Si la cumbre francoespañola celebrada recientemente en Barcelona nos ofrecía una imagen retorcida de lo que algunos entienden como política, con un Aragonés saludando a los presidentes, por buena educación de anfitrión, un título que él mismo se concede, pero ni Sánchez ni Macron le reconocieron.
Este hecho gentil venía seguido del acto de irse para no escuchar los himnos de España y de Francia, con una ofensa innecesaria porque en principio la independencia de Catalunya no tendría por qué estar reñida con el respeto a los símbolos de los demás países.
Si a todo esto se le añade que en el mismo instante Junqueras se manifestaba contra la reunión a la que Aragonés hacía el rendez vous, si todo esto ya parecía grotesco, ahora viene Colllboni y lo mejora.
El primer teniente alcalde de Barcelona ha anunciado, a 4 meses de las elecciones, que abandona el gobierno municipal del que ha sido un destacado responsable para, palabras textuales suyas, pasar a «liderar la mayoría del cambio». Es decir, deja de ser teniente alcalde porque quiere encabezar una alternativa, esto es el cambio a la política que él, junto a Ada Colau, ha estado llevando a cabo durante más de 3 años y medio.
Es un triple salto mortal y si le funciona electoralmente querrá decir que una parte no pequeña de los ciudadanos de Barcelona son capaces de tragarse paraguas abiertos. Porque la presencia de Collboni en el gobierno municipal ha sido contumaz porque ya formó parte del primer consistorio presidido por Colau. Duró un año y medio, y no lo dejó él sino que le echaron.
Pese a ese desprecio, después no tuvo inconvenientes en volver como primer teniente alcalde y apoyar todas las políticas municipales que se le han acudido a Colau, supermanzanas y tranvía por la Diagonal incluidos.
Basta con comparar la mansedumbre de Collboni y el PSC en el gobierno municipal con los comportamientos de otros socios como UP en el gobierno de Madrid y JxCat en la Generalitat como para constatar que los socialistas catalanes se han plegado de manera absoluta durante este tiempo a la voluntad de Colau.
¿Y ahora Collboni sale y quiere presentarse como alternativa a lo que él mismo ha contribuido a hacer?
Además no queda todavía claro qué hará el resto del gobierno en el que en estos momentos siguen participando los socialistas. Lo lógico es que todos abandonen el gobierno, porque si no todavía el escenario sería más anormal. El líder fuera, haciendo alternativa, y el partido dentro. Veremos qué ocurre.
Se dice que esta decisión de Collboni es consecuencia de la presentación de Trias porque el electorado más de centro que Collboni cultivaba puede ahora tener otro protagonista. Puede ser una explicación, pero es muy extraña porque ni el PSC ni Collboni tienen nada de opción de centro, sino que forman parte del más puro radicalismo de la progresía política, a no ser que se confunda ser de centro en adular a las fuerzas económicas, sin que esto se concrete en nada, más allá de un ejercicio de simpatía vacío de repercusiones políticas.
Cabe subrayar que el PSC participa de la responsabilidad, ministro y ex ministro incluidos, de la legislación radical de Sánchez. Es corresponsable de la ley del «Sí es sí», de la eutanasia, del suicidio asistido en plena ola de suicidios, de la ley Celaá sobre la enseñanza que liquida los derechos de los padres y ahoga a la escuela concertada, a la vez que instaura una metodología que se acerca mucho al aprobado general y por sistema.
Son las leyes que han liquidado la patria potestad, como en el caso de la ley de protección de menores, la de la educación sexual en la escuela, la del aborto, que además ahora se presenta sin período de reflexión y sin información sobre las alternativas. Es corresponsable de la ley de familias, que liquida a las familias numerosas de toda consideración legal y establece ¡16 modelos de familia!, todos los que se les ha ocurrido menos el de la familia natural, la más abundante de lejos en términos estadísticos.
El PSC es el aliado incondicional de UP, un partido comunista de Díaz, de Colau y si es necesario también de ERC.
Es evidente que todo esto no define un partido de centro ni de orden, sino todo lo contrario, y creérselo es un sueño de la razón, que en todo caso tenía cierta justificación en las lejanas épocas de Felipe González, Narcís Serra y Pasqual Maragall. Hoy todo esto ha pasado a la historia.
Ni el PSC es de centro ni Collboni tiene credibilidad.
Lo lógico es que todos abandonen el gobierno, porque si no todavía el escenario sería más anormal. El líder fuera, haciendo alternativa, y el partido dentro Share on X