Resultados de la actual legislatura europea (2019-2024)

En los primeros números de este Blog Pro Europa, dedicados a los inicios de la Comisión Europea presidida por la alemana Úrsula Von der Leyen (2019-2024), comentábamos sus ambiciosos proyectos a cinco años, centrados especialmente en la consecución de una doble y difícil transición: la digital y la ecológica.

Aquellos planteamientos iniciales se han visto enormemente afectados por dos acontecimientos inesperados que han embestido con fuerza desde el principio de la legislatura: la pandemia (2020) y la guerra de Ucrania (2022). Ante tanta circunstancia adversa, la continuidad de la policrisis iniciada en 2005 con el fiasco del tratado constitucional europeo más el seguimiento de crisis posteriores consecutivas (Gran Recesión, crisis del euro, invasión rusa de Crimea, inmigración, Brexit, Trump, populismos) parecía asegurada.

Sin embargo, en el Post anterior sosteníamos que la UE estaba superando la policrisis y se dirigía hacia un nuevo relanzamiento de su proyecto de integración. El momento del cambio o la fecha simbólica que marcaba el parteaguas de una nueva era podía ser el 31 de enero de 2020, día en que el Reino Unido abandonó finalmente la UE y se diagnosticaron los primeros casos del covid en Italia.

Pese a haberse vivido momentos potencialmente demoledores para el proyecto europeo nada más comenzar la actual legislatura, la suma de peligros se ha ido transformando en una fuente de fortalezas.

Decíamos que la Historia ya había dictado su veredicto sobre el enorme error cometido por los británicos como consecuencia del Brexit.

Con él, los británicos renunciaban no solo al Mercado Interior Europeo, el más importante del mundo, sino también a la versión más dinámica y cosmopolita de ellos mismos. El actual premier británico, Rishi Sunak, ya lo está reconociendo y busca un nuevo arreglo con la UE, sin llegar todavía a pedir su reingreso, una vez superados los tiempos de los patéticos premiers conservadores causantes y administradores del desgraciado Brexit, desde el gran responsable inicial del desaguisado, David Cameron, hasta Theresa May a Liz Truss, pasando por el inefable Boris Johnson.

A la vista está que las consecuencias económicas del Brexit han supuesto un enorme problema para el Reino Unido y solamente un problema menor para la UE.  En estos momentos, el Reino Unido se está hundiendo en el pesimismo económico y vuelve a considerarse a sí mismo como “el hombre enfermo de Europa “. Es el único país del G-7 que no ha recuperado el nivel económico anterior a la covid. La consecuencia más palpable del Brexit es la caída del comercio exterior.

Poco después del fiasco británico, la pandemia ha venido a reforzar la UE en varios frentes:

Un ambicioso plan de solidaridad y modernización vehiculado a través de los fondos Next Generation EU, una integración monetaria sólida que incorpora la emisión masiva de bonos comunes europeos por primera vez en su historia, un exitoso programa conjunto de vacunación, todo ello pese a las débiles competencias de Bruselas en materia de salud.  El contraste entre la dependencia radical de material médico chino durante las primeras semanas de confinamiento y la oferta de vacunas europeas hecha actualmente a Pekín es la mejor expresión del camino recorrido.

El trienio de confrontación exitosa de adversidades (2020-2022) ha sido también el del despertar geopolítico de la UE.

Nadie imaginaba el grado de unidad y determinación mostrado por la UE a la hora de responder a la invasión rusa de Ucrania.  En el reciente Foro de Davos, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, ha podido hablar de “victoria frente a la agresión energética de Rusia “y que “la UE está manejando con éxito la inflación y la guerra en Ucrania “.

A principios de 2023 se va confirmando el carácter de parteaguas del año 2020 y la clara recuperación del impulso relanzador del proyecto de integración europeo experimentado durante el año 2022.

Acabábamos nuestro Post anterior diciendo que quizás, dentro de unos años, los expertos debatirían sobre las causas del nuevo relanzamiento de la UE a partir de 2020, y que la explicación última del debate podría apuntar a tres protagonistas: David Cameron (Brexit), un murciélago en el mercado de Wuhan (pandemia) y Vladimir Putin (guerra de Rusia contra Ucrania).

La invasión rusa hobbesiana de Ucrania supone un desafío directo a la idea kantiana de paz universal sobre la que está basada todo el proyecto integrador europeo.

El conflicto ha puesto en evidencia la dependencia de la UE respecto a Estados Unidos en lo concerniente a seguridad y la necesidad de alcanzar una autonomía estratégica, pero también ha mostrado una extraordinaria resiliencia de la UE. Sus estados miembros se han revelado capaces de superar la dependencia energética de Putin. A pesar de su enorme coste, están proporcionando una ayuda masiva a Ucrania.

El BCE ha hecho frente con éxito a la inflación. Autócratas como el húngaro Orban se han visto aislados. Rusia está sometida a severas sanciones, adoptadas conjuntamente con Estados Unidos. Alemania ha adoptado una Zeitenwende y ha experimentado el fracaso de su apuesta de “cambio a través del comercio“, la elección de Meloni no ha resultado tan preocupante como parecía ser para el proyecto europeo, Roma actúa firmemente coordinada con Bruselas en aspectos cruciales como el control del presupuesto y de la deuda italiana.

Por todo ello, y más, Matthias Matthijs, profesor de relaciones internacionales de la Universidad John Hopkins, ha podido escribir lo siguiente en un artículo que acaba de publicar en la revista Foreign Affairs: “Cuando los historiadores consideren el pasado reciente, posiblemente decidirán que el año 2022 fue el año en el que la UE volvió a recuperar el pulso relanzador de su proyecto de integración supranacional “.

Según declaraciones del historiador británico Adam Tooze,  realizadas  en la reunión del Foro Económico Mundial en Davos,

“Europa está emergiendo como un actor más duro, competente y político, frente a una China que afronta la mayor crisis de gobernanza desde el inicio del período de reformas y unos Estados Unidos determinados en preservar la suerte de dominio global que les queda“

“Europa no tiene el problema de Estados Unidos consistente en reservar la suerte de dominio global que le queda. Europa no tiene ese problema y ese es un gran alivio. Una de sus grandes ventajas es que ya ha tenido su momento posimperial. Mientras Estados Unidos se ocupa de preservar su preeminencia, los europeos se ocupan de construir el proyecto político más innovador. La UE ha sufrido una grave y larga crisis con las turbulencias que empezaron hace unos quince años, pero lo ocurrido en la UE a partir de 2020 significa que ha sabido corregir el rumbo y lo sucedido en 2022 lo confirma“.

Una vez consolidado este nuevo relanzamiento de la UE, uno más en la historia de la Europa Comunitaria, el problema central de Europa será acabar de construir su proyecto político y alcanzar su autonomía estratégica y poder de mediación entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y China“. Esta es, sin duda, la gran cuestión pendiente.

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