Desde su creación, a través de sucesivas ampliaciones, el centro de gravedad de la UE se ha ido desplazando progresivamente de oeste a este del continente.
Desplazamiento del centro de gravedad de la UE hacia el este
En los años cincuenta del siglo pasado, el centro geográfico de la Europa de los Seis se encontraba en el pueblo francés de Kleimaischeid, de nombre alemán, situado en el este de Francia.
En 2007, después de las primeras tres ampliaciones correspondientes a los años 1973 (Dinamarca, Irlanda, Reino Unido), 1981 (Grecia) y 1986 (Portugal y España), el centro geográfico de la Europa Comunitaria se desplazó unos 120 kilómetros hacia el este, concretamente en la población alemana de Gelnhausen, cerca de Frankfurt, localidad histórica fundada por Barbarroja en el año 1170.
A partir de entonces, a consecuencia de posteriores ampliaciones, el centro de gravedad se fue situando cada vez más hacia el este, siempre dentro de territorio alemán.
A partir de 2013, con la adhesión de Croacia (la última ampliación de la UE hasta ahora), el centro geográfico se encontraba todavía en una población alemana, Westerngrund.
Tras el referéndum del Brexit de 2016 y la retirada del Reino Unido de la UE, otro pequeño pueblo, también alemán, se apresuró a declararse centro geográfico de la UE. Se trataba de la pequeña localidad de Gadheim, situada al norte de Baviera.
Tras el discurso sobre el futuro de la UE pronunciado por el canciller alemán, Gustav Scholz, en Praga, el pasado septiembre, todo el mundo sabe que se está preparando una nueva gran ampliación de la UE hacia los países balcánicos occidentales, que termina en Ucrania, con el consecuente nuevo gran desplazamiento hacia el este del centro de gravedad de la UE.
La población combinada de Ucrania, Polonia y los países bálticos puede convertirse en una gran fuerza demográfica y de influencia dentro de la UE, un verdadero contrapeso a la pareja franco-alemana.
Cumbre de la UE en Tirana (Albania) a finales del pasado año
La cumbre de la UE y de los Balcanes occidentales celebrada en Tirana, capital de Albania, a finales del año pasado, pactó la nueva ampliación hacia el este. La agresión de Rusia a Ucrania fue tema omnipresente en la cumbre, considerado como el máximo agente provocador de cambios en el tablero geopolítico europeo.
En Tirana se quiso demostrar la voluntad «inequívoca» de acelerar el nuevo proceso de ampliación hacia el este y de profundizar la integración regional.
Entre los logros “tangibles” de la cumbre se encontraba
Una ayuda de mil millones de euros por parte de la UE a hogares y empresas vulnerables de la región para hacer frente a la subida del precio de la energía.
Inversiones en energías renovables.
Un pacto de los operadores para reducir los costes de roaming de la telefonía móvil.
Visto bueno y bienvenida de las universidades de Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia en el programa Erasmus y en la red europea de instituciones de educación superior.
La guerra de Ucrania «está poniendo en peligro la paz y la seguridad a escala europea y global y demuestra la importancia de la asociación estratégica entre la UE y los Balcanes occidentales», se afirmó en la declaración final de la cumbre de Tirana. La UE es «el socio más cercano, el principal inversor y socio comercial y principal donante». El presupuesto comunitario actual tiene reservados 29.500 millones de euros para la región. Úrsula von der Leyen habló de un «nuevo momentum» para la ampliación, un tren que se había detenido, en 2013, en la «estación» de Croacia.
Serbia sigue siendo el único país de la región que no se ha sumado a las sanciones europeas contra Rusia.
Serbia sigue siendo el único país de la región que no se ha sumado a las sanciones europeas contra Rusia. En Tirana le estiraron las orejas: “Apoyar a la UE es un signo claro de la orientación estratégica, ahora más que nunca cuando Rusia endurece la guerra de agresión contra Ucrania”, por lo que se reclamó a todos los países «el pleno alineamiento» con la política exterior y de seguridad común, incluyendo las sanciones.
Esto dijo el anfitrión Edi Rama, primer ministro de Albania, al comienzo de la cumbre de Tirana:
“Bruselas es una sinfonía, y los Balcanes son rock and roll… Esto es mucho menos aburrido que Bruselas, de ahí que todos ustedes estén tan contentos de venir a vernos”.
Lo que no dijo Edi Rama es que la anterior cumbre conjunta con los países balcánicos occidentales, de 23 de junio del año pasado, celebrada en Bruselas, terminó mal, con los líderes de Macedonia del Norte y Albania abombando su frustración por el veto de Bulgaria al comienzo de sus conversaciones de adhesión, después de 17 y 8 años, respectivamente, como candidatos, al tiempo que la UE abría sus puertas a Ucrania.
