El bajón electoral sufrido por ERC durante el periodo en el que ha tenido más poder político desde la recuperación de la democracia exigiría a este partido una revisión y un debate a fondo, porque algo muy grave debe suceder cuando, teniendo las mejores condiciones políticas, han obtenido un notable fracaso electoral. Además, ese fracaso se ha visto agravado porque ha facilitado una hegemonía del PSC-PSOE como nunca había logrado en Catalunya. Ha encaramado a su teórico adversario, convirtiéndose, de hecho, en un apéndice suyo. Fuera de los indultos —importantes— y la amnistía, los pactos con el gobierno Sánchez no han funcionado a ojos de la gente, y la misma amnistía tiene grandes dificultades para aplicarse plenamente, seguramente porque obras de ese calibre o tienen consenso o no acaban de funcionar.
Para ERC, la oportunidad de gobernar en solitario no funcionó y Aragonès, que nunca llenó el escenario presidencial, hundió esta gran posibilidad, la primera que tenía el partido republicano desde los años treinta del siglo pasado. ERC debe reflexionar sobre si puede ser un partido importante en Catalunya y mantener, a la vez, una dependencia tan evidente de Sánchez, en la que Rufián es un personaje muy secundario, seguramente porque el presidente del gobierno sabe que nunca lo dejarán caer.
En estas condiciones es muy difícil prosperar políticamente, aunque nunca como ahora la fuerza de los diputados catalanes había sido tan grande. Es grande incluso divididos, y ya no digamos si fueran juntos. Este hecho también llama a una profunda revisión de la política catalana: si Catalunya fuera una prioridad para JxCat y ERC, habrían adoptado una estrategia conjunta para algunas de las grandes cuestiones, como la inmigración. La realidad es que no representan bien a Catalunya porque están empeñados en representar sus intereses de fracción, cada vez más estrechos, como lo pone de relieve la batalla campal en la que se han convertido las elecciones y el próximo congreso de ERC.
¿Cómo puede ser que Junqueras, presidente durante años y años junto a Marta Rovira como secretaria general, se presente libre de toda responsabilidad en el fracaso de gobernanza y de la estrategia con Madrid? Él y Rovira fueron quienes empujaron a Puigdemont a la declaración de independencia unilateral para después dar un giro de 180 grados y convertirse en aliados incondicionales del PSOE. Todo esto, cuando no se explica bien, tiene como resultado el castigo electoral, y esto es lo que ha ocurrido. Junqueras es, en gran medida, responsable.
Los debates precongresuales, en lugar de mostrar buenos análisis de la realidad, sólo revelan enfrentamientos, de los cuales el capítulo sobre la estructura “B” es un vergonzoso asunto que demuestra el poco respeto por los demás y cuál es el estilo democrático de la dirección de ERC.
Con la intensidad actual de las campañas de las diferentes candidaturas, llegarán al 30 de noviembre más destruidos que repuestos, si no saben imprimir un giro intenso a la dinámica actual, que parece que sólo tiene como objetivo ganar cuota de poder para su fracción dentro de otra fracción que es el partido.
Con estos antecedentes, ¿cómo pueden presentarse para resolver los problemas del país, para construir el bien común, para unir a los catalanes, si no son capaces de resolver racionalmente sus problemas, se presentan divididos y enfrentados y no dedican ni un momento a ajustar cuentas por su fracaso, tanto de estrategia política como de partido de gobierno? Hoy, y en un futuro si nada sustancial cambia, ERC es una pata coja del sistema político catalán a mayor gloria del PSC.
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