Después de adoptar un tono conciliador con el líder chino Xi Jinping durante la visita a China -lo que le valió un alud de críticas por toda Europa- el presidente francés Emmanuel Macron hace otro de sus giros radicales y pasa a una posición que es de las más contundentes en la UE en materia de política comercial.
Efectivamente, Francia está incrementando mucho la presión en Bruselas para que la Comisión Europea mueva ficha y utilice su arsenal de medidas de defensa de la industria europea contra las prácticas del gigante asiático.
En particular, Francia está preocupada por la invasión que vive Europa de vehículos eléctricos chinos, mucho más asequibles (y por cierto con una estupenda relación calidad-precio si debemos creer a los propios periodistas del motor europeos) que sus homólogos del Viejo Continente.
Por su parte, la Comisión, que recordamos es quien establece los principios de la política comercial de los 27, teme desencadenar una guerra comercial abierta entre la UE y China.
Además, algunos países europeos tienen particularmente mucho que perder si este escenario se llegara a confirmar. Se trata para empezar de Alemania, como Converses ya ha explicado recientemente.
De hecho, en el ámbito de la automoción, como en otros muchos del sector industrial, Alemania tiene intereses importantes en el gigante asiático. Las grandes marcas germánicas del sector, desde Volkswagen hasta Mercedes-Benz, han disfrutado las dos últimas décadas de inmensos beneficios fabricando y vendiendo sus vehículos, sobre todo los de gama alta, ya que a los clientes chinos les fascina particularmente la «Deutsche Qualität«.
El problema al que Europa se enfrenta ahora es que por un lado, la industria china (la cual cuenta siempre con una participación directa o indirecta del estado), ha aprovechado las cadenas de fabricación que los alemanes y otros europeos han instalado en su país para aprender a diseñar y producir coches de buena calidad.
Y por otra parte, los chinos han desarrollado durante el mismo período de tiempo una extraordinaria industria de baterías eléctricas, que como es sabido son el auténtico elemento central en la producción de vehículos eléctricos. De hecho, China es hoy en día el líder mundial indiscutible de esta tecnología.
Sumados estos dos factores, el gigante asiático se encuentra en una posición inmejorable para dominar el mercado mundial del automóvil eléctrico en los próximos años.
Ante estas perspectivas, el argumento que Francia quiere poner sobre la mesa es que la industria china del automóvil se aproveche del apoyo estatal del que disfruta para inundar el mercado europeo de vehículos eléctricos baratos hasta el punto de poner en peligro la producción europea en este sector crucial para la economía del futuro.
De hecho, según informa el diario Politico, la Comisión ya habría iniciado las discusiones sobre una investigación que debe determinar si es necesario o no activar el arsenal de lo dispuesto en la UE. El argumento no es directamente proteger a la industria europea con medidas abiertamente proteccionistas, sino establecer si la competencia china es desleal.
Se dibuja así pues en el horizonte la posibilidad de una escalada comercial entre China y la UE. Resulta difícil no establecer un paralelismo con la situación que vive Estados Unidos y el propio gigante asiático, aunque en este último caso las hostilidades van mucho más allá del vehículo eléctrico, y que Europa está mucho menos preparada que EEUU para sostener es enfrentamiento.
El gigante asiático se encuentra en una posición inmejorable para dominar el mercado mundial del automóvil eléctrico en los próximos años Share on X