Jordi Pujol, ideas, acción, política (12): Una visión positiva de Castilla y España, y la perspectiva de hoy

Del catalanismo al nacionalismo

De forma parecida a como Prat de la Riba da dimensión de nacionalidad al catalanismo político, Pujol lo transforma en nacionalismo. Pero atención, porque también en su diferenciación y a la manera de Prat, no pretende un Estado propio y separado de España, sino un autogobierno amplio en el marco del Estado español. Esta es una característica que es necesario entender de la concepción política pujolista, y que ya traté anteriormente aquí. No es en ningún caso separatista, para utilizar lenguaje de épocas pasadas y hoy recuperado.

La colaboración con el Estado

A aquella condición, une dos más, que confieren una gran especificidad a su concepción política y que la alejan de los planteamientos del independentismo actual.

La primera es su voluntad, y esto también es común a Prat de la Riba, de colaborar con el Estado, en aquello que con propiedad podríamos calificar de bien común de España. Y la práctica de sus años de gobierno y el correlato del grupo catalán en el Congreso lo avalan a través de los hechos. Cierto es que nunca quiso participar con ministros en los gobiernos españoles, pero la razón de esta actitud es sobre todo táctica y más de régimen interior que no relacionada con su posición sobre la política española. Sin ministros de CDC, el interlocutor decisivo para el Gobierno de turno era necesariamente él y no el ministro catalán. En contrapartida, no solo no se opuso, sino que promovió la presencia de catalanes afines en cargos de importancia en las diversas instancias del Estado, desde el Banco de España al Tribunal Constitucional.

Esta voluntad positiva no se guía por una afinidad ideológica partidista, como puede ser el caso de Esquerra Republicana y el socialismo español, sino que la aplica tanto con los gobiernos socialistas como con los populares, si bien estos últimos y después del periodo de Fraga y de la necesidad política de Aznar, tienden siempre a una deriva anticatalanista, como una fórmula que compense con el voto en otras autonomías su debilidad en Cataluña, y esto obviamente no favorece para nada la colaboración. Pero aun así, Pujol, ya fuera del poder, critica, porque considera que no se llegará a nada positivo, que el segundo Estatuto de Autonomía se realice bajo la premisa de la exclusión del PP.

La visión positiva de España y Castilla

La segunda condición, característica de esta visión pujoliana, es su valoración positiva de España, algo no demasiado común en los diversos sectores del catalanismo; al contrario, lo considera un gran país, poseedor de una historia extraordinaria que valora en términos muy positivos, a pesar de los errores y tragedias que en ella existen. Esta perspectiva ayuda también a entender el porqué de su alta estima por Castilla, que considera como la matriz española. Una concepción que le situaría en el mismo lugar, en este aspecto concreto, claro está, no en otros, que muchos intelectuales españoles defensores de una determinada idea de España.

Esta doble valoración positiva de España y de Castilla desde Cataluña, añade complejidad a su visión política, y constituye un correlato apropiado para lo que es la realidad española. Hay siempre una predisposición a diferenciar la realización histórica de los pueblos de las políticas específicas de sus gobernantes en épocas determinadas. Es un dato menor pero significativo: reivindica sin complejos y podríamos decir que explota políticamente la figura de Gaspar de Portolà, de Os de Balaguer, militar y Gobernador de las Californias (1767-1770) y fundador de San Diego y Monterrey.

El cambio en la visión de Pujol en 2012

Todo esto es así hasta épocas bien recientes, que pueden ser fechadas con precisión porque se dispone de una especie de acta que señala el cambio público en la actitud. Se trata de la conferencia que pronunció en el auditorio de ESADE el 8 de marzo de 2012, que llevaba por título “Reflexió al tombant d’un camí. 1714-2014”.

