Caminando hacia un Nuevo Orden Mundial (I)

“El viejo mundo se muere y el nuevo está por llegar, y en este claroscuro entretiempo surgen los monstruos” (Antonio Gramsci)
“No vivimos sólo una época de cambios sino un cambio de época” ( Josep Piqué)
“Vamos hacia una nueva Guerra Fría entre dos bloques liderados respectivamente por EEUU, potencia hegemónica, y China, potencia emergente” (think tank Bruegel, Bruselas)

El orden económico liberal global establecido en 1944 se resquebraja

Las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, reunidas en Bretton Woods bajo la batuta estadounidense (1944), sentaron las bases de un orden económico liberal global que aún perdura, pero con dificultades.

Allí nacieron instituciones tan importantes como el Banco Mundial y su grupo financiero, el Fondo Monetario Internacional y el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), convertido más tarde en la Organización Mundial de Comercio (1995). Aunque dominado por las potencias occidentales, se trataba de un orden mundial económico abierto, multilateral, reglado y facilitador de intercambios comerciales y flujos de inversión extranjera cada vez más libres.

Este orden liberal se está desgastando actualmente por dos motivos.

En primer lugar, porque las dificultades de los trabajadores cualificados para mantener sus niveles de retribución o sus puestos de trabajo en Occidente han sido aprovechadas por políticos populistas como Trump, que han culpado a la competencia de China, convertida en enemigo exterior o chivo expiatorio útil. Se ignoraba que aquellos problemas se debían en gran medida a cambios tecnológicos y al no haber redistribuido los enormes beneficios empresariales de la globalización, lo que redundó en el aumento de la desigualdad de rentas.

En segundo lugar, porque los países emergentes hoy ya representan casi la mitad de la economía mundial, pero Occidente no les ha otorgado el peso que les correspondería en la gobernanza de la economía mundial, lo que ha impulsado a algunos, principalmente a China, a crear organizaciones económicas y políticas paralelas.

El mundo necesita una revitalización de los acuerdos de Bretton Woods y un nuevo impulso que restablezca el multilateralismo con normas internacionales respetadas por todos que permitan competir en un terreno de juego equilibrado y con árbitros independientes. El abandono del orden liberal internacional de Bretton Woods, que ha propiciado un gran crecimiento global durante los últimos ochenta años, podría entrañar graves consecuencias.

Estados Unidos, inventores de la globalización, hoy actúan como detractores ante el auge extraordinario de China. La ola proteccionista iniciada por los aranceles de Trump contra Pekín puede llevar a la división del mundo en bloques económicos. Según estudios recientes del Fondo Monetario Internacional, el impacto podría llegar a restar hasta siete puntos del PIB mundial.

Evolución del Orden Geopolítico Mundial

En el ámbito geopolítico, la Guerra Fría llegó en 1947 y con ella un período de orden mundial bipolar caracterizado por el enfrentamiento de las dos grandes potencias vencedoras de la guerra. El mundo quedó dividido entre un bloque occidental capitalista, liderado por Estados Unidos, y un bloque oriental comunista, liderado por la URSS. La Guerra Fría acabó con la caída del muro de Berlín en 1989 y la implosión de la URSS en 1991.

Durante un breve período de la historia universal, la democracia liberal y el libre mercado parecían ir en ascenso sin traba alguna. Tras la caída del Muro de Berlín, las grandes cuestiones económicas y políticas parecían resueltas. En el plano económico, la respuesta fueron los mercados libres. En política fue la democracia. En materia geopolítica, Estados Unidos era la única superpotencia, es decir, la potencia hegemónica.

En la sociedad, ampliar los derechos de las mujeres y las minorías era el camino más obvio. Dado que todos los grandes interrogantes se habían solucionado, el gobierno quedaba reducido a «la administración de lo inevitable» en palabras de Thomas Bagger, un intelectual y diplomático alemán. Según el politólogo norteamericano Francis Fukuyama, se había llegado al «final de la historia» en sentido hegeliano.

