La gran preocupación del gobierno de Cataluña por la menstruación (sic) constata la dejadez en otros muchos campos. Y uno de ellos, vital, es el de las infraestructuras viarias. Ya tenemos el eje principal de Cataluña, la AP-7, permanentemente colapsado, las carreteras que dependen de la Generalitat en un estado de conservación y señalización deficiente y además las que dependen del estado presentan la peor situación de toda España , sin que el gobierno de Catalunya haya levantado nunca el dedo para reclamar poner fin a este escándalo que cuesta vidas, heridos y dinero.
Si bien, en términos relativos sobre el conjunto, La Rioja es el territorio que presenta más tramos de siniestros recurrentes, con un 17,2%, es Cataluña, con un 12,6% y ocupando la segunda posición, la que tiene un número de kilómetros de riesgo mayor. Es lógico porque La Rioja tiene poco más de 433 kilómetros de carretera nacional y, por tanto, el 17,2% es una cifra modesta. Mientras que en Catalunya la magnitud se alza hasta los 1.782 kilómetros y esto supone que prácticamente 2.000 de estos kilómetros son absolutamente peligrosos. Estos tramos se concentran en tres carreteras nacionales. La primera y peor de todas es la N-260, la que va de Portbou a Figueres, Olot, Ripoll, Puigcerdà, la Seu d’Urgell, Sort y La Pobla de Segur, es decir la infraestructura que une todas las poblaciones importantes del Pirineo. Aquí se concentran 5 tramos peligrosos que han dado lugar a 43 accidentes mortales y graves que hacen referencia al período 2018-2020, considerando que en este último año, debido a la Covid-19, se produjo una importante reducción de la circulación.
La segunda carretera peligrosa es la N-230 que une Lleida con Francia. Presenta 2 tramos con estas características y ha sufrido 17 accidentes graves o mortales. Por último, la N-240, la que va de Tarragona a Lleida, con 1 tramo peligroso y 5 accidentes graves o mortales.
Mejorar esta situación no exige una gran obra extraordinaria. Y en teoría ahora está en manos de la Generalitat poder hacerlo directamente para cobrarlo después de Madrid, de acuerdo con el pacto que afirman a qué llegaron en esta materia a fin de garantizar una mejor eficiencia en la ejecución presupuestaria. Sin embargo, de momento esta posibilidad teórica no aparece claramente reflejada en los hechos.
Sea como fuere, es un escándalo que uno de los territorios más transitados del país presente este mal estado en lo que se refiere al índice de riesgo de las carreteras, que si en Cataluña alcanza un 12,6%, la media española se encuentra sólo en el 7,3%. Y lo que resulta más llamativo de todo, el de Madrid es del 0,0% . Si quieren encontrar explicaciones de por qué la comunidad de la capital de España va mejor que la catalana, piensen también en el estado de nuestras infraestructuras.
La pregunta final es siempre la misma: ¿qué hace el gobierno de la plaza de Sant Jaume?