual, en lugar de procurarse «mártires» y empujar con el fin de  conseguir la independencia o al menos la mejora del autogobierno, han centrado su esfuerzo en la humana vía de quitarles la losa judicial al precio de segar el camino de las reivindicaciones concretas para Catalunya.

Basta con ver el esperpéntico, comportamiento de los líderes de ERC en la cumbre de Barcelona.

Tanto Junqueras como Aragonés deberían haber dirigido su grito y esfuerzo a forzar a Sánchez a poner sobre la mesa y exigir que se pusiera fin al escandaloso bloqueo por parte francesa del corredor mediterráneo. Porque cuando con retrasos extraordinarios el corredor sea operativo y llegue a la frontera, se encontrará con que no hay manera de conectar con la red europea porque al gobierno Macron no le sale de las narices que este enlace se produzca. Quiere mantener la península como una isla ferroviaria.

Éste es el tipo de carta que un independentismo consciente debería haber jugado y no lo ha hecho. Porque no saben, no quieren o las dos cosas a la vez.

Y es que en último término ERC nunca ha sido un partido independentista, salvo en períodos concretos y recientes. Siempre fue un partido catalán de izquierdas que quiso jugar así en la política española, dando prioridad a la alianza con partidos del mismo signo antes que resolver cuestiones fundamentales para Catalunya.

Tanto Junqueras como Aragonés deberían haber dirigido su grito y esfuerzo a forzar a Sánchez a poner sobre la mesa y exigir que se pusiera fin al escandaloso bloqueo por parte francesa del corredor mediterráneo Clic para tuitear

Després de la manifestació independentista d'ahir dijous 19 de gener, creieu que el procés està acabat tal com afirma Sánchez?

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