Como no podía ser de otra manera, y a medida que nos acerquemos a las elecciones autonómicas y a la preparación de la candidatura de Aragonès para encabezar la opción de ERC, el gobierno de la Generalitat se va sacando conejitos del sombrero de copa.
Por ejemplo, esta semana ha presentado en el convento de los Ángeles de Barcelona el indicador de bienestar subjetivo de los catalanes, que nos explica en qué medida nos sentimos felices y para ello se ha gastado una pasta, porque han llevado a cabo 4.000 entrevistas, aunque el resultado, por lo que veremos y por las contradicciones que presenta, puede ser el “parto de los montes” y lo que ha salido es un ratoncito. Pero al menos, y sobre todo para los medios de comunicación afines, permite hacer titulares de lo más halagadores para Aragonès.
Este primer informe dice que los catalanes puntuamos con un notable nuestra felicidad, exactamente con un 6,9 y, por si fuera poco, el 40% la puntúan entre un 8 y un 10, es decir, con una calificación de excelente o un notable alto (está claro que esto también indica que hay un porcentaje elevado de catalanes que puntúan muy bajo, y aquí nos encontraríamos con una clara manifestación de desigualdad profunda con la felicidad).
Según este informe, resulta que los más felices son los jubilados, con un 7,2 por término medio. También se consideran más felices ahora que hace un año de forma sustancial, 6,4, en relación al 6,9 actual y piensan que aún lo serán más en el futuro, 7,1. Todo esto hace, según la Generalitat, que de acuerdo con el Better Life Index de la OCDE, tengamos una felicidad superior a la europea, que es de 6,7, y que la española, que es del 6,4 de acuerdo con el World Happiness Report .
La lástima de todo ello es que prácticamente en paralelo ha salido el informe sobre felicidad en Europa de una instancia tan solvente como Eurostat, que presenta resultados diferentes, porque tanto la media de la UE como la de España es más alta, 7,1, en ambos casos y, por tanto, resultaría que en Catalunya, si bien por dos décimas, no estaríamos por encima, sino por debajo de lo que expresan el conjunto de los europeos y españoles.
Las diferencias entre ambos informes no terminan aquí, sino que presentan características contradictorias importantes, como que en este otro trabajo los más jóvenes presentan una mayor satisfacción que los mayores de 65 años, es decir, lo contrario de lo que dice el informe presentado por Aragonès.
Este trabajo de Eurostat aporta datos interesantes que en el catalán no figuran. La más significativa es que las familias que tienen hijos a su cargo presentan unos niveles de satisfacción con la vida mucho más elevados, 7,3, que aquellos que viven en pareja, 7,1, o los que viven solos, 6,7. Seguramente a la Generalitat no le interesan demasiado las familias con hijos.
Como era de esperar, a mayor nivel de ingresos más satisfacción con la vida: 7,6 de media para el grupo de ingresos más altos, por 6,5 para el grupo de ingresos más bajos, Si bien, hay que decir que en en el período 2018-2022 la diferencia entre ambos grupos se ha reducido porque los de mayor renta han visto disminuida su satisfacción. No existen diferencias significativas entre hombres y mujeres en cuanto a su bienestar subjetivo. Aunque en los hombres ha disminuido algo más (0,3 puntos) que en las mujeres (0,2).
Por tanto, como ya podíamos presuponer, el grado de satisfacción con la vida, de eso que le llaman felicidad, va por barrios y también va en función de cuál es la administración que paga el estudio.
Hablando de pagar, hay que decir que Aragonès ha anunciado que la Generalitat gastará en todo esto una pequeña fortuna, porque en el 2024 harán oleadas de seguimiento trimestral de lo felices que somos y entrevistarán a un total de 10.0000 personas. Todo ello, considerando que a finales de este año o principios del próximo habrá elecciones, hace un olor electoralista extraordinario, tanto que nos estarán anunciando cada dos por tres que en Cataluña vivimos los más felices del mundo, como que tanta encuesta también servirá de paso para acumular información electoral.