El tiempo se ha detenido por la espera de la decisión de un solo hombre, Sánchez, pero la cuestión clave es qué haremos a partir del martes cuando este hombre nos haya comunicado su decisión. Es una dependencia excesiva que no puede conducir a nada bueno.
En el mientras tanto, se prepara la gran manifestación de desagravio del sábado con gente debidamente transportada desde las provincias. No dejará de ser un espectáculo que nos transporta por el túnel del tiempo a épocas que creemos superadas: hay que manifestarse para desagraviar al líder.
Pero, con todo esto, no podemos perder de vista que el país continúa su vida y que, por tanto, es necesario pensar en el más allá, es decir, el martes de la próxima semana.
Para ver los escenarios futuros inmediatos pueden ayudarnos unas constataciones: la primera es que el contenido de la carta, que quiere expresar una visión radicalmente personal, se ha convertido en una especie de compendio de principios políticos que sus seguidores y los medios de comunicación exégetas del poder amplifican y difunden.
Este compendio se traduce en tres puntos:
a) Todos los críticos con Sánchez y la forma de proceder de su esposa quedan descalificados por la vida política democrática porque son fachas que asaltan al poder. El corolario de esa descalificación total es la inviabilidad democrática, porque dentro de esa lógica resulta que Sánchez gobierna sin alternativa de ese signo. Toda la legitimidad democrática se concentra en él y los que le siguen. Basta con leer con un mínimo de atención, no ya las cartas, sino las declaraciones de sus ministros y portavoces y las opiniones de los medios de comunicación afines.
¿Cómo puede existir un Estado de derecho y un sistema democrático sin reconocimiento de la legitimidad de la oposición?
b) Descalificación total de los medios de comunicación que dan crédito, o explican, las pretendidas irregularidades de Begoña Gómez. Esta acción destruye los fundamentos de la libertad de prensa y de expresión porque la limita bajo un criterio de blanco o negro, sin matices. Por ejemplo, es posible pensar que en la actuación de la esposa de Sánchez no existe ningún ilícito penal, pero que precisamente por su condición familiar no puede ir por el mundo pidiendo dinero a los empresarios para una actividad suya. Lo que es tan evidente no es posible expresarlo sin ser condenado al infierno de quienes quieren destruir el legítimo gobierno de España.
¿Cómo puede funcionar una democracia si los medios de comunicación adversos al gobierno son señalados y estigmatizados por el poder?
c) La carta, y todo lo que ha venido atrás, desencadena una presión brutal sobre un juez de instrucción. Esta persona ya ha sido juzgada y condenada por todos los poderes, empezando por su señalización por parte del poder del estado que ya ha lanzado la fiscalía sobre él. Como también lo ha hecho con la gente a la que se pide que salga a la calle. Los medios de comunicación hacen lista de jueces malévolos y presentan todos estos asuntos como casos de law fare.
¿Puede existir una división de poderes y, por tanto, un Estado de derecho cuando personas del poder judicial son sometidas a presiones tan brutales porque incomodan al poder?
Y todo esto sucede solo por el hecho de que un juzgado de instrucción ha abierto un expediente, sin imputar a nadie, y llamando a declarar a dos directores de los digitales que informaron sobre los asuntos de Begoña Gómez. Entregado a su propia dinámica, este asunto habría quedado muy pobladamente en nada. Y si Sánchez hubiera reaccionado como un hombre de Estado responsable de su cargo y hubiera querido levantar la voz, en lugar de hacer una carta habría pedido la comparecencia en el Congreso y ayer, pausada y concretamente, habría explicado su verdad.
El resultado es que Sánchez y las fuerzas gubernamentales han logrado transformar un asunto judicialmente menor en un gran escándalo que amenaza la credibilidad del país y destruye precisamente la imagen de la pobre Begoña Gómez, que ahora sí está en las portadas de todos los medios de comunicación , no ya de España sino de todo el mundo, vinculada a la palabra “corrupción”. Un asunto menor es titular en el Financial Times, The New York Times, Al Jazeera y el Corriere della Sera.
La carta de Sánchez ha desatado una tormenta internacional que remueve a las cancillerías europeas y el tríptico es éste: Begoña-esposa del presidente del gobierno-corrupción. Muestra además la fragilidad e inestabilidad del país cara a Europa y también, que no se olvide, cara a los mercados financieros, que ahora ya saben que el crédito y la deuda pública dependen del estado de ánimo de un hombre y de su mujer. Y esto es evidente que no ayuda a ver el futuro económico de España con confianza; en otras palabras, la carta de Sánchez la pagaremos a corto y medio plazo.
Y ahora pasamos al martes. Sánchez dimite -no lo hará-. Resultado: ensañamiento con la mujer y con él, además, fuera del poder. De sus futuros cargos internacionales ni hablar.
La otra opción no dimite. Algo tendrá que hacer después de haber montado un cirio tan descomunal. Seguro que ya lo tiene pensado. Lo que todo el mundo apunta es el paripé de una moción de confianza.
Resultado: continúa la guerra política en torno al asunto. Las limitaciones a la democracia y al Estado de derecho se acentúan, así como el enfrentamiento irreductible entre unos y otros. El juzgado cierra el procedimiento sin más, pero como la presión ha sido tan descomunal, todo el mundo cree que ha sido el resultado de la coacción. Más descrédito para las instituciones.
Conclusión: a partir del martes más guerra civil desarmada, mayor destrucción de los poderes del estado y exhibición impúdica de la extrema fragilidad e inestabilidad de la democracia española.
Sánchez y las fuerzas gubernamentales han logrado transformar un asunto judicialmente menor en un gran escándalo que amenaza la credibilidad del país y destruye precisamente la imagen de Begoña Gómez que ahora sí está en sus portadas… Share on X
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