Alemania entra en crisis: ¿es el fin de la locomotora europea?

Alemania entra en crisis. Tras conocer los malos datos económicos de Alemania, que confirman la recesión de la locomotora europea, cabe preguntarse si esta mala noticia para el conjunto de la UE se debe únicamente a una coyuntura particularmente desfavorable, o bien si refleja un problema estructural.

La respuesta más probable es que si bien existe una parte incuestionable de coyuntura en la situación que atraviesa la economía, y particularmente la industria, alemana, los problemas de fondo son profundos.

Alemania llevó a cabo hace 20 años una serie de reformas económicas y laborales dirigidas por el canciller social-demócrata Gerhard Schröeder que liberaron al enorme potencial exportador del país. El éxito dio a los alemanes una falsa sensación de seguridad, ya que se basaba en unos cimientos que el tiempo ha demostrado débiles.

Estos problemas pueden resumirse en cuatro puntos: dependencia de materias primas y en particular de fuentes de energía; fuerte concentración del crecimiento de las exportaciones en un solo mercado muy particular, China; un grave déficit en materia de innovación; y por último, un inmenso problema demográfico (aunque no es en absoluto exclusivo en Alemania, pero sí particularmente grave para un país que se quiere líder).

Un enano tecnológico

Más allá de la tan admirada industria germánica que supone el 27% de su economía, el país es un enano tecnológico donde sólo despunta una empresa informática a nivel mundial, SAP.

Las finanzas tampoco son un punto fuerte de Alemania, y su gran banco (Deutsche Bank) es conocido por varios episodios bastante sonados de mala gestión. Para acabar de redondearlo, la gran fintech del país, Wirecard, quebró en el 2020 en medio de un gran escándalo contable.

De hecho, la riqueza de Alemania sigue basada en gigantes industriales que surgieron de tecnologías del siglo XIX, desde productos químicos hasta motores de combustión.

En cambio, en materia de nuevas tecnologías Alemania es tan sólo el 8º país más innovador del mundo según el Índice Global de Innovación (y el cuarto a nivel europeo). Una posición envidiable desde el punto de vista español pero en fuerte desequilibrio con el peso total de su economía, que ocupa todavía la cuarta posición mundial codo con codo con el tercero del podio, Japón.

Según el propio Marcel Fratzscher, director del Instituto de investigación económica de Alemania (DIW), «Alemania no tiene nada que ofrecer en ninguno de los sectores orientados al futuro más importantes». Y añade: «lo que existe es la vieja industria».

Como Converses apuntaba recientemente, Estados Unidos de América ha dejado atrás (y parece que definitivamente) en tan sólo una década y media la economía de la Unión Europea, superando ya de largo su PIB combinado. Buena parte de este descalabro se debe precisamente a la infrarrepresentación del sector tecnológico europeo respecto a la potente máquina de Silicon Valley.

Así, durante los últimos 15 años, el PIB norteamericano creció un 76% mientras que la «locomotora europea» (conviene poner ahora la expresión entre comillas) se expandió tan sólo un 19%.

El problema demográfico

El otro drama para la economía alemana es su déficit demográfico. En los próximos 15 años, cerca del 30% de la población activa alemana alcanzará la edad de jubilación. Esto también supone que cada vez hay menos personas que alcanzan la edad de máxima productividad, que se sitúa entre los 30 y los 40 años.

Un problema añadido que Fratzscher menciona es que un porcentaje importante de alemanes jóvenes se inclina por trabajos estables y seguros en vez de dedicarse a actividades de emprendeduría o más generalmente del sector privado.

En este apartado cabe destacar que la inmigración masiva no ha logrado resolver el grave déficit de mano de obra, ya que el país atrae principalmente a personas con escasas calificaciones (un hecho común en toda Europa), inadecuadas para los trabajos que las empresas alemanas solicitan. Las barreras culturales y lingüísticas, particularmente elevadas, tampoco contribuyen a ello.

En definitiva, la grave y profunda crisis económica que se deja vislumbrar en Alemania supone un riesgo importante para el conjunto de la UE, ya que Alemania no es tan sólo el país con mayor PIB, sino que actúa como un auténtico hub industrial, siendo el principal socio comercial e inversor de numerosas economías europeas, en especial de Europa Central y del Este.

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