¿Cómo somos políticamente los catalanes hoy? La serie de datos del CEO puede darnos un buen perfil considerando que los valores cuantitativos siempre implican una determinada simplificación, si bien, tienen la virtud de poder fijar en el tiempo y seguir la evolución de estos perfiles.
Una primera cuestión es ¿qué preocupa a los catalanes? La respuesta es que, con los datos hasta finales del pasado año, no existe un motivo de preocupación claramente destacado como en el pasado. Por ejemplo, entre octubre de 2008 y como mínimo en marzo de 2017, el primer lugar con diferencia el mayor problema era el paro y la precariedad laboral, con cifras que habían llegado a superar el 50% y se movían por sobre del 30%. Después, a partir de octubre de 2017 y por un período de tiempo, ocupó el primer lugar las relaciones Cataluña-España alcanzando un máximo del 39,7% y se mantuvo como primera preocupación hasta inicios de 2020. Como es lógico en ese año el factor determinante fue la sanidad alcanzando el 42%. Fue la consecuencia de la covid.
En la actualidad un conjunto de problemas de los que no destaca ninguno con fuerza concentran la atención. El primero de ellos sorprendentemente es la insatisfacción con la política, con un 14,4% y éste es un aspecto que vale la pena explorar. Prácticamente al mismo nivel con un 13,7% el funcionamiento de la economía. Y seguido de cerca, pero en niveles muchos más bajos que en el pasado, el paro y la precariedad laboral con un 10,6%, la sanidad y la Seguridad Social con un 9%. Y ya con niveles claramente inferiores, la inseguridad ciudadana con un 6,4%, el acceso a la vivienda 5,8% y la mejora de las políticas sociales con un 5,5%.
Llama la atención que, pese a la contención salarial, que es una característica de nuestro período, y la pérdida de poder adquisitivo, sólo un 1,6% lo señala como el primer problema de Catalunya. También es baja la percepción de la presión fiscal en ese mismo sentido, un 2,6%. Y sobre la inmigración, un 2,1%. Tampoco mueve gran preocupación el sistema de financiación, 0,8%, y el incivismo y violencia con un 1,9%. No aparece la violencia de género.
Éste sería un primer perfil y lo que nos preocupa. Seguramente que estos datos actualizados a días de hoy presentarían diferencias, pero en todo caso hasta el otoño del pasado año la radiografía era ésta.
Una segunda pregunta definida con la anterior sirve para ver cómo la política se ha transformado de solución a problema. Se trata de qué partido da mejor respuesta al problema. La respuesta mayoritaria, con mucha diferencia, es ninguna con un 46,4%, un valor muy similar al máximo alcanzado en marzo de 2014 con un 50,1%. Por tanto, una parte muy nutrida de la población considera que ninguna de las opciones políticas dan respuesta.
Pero a esa cifra además hay que añadir la segunda magnitud, que es quien responde que no lo saben, un 18% con lo que la cifra de quienes no consideran o no ven claro que ningún partido tenga nada que decir que resolver el problema destacado de Cataluña, sea cual sea, se sitúa en el 64%. La defección es muy importante, esto es evidente.
Y si entramos en detalles las respuestas son muy escasas, al menos hasta julio del 2020 que es hasta donde llega la serie que estamos considerando. ERC, que aparece en primera posición, sólo aporta respuesta al 9% de los encuestados. O sea, menos que sus votantes. Le siguen los socialistas con una cifra aún menor, el 6,3%, JxCat por debajo con un 4,6%, Catalunya en Comú como otras fuerzas no convencen ni a los suyos, con un 2,8% y así podríamos ir tirando hacia abajo.
Primera conclusión de esta radiografía: no existe un problema muy destacado, sino un conjunto de ellos dentro de los cuales ocupa un lugar relevante el de la política como problema y no como solución. Lo que encaja con la opinión muy mayoritaria de que los ciudadanos no ven en las fuerzas políticas existentes capacidad de respuesta a las dificultades que padecemos, y esta desconfianza llega al extremo de que las afirmaciones positivas en relación con cada partido son claramente menores que los votos que obtienen en relación con el total del electorado; en otras palabras, existe una parte de la población que vota a los suyos sin creer que puedan aportar soluciones.