Las dos recientes cumbres europeas celebradas en Granada-Comunidad Política Europea (CPE) y Consejo Europeo informal- no han producido grandes resultados, pero por lo menos han dibujado un horizonte 2030 basado en dos objetivos a alcanzar por parte de la UE a lo largo de los seis años que quedan de década.
El primero es una reforma de los Tratados que permita una mejor gobernanza y el segundo es una ampliación substancial al Este de la UE que incluya Ucrania y los Balcanes Occidentales, hasta alcanzar los 36 o más estados miembros.
En Bruselas existe el convencimiento de que la UE se dirige decididamente a ser más grande y a ser mejor gestionada, bigger and better es ahora la consigna.
Después de las cumbres que acaban de tener lugar en Granada en el marco de la presidencia rotatoria española de la UE (junio-diciembre de 2023), a partir de ahora la tarea clave de los think tanks basados en Bruselas consiste en prever y analizar lo que podrá dar de si la próxima legislatura europea (2024-2029), que iniciará su andadura después de celebradas las elecciones al Parlamento Europeo el próximo mes de junio.
Setenta años después de la fundación de la UE (Declaración Schuman, 9 de mayo de 1950) y de su impecable narrativa de paz (“nunca más guerra entre naciones europeas“), la guerra ha regresado al continente. Como consecuencia de los desastres de la guerra de Ucrania, algo parecido al sentimiento fundacional que movió a los Padres de Europa ha vuelto a renacer en la capital comunitaria.
Nueva ampliación de la UE
Lo que ahora está sobre la mesa es una nueva ampliación de la UE que abra la puerta a por lo menos nueve estados del Este de Europa (Ucrania, Moldavia, Albania, Georgia, Serbia, Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte y Montenegro).
Mediante el acceso al club de democracias pacíficas y prósperas más exitoso del mundo, se piensa reconstruir una Ucrania en ruinas como consecuencia de la guerra y ofrecer una nueva y prometedora ruta europea a todos los países aspirantes.
La nueva ampliación será también un acontecimiento histórico para la propia UE. Se completará una gran unión continental y se acabará un proceso de integración que se inició después de la Segunda Guerra Mundial. La forma definitiva de la unión se habrá prácticamente alcanzado. Quizás algún día el Reino Unido regrese al redil y el resto de los estados todavía no miembros -como Noruega, Suiza o Islandia- soliciten la adhesión.
Para que todo ello funcione, se necesitan profundas reformas de los Tratados de la UE que garanticen una buena gestión de la nueva entidad política ampliada. Se necesitará revisar a fondo el proceso de toma de decisiones y abandonar la regla de la unanimidad y el derecho de veto en aras de nuevas mayorías cualificadas.
El último estado en entrar fue Croacia, hace una década. Desde entonces, la ampliación no ha estado en la agenda, más bien todo lo contrario, en Bruselas se experimentaba una “fatiga“ en relación con el tema, pero ahora la necesidad de una nueva gran ampliación ha vuelto a galope.
Hay que tener en cuenta que la política comunitaria más exitosa ha sido precisamente la política de ampliación. Los calificados como grands projets de la historia de la UE son la unión aduanera (1968), el mercado común ampliado a mercado interior único (1992) y el euro (1999), pero hay que reconocer que su valor e importancia se debe al hecho de que han podido aplicarse a muchos más países que solamente a los primeros seis países fundadores de la UE.
La futura ampliación al Este va a proporcionar a la UE mucha más fuerza geopolítica. Incluso el antes escéptico presidente francés, Emmanuel Macron, ha acabado por reconocerlo.
todos los países aspirantes son considerados solamente como “parcialmente libres”
La UE no puede seguir manteniendo en la incertidumbre a los nueve países que quieren entrar cuanto antes. Dejarlos en una sala de espera o zona gris, abre la puerta a los que quieren desestabilizar el continente, empezando por la Rusia de Putin. Ninguno de los nueve que quieren entrar tendrán el camino expedito. Georgia, Moldavia y Ucrania tienen tropas rusas dentro de sus territorios. Alemania también las tuvo hasta 1990. Según Freedom House, think tank norteamericano especializado en analizar la calidad democrática de los países, todos los países aspirantes son considerados solamente como “parcialmente libres”.