En aquellos momentos se llegó al máximo de democracias en el mundo, un total de 92, cifra por encima del número de países no democráticos. Esto ocurría por primera vez en la historia. Pero la preponderancia liberal indiscutida duró menos de veinte años.

En la reunión anual de 2007 de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Vladimir Putin empezó a rechazar abiertamente las creencias políticas y estratégicas que sustentaban el internacionalismo liberal. Más tarde se declararía absolutamente opuesto al liberalismo (entrevista en el Financial Times). Putin no desveló su condición de enemigo del orden liderado por Estados Unidos hasta 2007, seguido de un ataque militar a la vecina Georgia en 2008.

 

Putin llegó a la presidencia de Rusia en el año 2000 y puede seguir siéndolo constitucionalmente hasta 2036.

Angela Merkel esperaba que Rusia siguiera la secuencia wechsel durch handel (hacia la democracia a través del comercio), pero entonces se dio cuenta de que los planes de Putin eran otros. Sufrió un gran shock. Putin llegó a la presidencia de Rusia en el año 2000 y puede seguir siéndolo constitucionalmente hasta 2036.

La llegada de la Gran Recesión en 2008, comparable con la Gran Depresión de 1929, sumada a las guerras en Irak y en otras partes del mundo lanzadas por Estados Unidos, más el rápido y continuado crecimiento de China también acabaron con la idea de que el dominio occidental se prolongaría mucho tiempo. Cuando Xi Jinping subió al poder en 2012, estaba claro que el ascenso geopolítico de Occidente no podía darse por sentado. La idea de que la democracia liberal era la mejor ruta hacia la paz social también se vio cuestionada a medida que se ensanchaban las divisiones sociales en Occidente en medio de una amarga «guerra cultural».

El Período 1991-2001: Dominio Absoluto de Estados Unidos

El período 1991-2001 fue de absoluto dominio por parte de Estados Unidos, pero en 2001 se vieron atacados por el terrorismo islámico en su propio territorio. La reacción del hegemón fue inmediata y desmesurada, con enormes costes en recursos y vidas humanas

Entraron en guerra con varios países (Irak, Siria, Libia, Afganistán) en medio de una hubris de tragedia griega. Todo acabó con la retirada vergonzosa de Afganistán en agosto de 2021, ordenada por el presidente Biden. La retirada era de tropas norteamericanas y de otros países miembros de la OTAN.

Poco después llegarían las guerras de Ucrania y Gaza y con ellas nuevos desafíos para Occidente. La potencia hegemónica Estados Unidos había entrado en fase de declive relativo en el período 2001-2021 hasta hoy

Mientras Estados Unidos estuvieron guerreando durante dos décadas, China estaba experimentando un auge económico y de todo tipo como no se había conocido en la historia.

Se había iniciado principalmente a partir de 1978 con la sustitución del modelo de planificación integral de corte soviético por otro que combinaba planificación y mercado. Algunos analistas lo denominan «capitalismo de estado».

La visita de Nixon y Kissinger a Pekín en 1970 para separar China de Rusia y con ello propiciar el final de la guerra de Vietnam había abierto la puerta de China al mundo.

 

Estados Unidos, como Merkel respecto a Rusia, esperaban de China una evolución hacia la democracia liberal a través del comercio

En 2001, también con el visto bueno de Estados Unidos, China ingresó en la Organización Mundial de Comercio como miembro de pleno derecho. Estados Unidos, como Merkel respecto a Rusia, esperaban de China una evolución hacia la democracia liberal a través del comercio, pero evidentemente no ha sido así.

Estados Unidos hoy lo lamentan. «La culpa fue nuestra a partir de 1970, tenemos la cosecha que hemos sembrado nosotros mismos», ha escrito recientemente un analista estadounidense. En 2014, el PIB de China atrapó al de Estados Unidos en términos de paridad de poder adquisitivo. A precios de mercado actualmente alcanza las tres cuartas partes del PIB norteamericano. Este enorme auge económico de China, también tecnológico y militar, causa una gran preocupación, particularmente en Estados Unidos, pero también en Europa y Occidente en general.