Visita de la plana mayor de la CE en Ucrania
El día 3 de febrero, la Comisión Europea se ha reunido en la capital de Ucrania. La fuerza simbólica de la visita de todo el colegio de comisarios, junto a la presidenta Úrsula von der Leyen al frente, acompañada del presidente del Consejo, Charles MIchel, se ha convertido en el mensaje principal de la cumbre entre la UE y Ucrania, junto a la firme decisión de admitir Ucrania como futuro estado miembro de la UE.
en privado el gobierno de Kiev sabe perfectamente que la adhesión de Ucrania a la UE es un horizonte a muchos años vista
A corto plazo, la escenificación del apoyo comunitario es crucial en la estrategia de Zelenski. Pese a que Polonia y los países bálticos reclaman un procedimiento rápido para acomodar a Ucrania en la UE, en privado el gobierno de Kiev sabe perfectamente que la adhesión de Ucrania a la UE es un horizonte a muchos años vista. Zelenski se mostró tan determinado a completar el ingreso de su país en la UE en unos años así como en ganar la guerra a Rusia.
El alto representante de política exterior y de seguridad de la UE, Josep Borrell, ha declarado que, si se suma el gasto en armamento, ayuda humanitaria y asistencia macrofinanciera, el apoyo económico de la UE en Ucrania es mayor que el de los Estados Unidos. La cifra total asciende a 49.000 millones de euros.
En enero se ha ampliado el Fondo Europeo para la Paz, con el que se financia parte de los envíos nacionales de armamento y ha llegado el primer tramo de 18.000 millones de euros aprobados para ayudar al Estado ucraniano a funcionar durante 2023.
Desde que comenzó la guerra, la UE ha acogido a cuatro millones de refugiados. La UE tiene mucho interés en que se explote al máximo el Acuerdo de Asociación bilateral, con nuevas medidas para facilitar la integración de Ucrania en el mercado interior. La UE desempeñará un papel de liderazgo a la hora de reconstruir Ucrania. Se acaba de crear en Bruselas un secretariado para coordinar proyectos con el G-7.
Pese al despliegue institucional en la capital ucraniana, los 27 siguen divididos sobre la velocidad de la adhesión de Ucrania. Polonia y los países bálticos, sobre todo, presionan para que la solicitud de entrada se estudie lo antes posible, mientras que la mayoría de países de Europa occidental todavía optan por la prudencia.
El caso de Polonia
Polonia está jugando un papel central en relación a la guerra de Ucrania. Es el gran país vecino del oeste, miembro de la UE y de la OTAN. Polonia lidera el bloque de la nueva Europa que mira más a Estados Unidos y Reino Unido, que hacia Francia o Alemania, para garantizar su futuro y su seguridad.
La OTAN está construyendo en Polonia la mayor base militar de Europa. Polonia teme un pacto a sus espaldas entre Alemania, Francia y Rusia para negociar la paz en Ucrania. Polonia y las repúblicas bálticas no sólo quieren derrotar al ejército ruso, sino también derrotar a Putin.
Todo esto está ocurriendo en la UE, que nació como antítesis de la guerra
Nació como un proyecto de paz, reconciliación, perdón y prosperidad. Es un proyecto kantiano. Su fuerza reside en la integración y en la paz. Éste es su “poder blando”, que se encuentra hoy tan trastornado por la invasión rusa de Ucrania.
La guerra de Ucrania no ha roto Europa, como hubiera querido Putin. Dicen algunos que todo lo que el Brexit no logró, ahora pudo conseguirlo la guerra. La Europa que cerró filas para defender el mercado único vuelve a correr el riesgo de romperse, escriben otros. La conclusión general es que la UE ha sido capaz de reaccionar de forma conjunta y eficaz ante la guerra de Ucrania, repitiendo el éxito de su reacción ante la covid.
La guerra de Ucrania parece que va para largo. En el transcurso del conflicto bélico, Europa se va transformando: desde la naturaleza del propio poder europeo al diseño de su seguridad. Con el paso de los meses, la influencia política de la UE se ha ido desplazando hacia el este y el norte de Europa.
Uno de los mejores analistas de la UE, el historiador y filósofo holandés, fundador del Instituto de Bruselas para la Geopolítica, Luuk Johannes van Middelaar, acaba de escribir lo siguiente:
“Hay momentos en los que la historia da un vuelco y todo un continente cambia: la invasión rusa de Ucrania del 24 de febrero del año en curso es uno de esos momentos. El 2023 es un pequeño 1989“.
Van Middelaar argumenta que la guerra debilita al motor franco-alemán en Europa y que el centro de gravedad de la UE se desplaza inexorablemente hacia el este. Polonia se convierte en un Estado miembro clave de la UE. Francia y Alemania contemporizaban con Putin, mientras que Polonia, escandinavos y bálticos, no. La vieja rotura norte-sur deja paso a la rotura oeste-este dentro de la UE, a consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. La autonomía estratégica promulgada por Macron queda en vilo. “Estados Unidos lidera más que nunca militarmente el continente, con el apoyo especial de polacos, escandinavos y bálticos”.
