Europa y sus instituciones europeas de Bruselas son conocedoras de la gran dependencia económica de sus Estados miembro hacia China.
Sólo entre 2016 y 2022, el déficit comercial del Viejo Continente hacia el gigante asiático prácticamente se ha triplicado, pasando de los 145.000 a los 396.000 millones el año pasado.
Un fenómeno que la pandemia de Covid ha acelerado aún más, a pesar del discurso oficial de la autosuficiencia y la reindustrialización. El año pasado, China suponía ya el 20% de las importaciones totales de la UE, siendo destino de tan sólo el 9% de sus exportaciones.
Sin duda, este grave y creciente desequilibrio tiene que ver con un borrador interno desvelado por Politico proveniente del Servicio Europeo de Acción Exterior, institución liderada por Josep Borrell y que actúa como ministerio de asuntos exteriores de la Unión Europea.
En esta nota de trabajo, que tenía como objetivo orientar las discusiones de la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores europeos reunidos en Estocolmo el viernes 12 de mayo, Bruselas urgía a los 27 a mantener los lazos con el gobierno de Pekín.
El texto apuntaba por un lado a la necesidad de que las diplomacias europeas «están preparadas» para una escalada de tensiones en Extremo Oriente que podría llegar a ser «crítica», según recoge Politico. Y hacía referencia al problema económico que caería sobre Europa como un peso muerto si el conflicto bélico en el estrecho de Taiwán estallara: nuestro suministro de chips electrónicos se vería repentinamente interrumpido.
Por otra parte, y para intentar evitar lo máximo posible este escenario, el Servicio Europeo de Acción Exterior declaraba en el borrador que “China y Estados Unidos no pueden convertirse en más extranjeras una a otra. De lo contrario existe el riesgo de que los malentendidos crezcan y se extiendan a otros ámbitos”.
Y se insistía: “la rivalidad sistémica puede manifestarse en prácticamente todas las áreas. Pero esto no debe disuadir a la UE de mantener abiertos los canales de comunicación y buscar una cooperación constructiva con China”.
Efectivamente, Europa está sufriendo particularmente la crisis en las relaciones bilaterales entre China, su principal importador, y Estados Unidos, el primer destino de las exportaciones europeas según datos de Eurostat para 2021.
Mientras Washington sigue avanzando en su línea dura hacia China, la UE no ha adoptado todavía una respuesta común y la posición hacia Pequín varía mucho de una capital europea a otra.
El presidente de Francia Emmanuel Macron, por ejemplo, se mostró muy conciliador con su homólogo chino Xi Jinping en su reciente visita, mientras que sus declaraciones despertaron la indignación de los Países Bajos y de otros socios especialmente cercanos a Washington.
Alemania vive sumida en una contradicción particularmente profunda en su actitud hacia China, ya que es particularmente dependiente de ella en el campo económico y al mismo tiempo se mantiene firmemente aferrada a Estados Unidos en el ámbito de la seguridad.
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