El Declive de Occidente y el ascenso de Asia

El período 1989-2001 había sido de absoluto dominio por parte de Estados Unidos, su fortaleza parecía incontestable en todos los terrenos, pero se desgastaron mucho a continuación entre 2001 y 2021. A partir de 2021, Estados Unidos contemplaba hacia atrás sus fracasos bélicos y su declive relativo en pleno contraste con una China que estaba experimentando el milagro económico del siglo XXI.

Un milagro que no era capitalista ni liberal, sino que se había desarrollado de manera híbrida entre la competitividad de sus empresas en el mercado global, necesariamente capitalista y liberal, y un sistema financiero interno y unos servicios públicos regentados por el Estado. A lo que se añadía una visión estratégica de por dónde deben ir las inversiones y los desarrollos tecnológicos en un mundo en plena digitalización.

El auge de China y el declive relativo de Estados Unidos forman parte de una historia más amplia sobre el menguante peso económico y político de Occidente a medida que la riqueza y el poder se trasladan a Asia, principalmente a Asia Pacífico. Hoy el centro de gravedad económica del mundo está en la región Indo-Pacífico, concretamente en el estrecho de Malaca, al lado de las grandes potencias China e India. Esta última hace poco ha superado a la primera como país más poblado del mundo.

La realidad actual es que en el mundo de hoy existen solamente dos superpotencias: la hegemónica en declive relativo, Estados Unidos, y la emergente, China. Mejor dicho, re-emergente, ya que ha sido principal potencia en el mundo durante milenios. La palabra China significa «imperio del centro».

Hoy se habla mucho de la «trampa de Tucídides», según la cual los contextos históricos de convivencia entre una potencia hegemónica y otra emergente pueden acabar fácilmente en guerra.

Tucídides fue un historiador griego que vivió en el siglo quinto a. C. Escribió una obra monumental titulada «Historia de la Guerra del Peloponeso», en la que relata la guerra entre la potencia hegemónica Esparta contra la potencia emergente Atenas, que acabó con el triunfo de la primera.

El politólogo norteamericano Graham T. Allison popularizó la expresión «trampa de Tucídides» en un artículo publicado en 2015. Ha estudiado varios casos históricos de convivencia entre potencias hegemónicas y emergentes, la mayoría de los cuales terminaron en guerras abiertas. Tomó dieciséis casos históricos y concluyó que en trece de ellos las partes entraron en guerra. El concepto politológico «trampa de Tucídides» es suyo. Ha escrito que «cuando un poder en ascenso rivaliza con un poder gobernante, como Atenas desafió a Esparta en la antigua Grecia o como Alemania lo hizo con Gran Bretaña hace un siglo, existe el riesgo de guerra que genera el miedo a perder la hegemonía».

Una Nueva Guerra Fría

De momento ya se está hablando de la existencia de una segunda Guerra Fría entre Estados Unidos y China. El orden geopolítico mundial está dejando de ser unipolar para volver a la bipolaridad, con una gran diferencia respecto al período anterior: China y su sistema socioeconómico son mucho más poderosos que la URSS.

Además de China, el mundo presencia el retorno de antiguos imperios como Rusia, India, Turquía o Irán. Todo ello hace que el orden mundial sea cada vez más multipolar.

Actualmente en el mundo se están conformando tres grandes regiones geopolíticas: Occidente Global (al que Putin llama Occidente Colectivo), liderado por Estados Unidos al que pertenecen la UE y la OTAN; Este Global, liderado por China, en el que están incorporados los países miembros del grupo de los BRICS y los de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS); y Sur Global, con diversos aspirantes de liderazgo, principalmente China e India.

El auge de China y el declive relativo de Estados Unidos forman parte de una historia más amplia sobre el menguante peso económico y político de Occidente a medida que la riqueza y el poder se trasladan a Asia Share on X

 

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