La UE se acaba de comprometer por partida triple.
En primer lugar, ha lanzado un mensaje de esperanza dirigido a los países aspirantes, pero siempre que lleven a cabo las reformas necesarias para ser admitidos.
En segundo lugar, se ha comprometido a hacer sus propios deberes y llevar a cabo las reformas internas que se necesitan.
El tercer compromiso consiste en aprender de anteriores ampliaciones y evitar errores conocidos.
Si Europa aspira a contar en el mundo, necesita mostrar que tiene capacidad de actuar. Aplazar la ampliación sería un gran fracaso. A pesar de los horrores de la guerra, la verdad es que ha sido precisamente la guerra la que ha creado el ímpetu en la UE de devenir más grande y consecuentemente de ser mejor gobernada. Ahora lo que hay que hacer es encontrar el camino correcto para que este ímpetu se convierta en realidad.
El tablero geopolítico global se está moviendo. La invasión de Rusia está produciendo muchas realineaciones geopolíticas, desde China a la India, pasando por Turquía. Algunas pueden ser fugaces. Pero una que puede ser durable consiste en la posibilidad y la necesidad de un nuevo orden europeo.
Si se alcanza la ampliación deseada, la UE se convertirá en el bloque económico mayor del mundo, en paridad con Estados Unidos. Para ello se necesitarán profundas reformas tanto en el interior de la UE como por parte de los países aspirantes.
Pasar de un club de 27 a otro de 36 países miembros requiere grandes reformas. Entre ellas, cambiar el equilibrio de poder entre las instituciones centrales del bloque y las capitales nacionales.
La guerra de Ucrania ha alterado muchos cálculos. Un diplomático de un país aspirante a la adhesión acaba de declarar lo siguiente: “La ampliación antes se sustentaba en la esperanza, ahora se sustenta en el miedo; Rusia, Turquía y China están entrometiéndose en la región de los Balcanes y hay que darse prisa“.
Ucrania es el mayor país aspirante. Su reconstrucción posbélica supondrá un enorme esfuerzo inversor, que habrá que planificar. Macron ha cambiado de parecer, ya no habla de que Ucrania “deberá esperar varias décadas“, ha aceptado el horizonte 2030 como meta final para llegar a la cifra 36 países miembros, o más. Alemania siempre la ha apoyado.
En los países aspirantes existe corrupción, autocracia y escaso respeto al estado de derecho. Tienen mucho trabajo por delante para mejorar en todos estos aspectos.
Existen muchos problemas sobre la mesa negociadora. Serbia se ha negado a aplicar sanciones a Rusia. Kosovo todavía no es reconocido como estado por varios países miembros de la UE, España entre ellos. Bosnia-Herzegovina se enfrenta de nuevo a graves problemas internos y choques identitarios.
Otro diplomático balcánico ha declarado: “Creo que la UE ahora está preparada para la nueva ampliación, pero veo muchas incertidumbres en nuestra región“.
En Bruselas se sabe que, entre otros, dos grandes cambios internos son necesarios.
Uno concierne al presupuesto. La UE tiene un presupuesto anual que supone alrededor de un 1,2 % de su PIB, lo que supone un total 1,8 billones de euros para el período presupuestario reglado de siete años. Este presupuesto deberá ampliarse considerablemente en el caso de una UE ampliada a 36 o más países.
Por otra parte, la famosa Política Común y las políticas regionales y de cohesión, las dos mayores partidas presupuestarias, deberán reestructurarse radicalmente.
La nueva ampliación será un gran tema de debate en el seno de la UE durante los próximos años. El resultado final del intento está por escribir. En cualquier caso, el hecho de que la UE haya decidido firmemente emprender la nueva ampliación es una señal evidente de cómo la guerra de Ucrania está teniendo impactos que van mucho más allá de los campos de batalla.
El hecho de que la UE haya decidido emprender la nueva ampliación es una señal evidente de cómo la guerra de Ucrania está teniendo impactos que van mucho más allá de los campos de batalla Share on X