El primer ministro de Bélgica, el liberal flamenco Alexander de Croo, ha afirmado que la UE necesita más financiación de forma urgente.
El mandatario belga, país que acaba de tomar el relevo de España en la presidencia rotatoria del Consejo Europeo, justifica esta necesidad de la siguiente forma: “a cada nuevo reto que aparece, la población europea, incluyendo los más euroescépticos, mira hacia Europa para solucionarlo porque los países solos no pueden hacerlo”.
Sin duda, los últimos años han estado cargados de nuevos desafíos: Pacto Verde por la transición hacia una economía verde en 2019, epidemia de Covid y confinamientos en 2020, plan de recuperación en 2021, guerra de Ucrania desde 2022 y conflicto entre Israel y Hamás desde el año pasado, por citar sólo algunos y sin considerar a otros más de fondo como la crisis migratoria, en plena aceleración estos últimos meses.
En cada una de estas situaciones, la respuesta europea, al igual que la de los gobiernos de cada país, ha sido la misma: gastar más, contribuyendo de forma clave a generar el actual problema inflacionario.
Sin embargo, los presupuestos de la UE no son un pozo infinito. De hecho, los 27 están actualmente negociando una ampliación del marco de financiación plurianual (nombre oficial de los presupuestos europeos) para el período actual 2021-2027, incluyendo nuevas partidas para Ucrania.
Mientras el interés de la Comisión Europea es obtener nuevos ingresos, la mayor parte de Estados Miembro se oponen a profundizar en el bolsillo de Bruselas. De hecho, los gobiernos de los 27 ya tumbaron una petición de la Comisión para conseguir 66.000 millones de euros adicionales para cubrir “gastos imprevistos” según Politico, incluyendo, por cierto, los sobrecostes de financiar la deuda tras los sucesivos incrementos de los tipos de interés.
Para circunvalar a la oposición de los Estados Miembro a aumentar sus contribuciones individuales a los presupuestos europeos, De Croo propone implementar nuevos impuestos comunitarios sobre el mismo modelo de una tasa a los plásticos introducida en 2021 y que Bruselas recauda directamente. Una propuesta al menos curiosa para un dirigente que se declara liberal.
En contra de lo que podría pensarse, la oposición a nuevos impuestos europeos no se limita a los sospechosos habituales de Europa del Este, particularmente celosos de su soberanía nacional. Por el contrario, las democracias sociales del norte de Europa y de otros estados que podríamos considerar “buenos alumnos”, como los Países Bajos, se oponen frontalmente a ceder competencias fiscales a Bruselas.
Por el contrario, la mayoría actual del Parlamento Europeo, al igual que la Comisión y la actual presidencia belga, es favorable a introducir tributos comunitarios. De hecho, la cámara parlamentaria está impulsando una propuesta para aprobar impuestos sobre los beneficios de las multinacionales y las emisiones de dióxido de carbono.
Una alternativa, o al menos un complemento, a los nuevos tributos sería la reestructuración del gasto actual de la Unión Europea: todavía hoy, la principal partida presupuestaria de la UE es la agricultura, que supone más del 25% de la total. El propio De Croo admite que hay que revaluar las prioridades presupuestarias, aunque no entra en los dolorosos detalles de los que recortar.
La segunda partida en importancia es el desarrollo y cohesión territorial, esto es, la ayuda de los países “ricos” a los “pobres”. Una partida difícil de reducir a medio y largo plazo si sigue adelante con el proyecto de incorporación de Ucrania a la Unión, país no sólo particularmente pobre (su PIB per cápita era en 2021 de poco más de un tercio del de Bulgaria, el país más pobre de la UE) sino que devastado por la guerra.
En definitiva, cabe apuntar que sería nefasto para la economía y los ciudadanos europeos si el incremento del presupuesto comunitario se hiciera a expensas de generar nuevos impuestos, ya que reduciría aún más la competitividad europea, dando la razón a aquellos que se quejan de que lo único que la UE hace bien es generar regulaciones, burocracia y trabas en el crecimiento.