¿Quién apagó la luz? El misterio que el gobierno quiere resolver

Han pasado días, semanas… y seguimos sin saber quién apagó la luz. Pero no es que no haya pistas, no. De hecho, hay evidencias técnicas bastante claras sobre el porqué del colapso energético. Lo que falta es voluntad de reconocer lo obvio. Lo fascinante —y profundamente hispánico— es que el Gobierno ha encargado la investigación a los mismos que no supieron evitar el apagón. Como si el pirómano dirigiera el cuerpo de bomberos.

Y claro, la cosa se complica. La presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), Cani Fernández —a quien se le supone cierta independencia— ya ha salido en sede parlamentaria descartando el mix energético como causa. ¡Qué rapidez, qué eficiencia! Todavía no han acabado el informe, pero ya saben que las renovables no tienen nada que ver. Milagros de la política científica.

Nos dicen que todo es muy complejo y que necesitaremos entre seis meses y un año para conocer la verdad. Pero curiosamente, lo que sí pueden afirmar con total seguridad —y con admirable velocidad— es que la masiva entrada de energía solar y eólica no tiene nada que ver con el desastre. A eso se le llama tener las conclusiones antes que los datos.

¿Y mientras tanto? Red Eléctrica ha entrado en modo “curarse en salud”: se han disparado los costes operativos para mantener activas las centrales de ciclo combinado —esas sí, capaces de responder a la demanda real— y evitar otro susto. En apenas 12 días del mes, el gasto casi iguala al total de mayo de 2024. ¿Alguien lo ha explicado públicamente? Por supuesto que no. Es más fácil seguir simulando que todo va como una seda ecológica.

Porque claro, reconocer que más del 60% de energía solar y eólica inyectada sin capacidad de almacenamiento es un riesgo, implicaría admitir un error estratégico de política energética. Y eso, en año preelectoral, es impensable. España es líder europeo en producción renovable… y farolillo rojo en capacidad de almacenamiento. Somos campeones de correr sin frenos.

La ministra Sara Aagesen, titular para la Transición Ecológica, compareció en el Congreso con su habitual tono de manual de autoayuda institucional. Confirmó que no había indicios de un ciberataque, aunque tampoco lo descartó del todo, por si acaso hay que echarle la culpa a algún hacker de Uzbekistán. Los técnicos de Red Eléctrica ya habían cerrado esa hipótesis el 29 de abril, pero el Gobierno prefiere dejar la puerta abierta a cualquier otra excusa que le libre de responsabilidad.

Mientras tanto, el verdadero debate —cómo lograr un sistema energético equilibrado, que combine producción renovable con capacidad de respuesta y almacenamiento— sigue enterrado bajo una capa de ideología y consignas. La nuclear es malísima, las baterías ya llegarán, y si se apaga la luz, pues se enciende una vela. O se hace un comité.

En resumen: si el Gobierno no quiere ver las causas del apagón eléctrico, no es porque no tenga ojos, sino porque prefiere taparse con la manta del relato. Eso sí, que nadie olvide reciclarla cuando acabe la función.

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