Resultados de la última cumbre China-Unión Europea

La primera cumbre presencial en más de cuatro años entre China y la UE, pandemia obliga, tuvo lugar los pasados ​​7 y 8 de diciembre en Pekín. La última cita por videoconferencia había sido descrita como “diálogo de sordos” por Josep Borrell, el Alto Representante de la UE para asuntos exteriores y seguridad.

Esta última cumbre ha sido largamente demorada y ha llegado un mes después de que Estados Unidos acogiera al líder chino, Xi Jinping, en San Francisco, en el marco de la reunión de la APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico).

En la cumbre de diciembre, Xi Jinping ha advertido a los altos cargos de la UE de que China y la UE deberían verse como «socias y no rivales», y que «no deberían entrar en confrontaciones» a consecuencia de sus distintos modelos políticos. Las conclusiones del Consejo Europeo del pasado mes de junio habían declarado a China como «un socio, un competidor y un rival sistémico». Xi Jinping ha recibido en Pekín al presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, y a la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula von der Leyen.

Fuentes alemanas habían ido desglosando, poco antes del viaje, el memorial de agravios con el que la presidenta iba a Pekín. Su principal argumento era que el déficit comercial de la UE con China había alcanzado un nivel récord durante los dos últimos años, hasta suponer “una situación insostenible”. Según la presidenta, el déficit comercial ha sido de 400.000 millones de euros en 2022 y se ha duplicado en los últimos dos años “debido a las medidas proteccionistas adoptadas por Pekín”. Xi ha contraargumentado alegando que el desequilibrio comercial disparado es «coyuntural» y no estructural, que obedece a factores ajenos a su voluntad, y que no es precisamente China quien alimenta la guerra de Ucrania o las sanciones a Rusia.

Según Xi, todo esto habría tenido precisamente «un papel determinante en el encarecimiento de la factura energética europea de sus productos manufacturados». El desequilibrio y asimetría existente en las relaciones comerciales entre China y la UE se manifiesta, con toda su crudeza, en el mercado del automóvil, crucial para Alemania, pero también para Francia y otros países de la UE. Los analistas reconocen que China no está atravesando sus mejores momentos económicos. Su economía está en franca desaceleración. Moody’s le acaba de rebajar su calificación crediticia.

Se supone que Pekín necesita ahora más que nunca a Europa para seguir exportando, sobre todo en un contexto en el que los Estados Unidos han reforzado su control, a veces utilizando la vía expeditiva de vetar determinadas mercancías chinas. Italia, Hungría y Grecia se habían apuntado a la nueva Ruta de la Seda inaugurada por Xi Jinping hace más de una década, pero Italia, un peso pesado en la UE, acaba de abandonarla. Esto no ha gustado a Xi. La UE ha pedido a China que ejerza más presión sobre RusiaIncluso ha circulado una lista de una docena de empresas chinas que, con su tecnología de doble uso, ayudan a Moscú a esquivar las sanciones de Washington y Bruselas.

Otro asunto tratado ha sido la ofensiva militar israelí en Gaza. Aunque China reconoce tanto Israel como Palestina y aboga por dar pasos reales hacia la formación de un Estado palestino junto al Estado sionista, tiene preguntas incómodas a realizar en la UE, como su subordinación a Estados Unidos en política exterior y su voluntad y capacidad real de presionar sobre terceros países.

La dimensión probablemente más positiva de la cumbre China-Unión Europea es que ha habido diálogo

Se ha reconocido que en los últimos cuatro años la relación bilateral se había enfriado y que había que mejorarla. En estos últimos cuatro años, Xi ha fortalecido el papel de China en el mundo, mientras que la UE se ha visto obligada a jugar a la defensiva para paliar el Brexit, combatir la pandemia y afrontar dos guerras en sus puertas, en Ucrania y en Israel.

China ha ganado poder y la UE se esfuerza por conservar el suyo

Comentaristas acreditados reconocen que «en los últimos años China, a pesar de sus problemas económicos, ha continuado ganando peso en la economía mundial, mientras que Europa se jibariza«. Y no sólo China ha ganado peso sobre la UE, también Estados Unidos lo ha ganado en términos de PIB. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), China representaba en 2018 un 16% del PIB mundial, mientras que hoy su peso es del 17,9%. En Europa ha ocurrido lo contrario. Según Eurostat, la oficina estadística de la UE, la participación de la UE en el PIB mundial ha pasado del 15,9% en 2011 al 15% tres años más tarde. Se recuperó en 2017 hasta el 15,6%, pero desde entonces ha bajado hasta el 14,8% en 2021. Las cuatro mayores economías del continente europeo, al margen de Rusia, han visto como su dimensión porcentual respecto en el PIB del planeta se ha ido empequeñeciendo en los últimos años. Alemania ha pasado del 4,62% ​​al 4,08%, Francia del 3,24% al 2,78%, Italia del 2,43% al 2,01% y España del 1,65% al 1,42%.

China hoy representa ya el 12,2% de las exportaciones de bienes y servicios del planeta, dos puntos más que en 2018. El peso de Alemania, en cambio, ha caído un punto, hasta el 6,5%.

La población de Europa ha ido menguando y hoy solo representa el 5,6% de la población mundial. En 1974 era del 10%. En el 2100, si se cumplen las previsiones de Eurostat, se situará por debajo del 4%.

A la vista de todas estas estadísticas, Xi Jinping tiene motivos para su satisfacción, y probablemente piensa que Europa, más que un competidor, es su gran mercado y, por tanto, según algunos comentaristas “su salvavidas económico”.

La cumbre ha servido para transmitir la inquietud de la UE por el papel de socio y aliado que China brinda a Rusia en la guerra de Ucrania. Pekín no ha condenado la invasión y tiene capacidad de influencia sobre Moscú, superior a ningún otro actor global. La UE pidió a Xi que comunique a Putin la idea de un alto el fuego, pero Xi replicó que esto le corresponde hacerlo a Bruselas y no a él.

La cumbre puede considerarse globalmente positiva, pero no ha habido avances sensibles en ningún ámbito concreto. En cualquier caso, se ha restablecido el diálogo y se puede haber logrado frenar de algún modo el deterioro de las relaciones bilaterales entre China y la UE producido en los últimos cuatro años.

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