Estados Unidos lleva meses ayudando a Ucrania a preparar ataques de largo alcance contra objetivos de la infraestructura energética de Rusia. Funcionarios de ambos lados afirman que se trata de esfuerzos coordinados para debilitar la economía que sustenta la guerra contra Ucrania.
La inteligencia que las agencias estadounidenses han compartido con Kiev ha permitido dañar importantes instalaciones para las exportaciones rusas, situadas muy lejos de la línea de frente. Se trata, entre otros, de compartir datos clave de posición, tiempo, altitud y recomendaciones de itinerario para permitir a los drones y misiles ucranianos sortear las defensas aéreas de Rusia.
Los primeros resultados de la campaña de largo alcance son ya evidentes: varias regiones rusas se encuentran con penurias de combustible, los precios de la energía se han incrementado sensiblemente y Moscú se ha visto obligada a reducir las exportaciones de diesel y petróleo crudo.
Según fuentes del Financial Times, el cambio de actitud de Trump se produjo antes de la cumbre entre Trump y Putin el 15 de agosto en Alaska. Ya a finales de julio, el presidente estadounidense habría dado muestras de apoyo a Zelenski para desplegar una estrategia que dañara a la economía rusa y empujara al Kremlin a negociar. De hecho, Trump permitió golpear objetivos que la Administración Biden buscaba disuadir.
Además, desde su reunión bilateral con el presidente ruso, Trump ha insistido en declarar públicamente su frustración por la falta de voluntad de Putin de avanzar hacia la paz.
Más allá de la valiosa información facilitada por Estados Unidos, el éxito de la campaña de largo alcance de Ucrania se debe también al éxito del país en desarrollar y producir sistemas de armas capaces de llevar a cabo estas misiones.
Entre las armas utilizadas, destacan los aparatos aéreos no tripulados de largo alcance FP-1 y Liutyi, que se emplean en bandadas masivas, pudiendo superar los 300 aparatos, y los misiles Neptune y Flamingo.
Durante el último mes, Ucrania ha conseguido dañar en tres ocasiones diferentes instalaciones petroleras en la región de Baixkortostán, a unos 1.400 kilómetros de distancia del frente.
Hasta ahora, al menos 16 de las 38 refinerías de Rusia han resultado atacadas por Ucrania, produciendo pérdidas de producción de más de un millón de barriles diarios, según el grupo de investigación Energy Aspects. Una cantidad considerable, puesto que la capacidad diaria teórica de refinamiento rusa es de unos seis millones y medio de barriles.
En un paso más de su apoyo a Zelenski, Trump declaró la semana pasada estar considerando entregar misiles de crucero de largo alcance Tomahawk.
El líder estadounidense afirma que sigue buscando la forma de poner fin a la guerra lo más rápidamente posible, y para ello el cambio de táctica hacia Putin parece racional.
Incluso antes de la expansión de la campaña de largo alcance ucraniana, varios analistas independientes ya señalaban que la financiación bélica por parte del Kremlin entraría en serias dificultades a partir del próximo año.
Cabe añadir que reducir las exportaciones energéticas rusas resulta particularmente útil también de cara a la economía nacional de Estados Unidos, que se han convertido gracias a las técnicas de extracción no convencionales en el primer productor de petróleo del mundo.
Estados Unidos lleva meses ayudando a Ucrania a preparar ataques de largo alcance contra objetivos de la infraestructura energética de Rusia #Ucrania Compartir en X