Collboni sólo tiene 10 de los 41 concejales, una minoría muy débil para acometer todo lo que Barcelona necesita y que va quedando acumulado en su déficit y también para afrontar los nuevos y grandes retos que hay sobre la mesa.
Situamos 5 para ejemplificar la magnitud del problema
Por debajo del glamour turístico, aparecen algunos datos inquietantes. Por ejemplo, en la zona teóricamente más dinámica desde el punto de vista económico, el Distrito 22@ de Poblenou, un 21,35% de la superficie está desocupada. Es un máximo en la secuencia temporal que representa 160.000 m² de oficinas vacías. Para el conjunto de la ciudad esta cifra se sitúa en el 10%, lejos del mínimo de 2019 situado en el 4,4% y avanzando hacia el máximo de 2013 del 13,85%. En ambos casos la tendencia es la de crecer el desempleo. A esto se le añade la dificultad de alquilar muchos bajos que permanecen meses y meses vacíos. Fuera del monocultivo turístico las otras actividades parecen debilitadas y la dinámica de la compra por correo no favorece para nada la vida comercial de los barrios de la ciudad.
Un segundo capítulo importante es el de la movilidad. Los resultados de acuerdo con los distintos estudios del RACC señalan una evolución a peor. El 60% de los encuestados considera que los desplazamientos se han complicado y que no son fáciles. Lo más llamativo de este estudio es que esta consideración negativa no afecta sólo al coche, sino también a la motocicleta, al peatón e, incluso, a la bicicleta y al patinete. Todo el mundo está descontento con cifras que en todos los casos superan el 65% de las opiniones.
Por otro lado, todo el urbanismo táctico y la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) han modificado muy poco la forma como los barceloneses y los que vienen a la ciudad nos trasladamos. Entre la situación previa a la ZBE y la actual, los cambios son mínimos. Pero han crecido muy poco los desplazamientos a pie en tres décimas hasta llegar al 14,7%, y en patinete que representa el 0,7%. En contrapartida, la bicicleta ha decaído un 0,6% y ahora está en el 2,6% de la movilidad.
En el ámbito del transporte público, se han mantenido al igual que en el escenario previo a la ZBE el tren (6,5%) y el tranvía (1,6%). Prácticamente, no ha crecido el metro y el autobús interurbano, un 0,2% respectivamente, considerando que el metro representa 1 de casi cada 4 desplazamientos mientras que el interurbano sólo es del 2%. El autobús urbano creció un 1,3% situándose en el 12,1%. El vehículo privado se ha reducido, pero muy poco. La motocicleta en un 0,1 por ciento y el coche con un 1,6 por ciento. Si bien sigue siendo el medio más utilizado porque representa prácticamente el 30% de los desplazamientos. Mucho más que el metro. De hecho, la suma de autobús y metro supera por muy poco el uso del vehículo privado. Podríamos decir que lo que se ha caído el coche lo han ganado los buses. Y que lo que mejoró ir a pie y patinete se perdió en bicicletas.
El resultado es pobre ante los disturbios y los daños económicos que ha generado la forma en que se ha aplicado la ZBE y el urbanismo táctico. Estamos claramente ante un caso al que le va como anillo al dedo la definición de parto de los Montes.
Son retos en la misma pendiente determinados aspectos de la tranquilidad y seguridad de los barceloneses. Sobre todo los concretados en torno a las peleas y disturbios que se producen en las salidas de las discotecas, en el transporte público nocturno de los fines de semana y el triángulo golfo de Poblenou. La droga y las violaciones y abusos sexuales constituyen el tríptico nefasto del delito en Barcelona.
Asignatura pendiente e importante es la burbuja de calor de la ciudad y las noches insufribles a la que ahora se le añade la rápida degradación de parques y zonas verdes y la pérdida no reposada de arbolado. Todo ello una combinación nefasta.
Por último, y para señalar un capítulo eterno de la ciudad mal resuelto, es el de la escalinata y finalización de la Sagrada Família, que sigue indeterminado sin que el Ayuntamiento se atreva a definir cuál es la solución, que sólo podría ser aquella prevista que remodela el entorno para magnificar la obra de Gaudí, que constituye el símbolo mundial de Barcelona y que debería servir también para pacificar este barrio, en la actualidad terriblemente dañado por el turismo.
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