En su intervención reafirma unos puntos clave a los que ya me he referido:

  1. “La afirmación y reconocimiento de Cataluña como un país con personalidad propia por lengua, cultura, historia, conciencia colectiva, voluntad de ser y propósito de elaborar y realizar un proyecto propio de país”.
  2. “La conciencia de que todo esto requiere una amplia capacidad de autogobierno. Un autogobierno al cual Cataluña tiene derecho precisamente por tener una personalidad propia bien definida y por el hecho de ser consciente de ello”.
  3. “En sus manifestaciones mayoritarias, el catalanismo no se ha planteado en términos de independencia, es decir, de ruptura con España, sino reclamando una reforma del Estado que hiciera posible el reconocimiento y el autogobierno de Cataluña”.
  4. “Esto ha comportado un compromiso del catalanismo para contribuir al progreso general del Estado español, un compromiso que el conjunto de Cataluña ha cumplido. Y ha cumplido bien, ha hecho una aportación muy importante en el cambio positivo que ha realizado España durante el siglo XX y muy especialmente desde 1960”.

Pujol reconoce que en este trayecto histórico la salvaguarda del ser de Cataluña y también del estar en España ha ido bien, sobre todo, dice, de 1970 hasta el año 2000. Pero añade: “Esto empezó a cambiar con la entrada del nuevo siglo, con la entrada de la década de las decepciones… Y de las crisis, o simplemente de cambios muy radicales en todos los campos”. Señala las nuevas tecnologías, una globalización muy potente, el freno a la construcción política de la Unión Europea, la crisis económica en Estados Unidos y Europa (está hablando en 2012, en la plenitud de la “Gran Contracción” que se inició en el 2008 con las subprime en Estados Unidos) y “el agotamiento del impulso positivo económico, social, y político incluso institucional del Estado español iniciado en la Transición…”.

La ruptura del encaje catalán con España

Todo esto, dice, ha repercutido en Cataluña, donde además “ha habido un impacto demográfico de gran magnitud, con la inmigración, en 10 años, más diversa y en términos relativos la más fuerte de toda Europa”. Y es en este momento, precisamente, cuando según Pujol, lo que parecía inspirar la relación entre Cataluña y España, se rompe, “se observa y se hace presente el objetivo de ir reduciendo nuestra personalidad colectiva”. El clima de la Transición en relación con Cataluña ha cambiado, las actitudes, sostiene Pujol, han cambiado radicalmente y hay una actitud general de hostilidad.

Críticas de Pujol al independentismo exprés

La visión de Pujol en este momento cambia. Creo que, en ello, pero no es una afirmación demostrable, pesa de una manera notable la crisis del entorno, y concretamente tres hechos. La falta de un propósito común español suficientemente atractivo, combinado con el aplanamiento del horizonte europeo, las consecuencias de la crisis del 2008, y su traducción en la gobernación de la Generalitat, que a causa de los recortes presupuestarios la abocan a una situación difícil y conflictiva, y finalmente la primera gran oleada de inmigración, que lógicamente deben preocupar a una lengua y una cultura demográficamente tan pequeña como el catalán.

Pero esta reflexión de Pujol, que advierte de una ruptura del encaje catalán con España, una visión anticipada de lo que realmente después sucedió, no le conduce al camino que Artur Mas y Convergència seguirían con el Procés y la pretendida independencia exprés. Al contrario, alerta sobre ella y considera que no tiene viabilidad. Solo, dice, sería posible con una clara mayoría social, que no niega que se pueda conseguir, pero que exige tiempo y mucha movilización. No es lo que él ve en aquel momento. Y entonces receta algo que casi siempre está presente en la visión de Pujol: evitar la tentación del desánimo y de la frustración, y para ello apela a la propia historia del país con sus caídas, remontadas y renacimientos.

La situación política actual

Después de aquel discurso vino el silencio forzado por el escándalo y su injusta lapidación pública, en la que participaron incluso los suyos (¿o es que Pujol, como cualquier persona, no tiene derecho a la presunción de inocencia, y que la gente pueda creer en sus palabras?). Poco a poco, lentamente, aquella injusticia pública se va reparando y su voz se escucha más.

El pronunciamiento de Pujol, crítico con la evolución española, también lo es con el estado actual de las fuerzas catalanas. Tiene razón al estar preocupado por ello: nunca como ahora las instituciones más importantes de Cataluña, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, han estado en manos del mismo partido que en Madrid gobierna con mano de hierro Sánchez, y que tiene en Illa un simple subalterno porque esta ha sido su tarea a lo largo de estos años, al menos hasta que como presidente demuestre lo contrario.

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