¡Alarma! Continúan creciendo las agresiones sexuales cometidas por menores

Uno de los problemas evidentes que señalan el déficit educativo en Cataluña y en el conjunto de España es el continuado incremento de las agresiones sexuales cometidas por menores. El año pasado crecieron un 5% en relación con el año anterior, que a su vez ya había crecido en relación con el precedente en una larga secuencia de incrementos. Fueron 1.934 delitos de este tipo, de los que 1.370 fueron abusos sexuales y 564 violaciones. La primera cifra crece de una manera muy importante, un 15%. La segunda decae pero de una manera poco significativa, un 13%. Aun así, que personas menores de 18 años hayan cometido más de medio centenar de violaciones en un año, más de una por día, da mucho que pensar.

Más cuando también ha continuado creciendo el número de menores que han sido víctimas de abusos sexuales, 847, con un 6% de incremento, además de 192 violaciones, con un aumento del 14%. Nuestros adolescentes y jóvenes son a la vez agresores y víctimas de una plaga que se extiende. No es la única, también crece y mucho la figura delictiva de la agresión violenta contra los padres. Y aún habría un tercer vector que ayudaría a componer el panorama, la falta de solidaridad de un sector no pequeño de la juventud ante la actual pandemia al no obedecer las normas de seguridad y practicar fiestas, encuentros, botellones que con facilidad multiplican los contactos, con el agravante de que muchos de estos jóvenes son portadores no sintomáticos, transmiten la enfermedad, pero ellos no la sufren. Ante estos hechos, los gobiernos, las instituciones no parecen encontrar la respuesta.

La receta mecánica de salir al paso de estas alarmantes cifras recomendando más educación sexual parece una broma de mal gusto, porque ¿qué significa educación sexual? Hasta ahora la enseñanza ha consistido básicamente en asumir las pautas de promiscuidad y relaciones precoces que convierten el sexo en una especie de deporte de contacto y en adoptar medidas para que la chica no quede embarazada y no haya enfermedades de transmisión sexual. ¿Quién puede pensar que con esta receta se frenen las agresiones sexuales, que tienen un origen muy diferente? La sexualización continua de nuestra gente joven, debido al acceso masivo a la pornografía, la extensión de la prostitución, la misma educación sexual tal como es entendida, y la pérdida de toda educación en la responsabilidad de los propios actos, el respeto al otro, sea quien sea, por el hecho de ser una persona y la capacidad de controlar los deseos y las pulsiones que estos generan, y que hasta un pasado muy reciente habían formado parte de toda la tradición educativa en todo el mundo, son las causas inabordadas que están en la raíz del problema. Se sabía que el adolescente, el joven y los impulsos, también los sexuales, eran consecuencia de su despertar hacia la madurez, y que la cultura consistía en la capacidad de canalizar en términos positivos estos impulsos. Un buen día a alguien se le ocurrió calificar la canalización como represión, y como las palabras tienen consecuencias, el resultado está a la vista. Estalló en la pedagogía todo lo que fueran medidas dirigidas a cultivar las virtudes que permiten al ser humano controlarse y no usar a los demás como medios al servicio de sus deseos. El resultado es hoy una estadística.

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