Sin lugar a dudas, si no los detenemos, a los gobernantes de Europa, empezando por Macron y siguiendo por la presidenta de la Comisión Europea, nos llevarán a la guerra.
No sé si ha reparado en ese detalle, pero, ayer 4 de abril, la mayoría de los grandes diarios, El País, La Vanguardia, El Periódico, El Mundo, dedicaron entre 4 y 6 páginas a anunciarnos que estábamos en una situación de guerra y a incitarnos a estar preparados. La excusa formal era el 75 aniversario de la OTAN, pero claro, esto en las condiciones habituales se ventila a lo sumo con una página y evidentemente no se dedican a despertar en el ciudadano la idea de que estamos abocados a un conflicto militar con Rusia.
El editorial de El Periódico era bien explícito en este sentido porque expresaba un eslogan que se va repitiendo otros días y en otros medios: debemos estar preparados para cualquier escenario, se entiende bélico, y debemos tener una fuerza militar disuasoria ante el expansionismo de Putin. Por si fuera poco también se nos explica que el ejército español se está preparando para la guerra en el este de Europa, pese a que el presidente Sánchez reiteró lo contrario semanas antes. Pero, en estos momentos, todos sabemos lo que vale la palabra de Sánchez y cuánto podemos confiar en lo que nos dice.
España está desplegando tropas y piensa seguir haciéndolo en lo que sería una línea de frente con Rusia, en lugares como el Ártico, Polonia, el mar Báltico, Letonia, Lituania y Rumanía. Nada menos que 15.000 soldados españoles, que es muchísima gente para un ejército que apenas alcanza los 85.000 efectivos. Con el hecho adicional de que nos dedicamos a mirar al este mientras dejamos nuestra espalda africana al Sahel en manos de los grupos de la yihad islámica, tras la expulsión del ejército francés y demás fuerzas europeas por los regímenes militares surgidos de golpes de estado en esta zona estratégica. Porque, por ella pasa la ruta de los inmigrantes, la del tráfico de armas, de droga y, naturalmente, la más importante de todas, la ruta de la yihad. Por situar un ejemplo concreto, la crisis inmigratoria que vive Canarias es consecuencia precisamente del conflicto en esta zona. Pero, mientras tanto, el gobierno español está preocupado por lo que pueda ocurrir en el Ártico o en el mar Báltico.
Ahora, la OTAN propone dedicar 100.000 millones de dólares, una cifra casi inimaginable por su magnitud, para rearmar a largo plazo a Ucrania. ¿Y por qué queremos una Ucrania militarmente potente a largo plazo cuando lo más importante es que se rehaga de la actual destrucción de la guerra? Pues porque la OTAN quiere mantener un frente bélico caliente con Rusia. Y para ello, se vende sistemáticamente una gran falsedad: que Europa está amenazada por una invasión del ejército ruso. El mismo ejército que, pese a atacar de imprevisto a un país mucho más débil demográfica y económicamente y con unas fuerzas armadas incipientes, como es Ucrania, ha tenido penas y fatigas para conquistar y mantener un pequeño pedazo de territorio. Y ese ejército ruso tan dañado con un potencial tan discutible, es quien debe ser capaz de invadir Europa. Hay que tener muchas pencas para hacernos tragar estas ruedas de molino.
Lo que ocurre es que a base de insistir y aprovechando una ciudadanía en parte despistada, pueden acabar de lograrlo. No hay más que recordar que el ejército británico y el francés tienen un potencial militar equivalente al que puede desplegar Rusia. Esto sin contar con el resto de Europa, ni con que Alemania, con más de 80 millones de habitantes y una de las grandes industrias del mundo, todavía no se ha puesto en marcha militarmente por completo. Todo ello lo único que hace es dar la razón a las voces rusas que dicen que occidente se rearma para atacarlos y entregar ese país a manos de China, que ésta sí que es realmente una gran potencia, y de esta forma propiciar el suicidio de Europa a largo plazo.
Cuando se habla continuamente de guerra, la guerra acaba llegando. Éste es un axioma infalible. Ya ocurrió en 1913-1914, antes de la II Guerra Mundial. Siempre que en un país se han oído tambores de guerra, ésta se ha acabado produciendo. Por eso hay que levantar la voz y exigir que la política europea se dirija a conseguir un armisticio en Ucrania, seguido de la paz y posteriormente unas negociaciones con Rusia, a fin de conseguir garantías mutuas que den tranquilidad a ambos lados del conflicto, que permitan emprender unas relaciones de amistad y colaboración económica, que es lo que los ciudadanos europeos y rusos necesitamos.
Hay que desengañar a nuestros gobernantes, que no iremos a luchar en el frente ruso. Que en todo caso irán ellos, pero solos, por tanto, no irán. Esta evidencia debe escucharse cada vez más fuerte para que se den cuenta de que quienes gobiernan se alejan cada vez más de lo que queremos y necesitamos. Y que por esta vía sólo conseguirán que los echemos.