Las encuestas del barómetro de opinión del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO) permiten realizar un seguimiento de series que ya acumulan años suficientes para que permitan observar una tendencia larga, de cerca de una década. Concretamente, la que va desde marzo de 2014 hasta octubre de este año, con la ventaja de que incorporan tres barómetros anuales y esto todavía facilita un mejor seguimiento de las evoluciones.
Tiene interés observar la dinámica temporal del catolicismo en Cataluña, que contradice dos impresiones generalizadas: la de que cada vez son menos y las iglesias permanecen más vacías, y que la primera ola de la covid y el “Gran Cierre” provocó una bajada generalizada sin recuperación. Constatémoslo:
El conjunto de la población que se declara católica representaba en marzo de 2014 el 55,1%, mientras que en octubre del año en curso se había situado en el 53,1%. Pero esta cifra fluctúa a lo largo del período. El mínimo se observa en marzo de este año con un 51% y, por tanto, estamos dentro de un proceso de recuperación que puede ser causado por el margen de error que incorpora la misma encuesta u obedecer a una tendencia de fondo. Ha habido en el pasado reciente máximos que han coincidido siempre con el barómetro correspondiente al mes de junio, en 2015 el 61,5%, en 2016 el 58,3%, en 2017 el 58,4% y se observa también un hecho muy interesante que es la recuperación postcovid, cuando en octubre de 2020 se alcanzó la cifra de 56,6%. Este hecho se produce con mucha intensidad en relación con la práctica católica, como veremos a continuación.
En cualquier caso digamos que a lo largo de estos 8 años la población que se declara católica oscila entre el 55 y el 53% con máximos que pueden llegar al 58% y con un mínimo del 51%. No hay decrecimiento, existe estabilidad con fluctuaciones al alza y a la baja.
Pero ya es sabido que la autodefinición como católico tiene profundas diferencias en su seno entre aquellos que a pesar de calificarse así nunca ponen los pies en la iglesia y los distintos niveles de práctica.
El primer grupo, el de mayor intensidad, es aquel que según la encuesta va como mínimo a la iglesia una vez a la semana. Este colectivo significaba el 6% en marzo de 2014 y ahora alcanza el 10,3%, después de registrar un aumento en octubre de 2020 cuando se situaba en el 6,5%. Por tanto, es visible un efecto postcovid. Ha crecido casi 4 puntos porcentuales (pp). Es como si la Covid 19 hubiera impulsado el regreso de católicos a la iglesia. Está por ver si este hecho es aprovechado o no por la institución eclesial, estabilizando ese retorno que mejora claramente la cifra de católicos practicantes que se iba observando en los últimos 6 años, siempre oscilando entre el 6% y 7% y pico. Esta tendencia al retorno a la práctica postcovid se observa también en los demás grupos.
También entre los que acuden a la Iglesia una vez al mes se ha registrado una mejora postcovid. En 2014 era del 7,7%, en febrero de 2020 se habían reducido al 5,5% y a partir de octubre de ese año después de la pandemia se han ido incrementando hasta alcanzar su máximo del 8, 1%. Es un hecho a retener coherente con todos los demás incrementos.
Considerando el núcleo de la práctica, es decir los de frecuencia semanal o superior, y también mensual, tendríamos un grosor que se situaría en el 18,5%, claramente superior al de marzo de 2014 que era de la mitad. Hay más que nunca personas con vínculos más apretados en la última década.
Quienes acuden a la iglesia 1 vez al año se situaban en marzo de 2014 en el 15,9% y ahora esta cifra es también ligeramente superior 16,4%, pero vienen de una situación muy inferior, en torno al 10% . Aquí el efecto postcovid con incremento de 6 puntos porcentuales (pp) es aún más intenso que en los católicos más practicantes.
En consecuencia, con esta evolución de aumento de los practicantes se registra un bajón de aquellos que se consideran católicos, pero que nunca van a la iglesia. En este caso, en octubre de este año se sitúa en el mínimo de toda la serie con el 64,6% y con tendencia a decrecer. Se observa claramente la gran caída, que se produce a partir de octubre de 2020, cuando la serie estaba situada en el 77,8% y pasó 2 años después al 66%. También ahora hay menos católicos que nunca acuden a la Iglesia, que al inicio de estas observaciones del CEO del 2014 cuando significaban el 67,7%.
En resumen: el conjunto de los católicos se mantienen en una cifra que fluctúa y que se sitúa por encima de la mitad de la población. Dentro de este colectivo aquéllos que no tienen prácticamente vinculación con la iglesia han decrecido de una forma muy evidente desde la covid-19. Mientras que los que mantienen vínculos, más intensos o más laxos, han aumentado. Se detecta aquí el efecto de una sacudida, la que representó la pandemia, y ahora la cuestión es si la institución eclesial está sabiendo o no capitalizar este proceso de retorno.
Otros dos apuntes. Estos datos positivos se producen a pesar de que entre la población mayor de 64 años este proceso no se da con la misma intensidad que en el conjunto. Las tendencias son similares pero mucho menos intensas. Mientras, en la población más joven de 18 a 24 años sucede lo contrario: Las tendencias de caída de católicos no practicantes es extraordinaria, de hecho se reducen casi a la mitad, mientras que crecen mucho los que frecuentan la Iglesia, pero con baja intensidad, los que acuden 1 vez al año y 1 vez al mes. Estos dos grupos en su conjunto representan el 41% de la población católica.
Los practicantes más intensos, el de frecuencia semanal o diaria, vienen creciendo entre los jóvenes desde 2014 cuando prácticamente no llegaban al 2% y con dificultades al 1%. Mientras que ahora se sitúan en un 6,4%, un aumento que en términos relativos es muy importante porque significa multiplicar casi por 6 la cifra del inicio de la serie, con un curioso máximo postcovid en marzo del 2022, cuando esta magnitud superó a todas las otras practicantes, llegando al 28,1%, pero es algo ocasional, una flor que no hace verano, porque luego rápidamente decrece hasta dicho 6%. Aquí todavía con mayor importancia está la capacidad de la iglesia catalana para asentar este regreso de los jóvenes a la práctica.
También entre los jóvenes, por primera vez en muchos años, más allá de los que indica la serie del CEO, que comienza en 2014, los que se declaran católicos superan con un 33,5% del total a los que se declaran ateos, el 32,3%. Los jóvenes agnósticos se mantienen en niveles altos del 18% y crece el Islam que ya agrupa a un 6,1% de los jóvenes de entre 18 y 24 años y, por tanto, ligeramente por encima de los cristianos evangélicos del 5,1% .
De acuerdo con estas cifras, los jóvenes cristianos, con independencia de su concreta confesión, significarían casi el 40% del total de jóvenes de Cataluña.