Macron y Scholz simulan ser amigos, pero hay problemas entre ellos
Van Middelaar coincide con Sophie Pornschlegel, miembro de think tank European Policy Center de Bruselas, cuando escribe que “Macron y Scholz simulan ser amigos, pero hay problemas entre ellos”. También coincide con la exministra española de asuntos exteriores y hoy profesora de asuntos internacionales en la Facultad de Sciences Po, de la Sorboma, Arancha Gonzalez Laya, cuando escribe que “cada vez es más evidente que el eje franco-alemán es necesario, pero insuficiente“, y que existe en su interior una “asincronía“. «Existe un desconcierto francés ante una Alemania que se rearma y que podría asumir un papel de potencia tanto económica como militar».
Estamos ante la última curva que le faltaba a Alemania para recuperarse del todo después de su gran derrota de 1945. Ahora incluso se le ruega, que se rearme, y que envíe sus tanques Leopard a luchar contra los rusos, frente a lo que ella todavía se muestra reticente, es una potencia reticente, le cuesta admitir las nuevas realidades.
“Hacer un Scholz“, según el reputado analista Timothy Garton Ash, es ahora lo que se lleva a Alemania.
Explica en un reciente artículo que esta frase significa “prometer constantemente algo sin tener la más mínima intención de hacerla realidad”. Timothy Garton Ash termina su artículo con estas palabras: “hacer un Scholz no es cosa de risa; creo firmemente que Alemania debería estar delante, no en la retaguardia, de una iniciativa euroatlántica compartida para poner fin a la mayor guerra de Europa desde 1945 de la única manera que nos puede conducir a una paz duradera“ .
Según Sophie Pornschlegel,
«Europa es cada vez menos carolingia y más eslava y báltica. El diagnóstico de Macron de 2019 acusando a la OTAN de «muerte cerebral» hoy no tiene ningún sentido, ha quedado desmentido por los hechos. La sospecha de que el europeísmo en Francia ha sido siempre una manera de usar la UE para su propio interés nacional es cada vez más evidente.Alemania está fuertemente cogida en la OTAN y en Estados Unidos, mientras que en Francia el antiamericanismo sigue siendo fuerte; force de flape nuclear y a su silla permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sin ofrecerlas a Europa en su conjunto, que sería lo más lógico y conveniente; la tradición gaullista sigue viva en Francia».
Del miedo a aumentar la extensión de la UE hemos pasado a la ampliación como imperativo por exigencia de la seguridad.
Una pregunta que debemos hacernos los países periféricos occidentales es cómo será el futuro de Europa en este nuevo escenario.
La ampliación hacia el Este, posterior a la caída de la URSS en 1991, cambió la naturaleza de la UE, favoreciendo la expansión del mercado interior alemán y desviando recursos y atención hacia las regiones del este del continente.
España dejó de recibir más de 22.000 millones de los fondos de cohesión mientras que se enviaban más de 123.000 millones a los cuatro países de Visegrado (Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia) con resultados ambivalentes. La gran pregunta para nosotros periféricos occidentales es que supondrá esta nueva ampliación hacia el este.
España debería ser capaz de introducir sus intereses y su visión geopolítica en la agenda europea, con más «convencimiento y eficacia»
España debería ser capaz de introducir sus intereses y su visión geopolítica en la agenda europea, con más «convencimiento y eficacia. Ahora se está hablando constantemente de Europa capital Kiev», pero recordemos que los principales retos de la UE (cambio climático, seguridad, desigualdad) suponen un mayor reto contemplado desde el sur que desde el este. La política de vecindad sur de la UE debería tener una visibilidad comparable a la que se da en los Balcanes occidentales.
Según declaraciones recientes de un asesor senior de Macron, Rusia ha abierto «un segundo frente» contra Europa en África.
«De Mali a Sudán, en todo el Sahel, Moscú está desafiando a Occidente con un mensaje anticolonial.
Se trata de debilitar a Europa y abrir un nuevo frente donde Europa y Francia son percibidas como frágiles.
Rusia utiliza propaganda, venta de armas, mercenarios, ejércitos en la sombra, intervenciones híbridas. Las ganancias de Rusia se producen sobre todo a expensas de Francia.
Para los rusos algunos estados africanos son como El Dorado: no hay estado, no hay fronteras, no hay controles. En Europa, Putin se siente humillado y trata de abrir un segundo frente en África».
En nuestra casa, son muchos los analistas que piensan que Pedro Sánchez no juega bien sus cartas en el Magreb y que Marruecos y Argelia las juegan mejor. La sorpresa y la decepción por los resultados de la reciente cumbre hispano-marroquí en Rabat son evidentes.
España debería ser capaz de introducir sus intereses y su visión geopolítica en la agenda europea, con más convencimiento y eficacia Share on X