La crisis de Europa, de la UE, es evidente y honda. Lo es como institución y en algunos de sus Estados miembros más importantes. Pero ni la Comisión ni los liderazgos políticos la reconocen, al menos en toda su dimensión. Examinamos sus principales componentes:
La guerra de Ucrania y la relación con Rusia
Hace pocos días se produjo una reunión en Luxemburgo de los ministros de exterior de los 27 para analizar la inestabilidad en Rusia. Fue una convocatoria hecha deprisa y corriendo, a consecuencia de la crisis corta pero intensa provocada por el dirigente del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin. El problema que puede suponer una Rusia inestable para Europa tiene el rango de vital.
Los ministros constataron que el régimen ruso era malo e inestable. Pero, claro, no cobran para que nos hagan estos anuncios, sino para queexpliquen cómo piensan resolver el lío en el que estamos metidos.
Por un lado, la guerra de Ucrania permanece enquistada. Es un hecho que la famosa contraofensiva está absolutamente estancada y que la disponibilidad de tanques Leopard 2 y AMX10, así como otro armamento moderno, no ha servido siquiera para romper la costra defensiva de las posiciones rusas y, por tanto, no han conseguido penetrar en su zona de resistencia. En la continua carrera adelante, el presidente ucraniano pide caza bombarderos, más misiles y más cañones de largo alcance. Quizá sea una forma de disimular la impotencia para satisfacer las expectativas de la esperada ofensiva.
Y es que esa guerra nos indica dos cosas. Primera, la debilidad del ejército ruso con material muy inferior a la occidental y con formas de operar que se adicen poco con la guerra moderna. Pero, por otra parte, también nos dice que no basta con disponer de material de última generación ni de entrenar individualmente a los militares que deben utilizarlo. La guerra moderna pide mucho más que eso, pide adiestramiento del conjunto de las unidades, de capacidad de sus mandos y de una extraordinaria gestión logística. En definitiva, el escenario de Ucrania se ubica en una guerra enquistada. Lo que significa muerte y destrucción para ese país y una factura creciente para la UE y también un desgaste que todavía no se hace demasiado evidente por parte de Rusia que, recordémoslo, es una potencia de tipo medio, no muy superior, si es que lo es, en el potencial militar francés, excepto en algunos capítulos estratégicos.
Los peligros de una Rusia sitiada. Si las cosas van mal, el arsenal ruso tiene un potencial destructor grande. Evidentemente, el ya reiteradamente mencionado armamento nuclear táctico que puede utilizar en escenarios reducidos, pero tiene otros más sofisticados y de aspecto menos trágico aunque de efectos demoledores. Uno de ellos sería un ataque masivo de los hackers rusos, muy entrenados a lo largo de estos últimos años, en las redes y centros neurálgicos de Europa y de occidente, provocando un caos que tendría consecuencias económicas y seguramente también de seguridad y estabilidad.
Rusia tiene todavía una tercera arma en reserva. Se ha estado preparando para poder intervenir provocando una grave parálisis en la infraestructura de internet. Olvidamos que el 95% del tráfico internacional de datos pasa por cerca de 200 cables submarinos. En esa pequeña cantidad se concentra la mayor parte de la información que circula por la red. Son cables que tienen un diámetro no muy superior al de una manga de jardín, pero son vitales y Rusia tiene capacidad para destruirlos.
La otra alternativa es la que tiene también Europa: que la guerra desate una grave inestabilidad en Rusia y esto podría representar o bien convertirse en un estado fallido, con todo lo que representaría de peligro para Europa, o bien que ocupe el lugar de Putin un dictador de la escuela clásica decidido a emprender una confrontación real y no estratégica contra Europa.
Ante estos escenarios no existe respuesta europea. Hay palabras vacías sin sentido o apelaciones a seguir rearmando a Ucrania. Es un callejón sin salida.
Alemania está en recesión técnica y más allá está en crisis
La guerra con Rusia tiene un efecto demoledor para su economía, porque en buena parte se basaba en la energía barata que le proporcionaba el gas ruso. El gobierno de Scholz se ha enzarzado en una carrera que le costará el gobierno a él ya sus socios y facilitará el ascenso de la extrema derecha, Alternativa para Alemania, que en las encuestas ya iguala o supera por poco a los socialdemócratas.
La inversión extranjera en Alemania se ha desmoronado. En el 2022 sólo se registraron 10.500 millones de inversión de esta naturaleza, siendo los primeros que huyen precisamente los más cercanos, los socios europeos, quienes tienen una mejor información de la situación interna. Sufre además una escasez que estrangula a trabajadores cualificados. Es la consecuencia a largo plazo de la muy baja natalidad y además tiene elevados costes laborales. ¿Qué pasará a los demás países europeos, empezando por España, si Alemania declina?
El enfermo francés
La otra gran pieza fundamental de la UE es Francia. Y éste es un país social y políticamente enfermo desde hace años. Las revueltas que periódicamente se producen en las calles de ese gran emperador que es París, con llamaradas y explosiones no son más que la manifestación externa de un país internamente roto que vive en un desorden profundo. Con estos dos socios, franceses y alemanes, en esa situación el futuro europeo es difícil.
Preocupante escenario en la dimensión laboral
Las cifras revelan un preocupante escenario en su dimensión laboral. En Europa se han producido más de 100.000 despidos sobre todo en empresas tecnológicas, las que generan mayor productividad, a consecuencia de la inflación, la guerra de Ucrania y también los cambios tecnológicos. Esto es lo que ha pasado, pero el futuro no es más halagador. La británica BT anunció que recortaría 55.000 empleos, el 42%, de la plantilla en los próximos 7 años. No es algo ocasional y además todos los indicios anuncian que tenderá a acentuarse porque la entrada en juego de la IA en diversos ámbitos de trabajo lo que comportará es la pérdida de puestos calificados y permitirá concentrar las funciones a realizar en muy pocas personas.