En un artículo del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa, el contraalmirante japonés (retirado) Yamamoto Katsuya ofrece a los observadores europeos, poco acostumbrados a las sutilidades culturales de Extremo Oriente, una valiosa perspectiva para entender la delicada situación geopolítica entre Taiwán y China.
Katsuya menciona que uno de los grandes problemas a los que hace frente Taiwán es que el no reconocimiento de la isla como un estado independiente es una línea roja de China. Y esto hace, por ejemplo, que no existan canales de comunicación entre los barcos de la armada taiwanesa y los de sus aliados no oficiales, como Japón. Pero tampoco entre Taiwán y China continental.
Katsuya explica que para la mayoría de japoneses, China continental y Taiwán son sociedades fundamentalmente diferentes entre sí. Las encuestas apuntan a que la opinión de los japoneses sobre China se ha ido volviendo cada vez más negativa. De hecho, los japoneses tenderían a ver cómo esencialmente diferentes la China comunista actual de la China clásica que aprenden en la escuela.
Más recientemente, episodios como la represión de las autoridades centrales contra la oposición en Hong Kong, la gestión de la pandemia del coronavirus, los incidentes protagonizados por guardacostas chinos en aguas territoriales japonesas e incluso el lanzamiento de misiles dentro de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Japón han incrementado los recelos hacia la China contemporánea. Muchos japoneses consideran «la sociedad china actual imprevisible y difícil de entender».
En cambio, Taiwán ha seguido el camino inverso. La isla, que sigue oficialmente designándose como “República de China”, ha ido dando pasos hacia la democracia, incluyendo la elección del presidente mediante sufragio universal a partir de 1996. Además, los intercambios crecientes entre las dos naciones insulares hacen que hoy en día los japoneses se sientan comparativamente más cercanos.
Si bien la posición oficial de Japón hacia la política de Pekín “de una sola China” es de “comprensión y respeto”, estos sentimientos terminan si China intenta obtener el control efectivo de Taiwán mediante la coerción o, de forma más directa aún, la invasión militar.
En caso de que China atacara a Taiwán y que Estados Unidos interviniese militarmente en defensa de la isla, el Tratado de Seguridad entre Japón y Estados Unidos en vigor autorizaría a estos últimos a utilizar las bases militares en territorio japonés. En este caso, sería previsible que se convirtieran en un objetivo militar de China, lo que forzaría a su vez a Japón a entrar en guerra.
La situación devendría, pues, de conflagración bélica general en la región (sería de suponer que Corea del Sur, que también dispone de bases militares estadounidenses de gran importancia dentro de su territorio, entraría igualmente en situación de guerra contra China).
Para reducir las probabilidades de este escenario bélico, Katsuya defiende que deben establecerse mecanismos eficaces de comunicación entre todos los actores militares que podrían verse implicados en incidentes marítimos y aéreos. En estos momentos, estos canales de comunicación, esenciales para evitar la tan temida escalada bélica en Extremo Oriente, no existen o no están funcionando como debería.
Japón corre el riesgo de verse arrastrado a un conflicto bélico si China ataca a Taiwán Compartir en X





