- Una participación electoral alta a pesar de la fecha. Correos salva la papeleta, todas las mesas se completan sin problemas remarcables. Como en la pandemia, las malas decisiones de los políticos las salvan la buena voluntad de la gente y trabajadores más afectados. Tenemos peores gobiernos que calidad ciudadana.
- Las malditas expectativas. Si se miran los resultados pelados, constataremos que existe un gran ganador, el PP, que mejora en 47 escaños su resultado electoral. Es una cifra astronómica. También gana el PSOE porque supera el desgaste y mejora en 2 escaños su resultado precedente. Salvan los muebles JxCat y Sumar, pese a que este último se deja por el camino 7 escaños, y con un récord extraordinario UP se queda sólo con 5. Sólo Cs le supera en velocidad de derrota. Los grandes derrotados están a ambos lados del mostrador, Vox y ERC. Ambos necesitan una catarsis que no van a hacer. Pero el buen resultado del PP, que no le servirá seguramente para gobernar, se ve castigado porque las expectativas eran mucho más altas y a la inversa en lo que se refiere al partido socialista. De nuevo se constata que las expectativas en política, como en el mundo financiero, lo son casi todo.
- Vox forma parte del problema más que de la solución. Su extraño amalgama taurino-anticatalana, favorable a la vida y a la familia ha resultado demasiado contradictoria para ser digerible. Su estilo y muchas de las personas que han emergido en la actual fase en las diversas autonomías facilitan la caricatura negativa. Su error por no apoyar al PP de Murcia le ha hecho perder votantes, que se han dirigido hacia los populares temerosos de que su voto protesta a Vox acabara por imposibilitar un gobierno de Núñez Feijóo.
- Sánchez aguanta y mejora el resultado, que ha sido sistemáticamente infravalorado en todas las encuestas. Alcanzó un 31,7% de los votos, mientras que el consenso de encuestas, incluido el tracking de El País, lo situaba ligeramente por encima del 28%. En esta ocasión GAD3 además sobrevaloró de forma extraordinaria a los populares. Más acierto ha habido en relación a los demás partidos, como Vox y Sumar. Como en la última semana no se hacen públicas las encuestas, no sabemos si realmente se produjo una fuerte recuperación en los últimos días o la infravaloración de Sánchez venía ya de antes. En todo caso el CIS sigue sin acertarla porque una vez más sobrevaloraba notablemente el voto socialista dándolo por ganador. El escándalo de ese personaje que es Tezanos puede continuar con un gobierno presidido por Sánchez.
- Yolanda Díaz cumple, pero muy por la banda baja. Su gran solución es que los cargos que se repartirán en el gobierno harán el mejor cemento para consolidar una mezcla de partidos que no se han disuelto, en una única organización. Sin embargo, las perspectivas para el país no son buenas. La campaña ha sido sangrienta e hiriente.
- Todo está muy polarizado y cimentado en la descalificación total del otro. Sánchez incluso en la noche electoral, y haciendo honor a su trayectoria, se instaló en la descalificación integral del PP. Cuatro años en esa misma tesitura llevan a escenarios peligrosos.
- El PP debe preguntarse en serio, dejándose de las absurdas implicaciones que practica, sobre si deben ser más o menos moderados, porque sus gobiernos son una excepción en España. Si no saben contestar a esta pregunta están perdidos. La respuesta depende de situar la evidencia de que confunden pragmatismo (que es supeditar todo el accesorio a lo fundamental) con voladizos de vuelo gallináceo. Porque, ¿qué es lo fundamental en el PP? La respuesta ya ha salido más de una vez, la Constitución. Pero sus interpretaciones son diversas y, por tanto, es definir poco, y España, pero como muestran los resultados electorales, España es un país de gran diversidad sobre todo marcada por sus entidades culturales y políticas fijadas en el territorio. Y ese negociado el PP no sabe resolverlo. Ha quedado fuera de juego por el resultado en Catalunya, pero también debería mirar lo que le ha pasado en Navarra y en Canarias para darse cuenta de lo mal que integran las diferencias.
- Que se olvide el PP de la solución Ayuso. Madrid no es España y esto se ha demostrado una vez más. Y esa confusión sólo le lleva por el camino de la incomprensión de lo que algunos llaman la periferia; es decir, la mayoría.
- Ahora Sánchez debe conseguir salir elegido probablemente en segunda vuelta con la abstención de JxCat, aunque una repetición electoral no es del todo descartable. Si gobierna, como es lo más probable, tendrá la dolorosa necesidad de afrontar su difícil herencia: el mal funcionamiento de la administración pública que no puede prolongarse más, especialmente en el caso de la justicia, el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial, la gran grosería desplazada hacia adelante, la deficiencia de las leyes promulgadas, la dificultad para cumplir con los compromisos y un largo etcétera. Será un mandato muy complicado.
- Ha quedado claro que España no tiene proyecto más allá de la autoasignación de todos los atributos y la descalificación total del adversario. Pero no existe ninguna gran iniciativa ni horizonte de sentido que reúna a la mayor parte del país y rompa la polarización que imita. No hay ningún partido que en estos momentos actúe por positiva y sea capaz de aglutinar acuerdos. Todo esto define una patología de mal diagnóstico.
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