Es una evidencia que Cataluña sufre una sequía desde hace 3 años, sequía que empezó siendo meteorológica, es decir, un déficit de lluvia sobre la precipitación normal, y ha terminado siendo agrícola, es decir, afectando directamente al estado de la vegetación tanto natural como cultivada. Es larga, pero no es ni de lejos la peor que ha sufrido Cataluña a lo largo de su historia, porque hay que recordar que nuestro país mediterráneo presenta de forma recurrente fenómenos de este tipo. Y no solo eso, sino que además su territorio está clasificado como sujeto a estrés hídrico; es decir, que sus necesidades de agua no están bien compensadas por los recursos naturales.
Hay países mediterráneos en los que estos hechos son mucho más agudos. El ejemplo paradigmático es Israel, que casi podríamos decir que vive en un estado de sequía permanente, pero esto no impide su desarrollo ni urbano ni siquiera agrario, por el contrario, presenta una agricultura muy competitiva en los mercados internacionales.
El caso de Cataluña es mucho más favorable porque, además de disponer de la reserva de los Pirineos, una parte de su territorio pertenece a la cuenca del Ebro y, por tanto, recoge aguas de una superficie mucho mayor que las migradas cuencas interiores que tienen en el Ter y el Llobregat los principales cursos de agua.
Todo esto sirve para iniciar una reflexión que el jueves 14 de marzo a las 19:30 h será profundizada y detallada a cargo del experto en la materia, el ingeniero agrónomo Ignasi Servià en una sesión por Zoom dedicada a indagar sobre si la sequía catalana y los problemas que ocasiona se deben fundamentalmente a la falta de lluvias o a la insuficiencia de las políticas que se han llevado a cabo, o que no se han realizado.
hoy es la situación de las infraestructuras hídricas lo que marca el abastecimiento y no solo la lluvia
Es una paradoja, por ejemplo, que el Ebro a su paso por Zaragoza pasen 1.500 m³/s., mientras que el área metropolitana de Barcelona sería suficiente para superar los problemas con 2 m³/s. O el hecho de que el agua que se lleva a Tarragona, 4 m³/s, no fueron extraídos del caudal del Ebro, sino que eran parte de la concesión a sus regantes, que se logró a base de mejorar el estado de los canales y reducir las pérdidas, por lo que el resultado final fue esa cantidad de 4 m³/s para Tarragona y además los regantes aún disponían de más agua que antes de la cesión. Es un ejemplo claro de cómo hoy es la situación de las infraestructuras hídricas lo que marca el abastecimiento y no solo la lluvia.
Todo esto abre muchos interrogantes: ¿qué pasaría si mejoráramos los regadíos de Cataluña? ¿Tiene sentido que sea una frontera inexorable dentro de Cataluña el hecho de pertenecer a las cuencas interiores o a la del Ebro? Todos estos y otros muchos interrogantes se podrán aclarar en la sesión del día 14 para obtener una visión técnica y objetiva de la situación, de sus causas y de sus posibles soluciones. A través de la intervención del experto Ignasi Servià y del coloquio que se va a producir al final de su intervención.
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