El parlamento de Alemania ha aprobado el viernes 23 de febrero la legalización del consumo y tenencia de marihuana para fines recreativos. Una promesa (de hecho, medida anunciada entonces como estrella) de la coalición llamada semáforo entre socialdemócratas, verdes y liberales, liderada por Olaf Scholz.
El ministro de sanidad alemán, Karl Lauterbach, defendió su propuesta de ley, ahora ya aprobada, afirmando que era una cuestión de «sentido común», ya que 4,5 millones de alemanes son consumidores regulares de esta droga, y que en los últimos 10 años, el número de jóvenes de entre 18 y 25 años que toman marihuana ha aumentado un 100 por cien.
Tan pobre razonamiento equivaldría a decretar por ley la incentivación de los suicidios solo porque las estadísticas han demostrado que cada vez más personas se quitan la vida.
La ley, que también autoriza el consumo público de marihuana, establece un nebuloso límite mensual de tenencia de la droga de 50 gramos por persona. Resulta muy difícil ver cómo se podrá en la práctica controlar ese umbral.
Por otra parte, el artículo que debía permitir la venta de marihuana en comercios acreditados no fue finalmente aprobado por el momento, ya que sus partidarios esperan que lo sea en un futuro próximo.
Quizás lo más grave del caso alemán es que los resultados de otros países que se han movido antes en esta dirección, como los Países Bajos, han resultado sencillamente catastróficos, propulsando el tráfico ilegal y la violencia que viene asociada a niveles nunca vistos. Y Alemania no se contenta con equipararse con los Países Bajos, sino que introduce la legislación más permisiva de Europa y la segunda del mundo, después de otro país que se ha convertido en emblemático del progresismo woke, Canadá.
También resulta particularmente triste que la razón aducida por los liberales alemanes para legalizar una droga de efectos nefastos sobre la salud sobradamente demostrados, sea recaudar dinero, unos 5.000 millones de euros anuales, según se calculó en 2021.
La ley ha hecho frente a una oposición total de la democracia cristiana y del partido de la derecha alternativa AfD (Alternativa por Alemania, en sus siglas germánicas).
Sin embargo, es que además, según una encuesta realizada por YouGov, la ciudadanía alemana es mayoritariamente contraria a la legalización de la marihuana, con un 47% de los encuestados declarándose en contra, un 42% a favor y un 11% de indecisos.
Así pues, cabe preguntarse: por qué el gobierno de Olaf Scholz, que hace frente a una crisis económica sin precedentes en la historia del país desde la Segunda Guerra Mundial y a un descontento social creciente a raíz de la agenda «verde» y los costes que ésta implica para las clases medias, ¿se arriesga a perder aún más capital político, aprobando una ley divisoria y con riesgos importantes por la criminalidad? Y más aún, ¿sabiendo que Alemania hace frente ya a un fuerte incremento del crimen en los últimos años?
Parte de la respuesta parece encontrarse en la ceguera ideológica que afecta a buena parte de las élites de gobierno en Europa, combinada con una inquietante falta de visión estratégica a largo plazo y que tome en cuenta el conjunto de variables clave a la hora hacer políticas y medir sus consecuencias.
Solo así se pueden explicar aberraciones como la ley recientemente aprobada en la cámara baja alemana que legaliza la marihuana, pero también la decisión de Angela Merkel de abandonar la energía nuclear de hace unos años, cediendo a las presiones del poderoso lobby ecologista alemán.
COLABORA EN LA ENCUESTA DE CONVERSES SOBRE LA SITUACIÓN DE CATALUÑA:
1 comentario. Dejar nuevo
No hay más ciego que el que suscribe y escribe esta noticia.
Debería informarse un poco más sobre el cannabis y salir de su cueva. Usted debe de ser de esos gustosos de limitar derechos individuales, como los impulsores de la ley seca.
Por cierto, hay más países que Canada: Thailandia, México, Uruguay, sudáfrica, numerosos estados en EEUU, ya lo tienen regulado como legal para uso recreativo. Numerosos países más lo tienen regulado y legal para uso medicinal, además de que hay una corriente internacional que tiende a la legalización a todos los niveles.
Hay que derribar los falsos mitos y tabúes sobre el cannabis, para lo cual le recomiendo al autor que lea un poquito más y que contraste la información.
Y de todas maneras, la gente que consume, va a hacerlo sea legal o no. Ya se ha visto como ha ido hasta ahora la prohibición, algo que ya se vió también con la ley seca: para que prosperen las mafias.