Sánchez vuelve a insistir en la mejor economía del mundo en referencia a España y considera que se ha entrado en un triángulo virtuoso “de crecimiento, progreso económico y justicia social”. Hay que ver lo que da de sí un solo reportaje en The Economist , porque ésta es toda la base de la fabulación de Sánchez. Que lo repita una y otra vez no lo hace más cierto; por el contrario, lo convierte en una parodia por el simple contraste con la realidad.
Recordemos qué dijo el semanario inglés:
The Economist publicó el artículo el 11 de diciembre de 2024, declarando España como la mejor economía entre los países de la OCDE para el año 2024.
Las causas concretas de esta afirmación se basan en cinco indicadores clave:
- «Crecimiento del PIB: Se espera que supere el 3% en 2024». Debido en gran medida a la entrada masiva de inmigrantes. Creció la población, creció la tarta, pero como los comensales eran muchos, este crecimiento no se reflejó en la renta per cápita.
- “Rendimiento bursátil: La bolsa española registró un incremento del 17% en un año”. Sin embargo, la bolsa en España, dominada por grandes grupos inversores internacionales, no es un buen reflejo de la situación económica del país.
- “Inflación subyacente: España se situó en la decimotercera posición en este aspecto”. Pero no fue así con los bienes de primera necesidad como los alimentos.
- “Reducción del paro: Alcanzó el nivel más bajo en una década” . Con un cambio significativo en las estadísticas con los fijos discontinuos, que sin trabajar no cuentan como parados.
- «Balance fiscal: España ocupó la décima posición con menor déficit primario». Pero a base, como veremos, de un expolio fiscal notable.
Otros países que ocuparon posiciones destacadas en el ranking fueron:
- Irlanda: 2ª posición
- Dinamarca: 3a posición
- Grecia: 4ª posición
- Italia: 5ª posición
La propia publicación advertía: «Es importante destacar que este ranking mide la mejora económica durante 2024, no necesariamente el nivel absoluto de desarrollo económico».
De todas estas notas al margen, Sánchez no considera ninguna.
Vivimos bajo la mejor economía del mundo, pero ciertamente no para la mayoría de los ciudadanos, que han visto cómo en los últimos cuatro años la recaudación fiscal ha crecido un 51,77%, una cifra exorbitante, que sale de nuestros bolsillos, y a un ritmo del 15,1% en 2021, 14,4% en 2022, 6,4% en 2023 y 8,3% el año pasado.
Sobre todo, a causa de la inflación, el gobierno se ha negado sistemáticamente a cualquier ajuste fiscal para disminuir sus efectos negativos en las economías de familias y empresas. Ha preferido recaudar mucho y repartir algo a través de determinadas rebajas puntuales del IVA y otras medidas de este tipo, bajo el criterio, nada desacertado por su parte, que el ciudadano tiende a ignorar estos incrementos de recaudación fiscal generalizada, mientras que el reparto de dinero genera mucha atención. El primero apenas sale en los medios de comunicación, y el segundo siempre recibe una notable atención.
¿Es modélica una economía que se dedica a esquilmar de esta forma a sus propios ciudadanos? ¿O es que la débil conciencia cívica del país permite estos excesos? Porque se trata de eso.
El gobierno ha dejado pudrir el problema de la vivienda hasta el extremo de que los jóvenes, que ya no lo son tanto, los de menos de 35 años, en su mayor parte siguen viviendo con sus padres, en un 80%, porque su salario no les permite emanciparse, y mucho menos pensar en formar una familia. sino que mantiene el IVA de la vivienda en un 10%. Al mismo tiempo, recorta todavía más los ingresos a través de estas recaudaciones ficales tan exageradas. No solo esto, sino que mantiene el IVA de la vivienda en un 10%.
Todo esto sucede cuando el informe sobre “Homologación salarial 2007-2023” de ICSA y ESADE señala que el salario de los empleados, es decir, de la inmensa mayoría, todavía no ha logrado recuperar el nivel de la inflación acumulada. Ésta ha sido de un 39,7% desde esa fecha, mientras que el conjunto de salarios de los empleados sólo ha alcanzado el 38,3%. La retribución de los directivos aún quedó más corta, con un 29,3%, pero los grandes afectados fueron los mandos intermedios, que sólo vieron crecer sus ingresos laborales en un 22,7%, a 12 puntos de la inflación.
Si a todo esto se le suma la elevada recaudación fiscal, es evidente que en términos reales los ciudadanos han perdido poder adquisitivo, sobre todo la clase media, aunque, en general, el problema afecta a todos los asalariados, que no han visto sus salarios adaptarse a la inflación.
Si bien es cierto que España consigue buenas tasas de empleo en los últimos años, también lo es que la categoría de fijos discontinuos encubre una bolsa de paro que sigue costando mucho dinero al erario público, sin que por eso hayamos dejado de ser el farolillo de cola en la Unión Europea. Nuestra tasa de paro en el segundo trimestre de 2024 era del 11,6%, por encima de la de Grecia, el penúltimo país, con un 10,1%.