Prácticamente, al tiempo que se celebraba el XX Congreso del Partido Comunista Chino, en el que Xi Jinping era proclamado líder supremo de China por cinco años más, como mínimo, el Pentágono hacía pública la nueva Estrategia de Seguridad de Estados Unidos.
LLoyd Austin, Secretario de Defensa, aprovechó la presentación de la nueva Estrategia de Seguridad de Estados Unidos para advertir a Rusia que “seguimos centrados en garantizar que hacemos y haremos todo lo posible para ayudar a Ucrania a defender su soberanía, su territorio” y que Moscú recibirá una respuesta “significativa” de la comunidad internacional si llega a lanzar una bomba nuclear en territorio ucraniano.
En el mismo acto, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, declaró que «se responderá de forma adecuada» a cualquier ataque ruso contra los satélites comerciales estadounidenses, después de que Moscú hubiera amenazado a los satélites de Starlink, propiedad del magnate norteamericano Elon Munsk.
Los aspectos centrales de la nueva Estrategia de seguridad de Estados Unidos son dos:
Se considera que, a corto plazo, Rusia presenta un «desafío agudo» con la guerra de Ucrania, mientras que a medio y largo plazo el desafío más relevante es el que plantea China. El desafío chino es definido como “el más trascendental y sistémico para la seguridad de Estados Unidos en las próximas décadas”.
La nueva Estrategia de seguridad de Estados Unidos declara que China es el único competidor aquí y fuera que busca remodelar el orden internacional y que tiene, al mismo tiempo, un poder creciente para conseguirlo
La nueva Estrategia de seguridad de Estados Unidos declara que “China es el único competidor aquí y fuera que busca remodelar el orden internacional y que tiene, al mismo tiempo, un poder creciente para conseguirlo; es el desafío más profundo y grave; China mantiene un esfuerzo coercitivo y cada vez más agresivo para remodelar la región del Indo-Pacífico, y pretende remodelar el orden mundial”. El texto también señala que «un conflicto con China no es ni inevitable ni deseable», y considera que la retórica china contra Taiwán supone un factor «desestabilizador» que amenaza la paz de la región y de todo el planeta.
Otras amenazas especialmente señaladas son Corea del Norte, Irán y movimientos terroristas, especialmente los globales como Al Qaeda, El Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS) y afiliados, así como las amenazas llamadas de “zona gris” (cibernéticas, climáticas , alimentarias, sanitarias, etc.).
Sobre Europa, el Departamento de Defensa de Estados Unidos mantendrá su compromiso fundamental con la seguridad colectiva de la OTAN, trabajando conjuntamente con los aliados y socios para disuadir, defender y desarrollar resiliencia contra nuevas agresiones militares rusas y otras posibles, así como contra formas agudas de coerción pertenecientes a la “zona gris“.
Las prioridades del Departamento de Defensa, basadas en que Estados Unidos se declara un pueblo libre y comprometido con la defensa de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho en todo el mundo, son las siguientes:
1) defender a la patria, al ritmo de la amenaza creciente multidominio planteada por China, 2) disuadir los ataques estratégicos contra Estados Unidos, aliados y socios, y 3) disuadir cualquier agresión, mientras se prepara lo que convenga para ganar el conflicto cuando sea necesario, priorizando el desafío de China en la región Indo-Pacífico y después el desafío de Rusia en Europa, construyendo una fuerza conjunta resiliente con todas las democracias del planeta y un ecosistema común de defensa.
Análisis de la CIA (Central Intelligence Agency) y del Pentágono han inspirado los planteamientos de la nueva Estrategia de Seguridad americana
Análisis de la CIA (Central Intelligence Agency) y del Pentágono han inspirado los planteamientos de la nueva Estrategia de Seguridad americana. Aconsejan que Estados Unidos debe visar como objetivos principales Rusia, urgente, y China, importante. Consideran poco realista la posibilidad de abrir una brecha entre ambas potencias. Pese a que la guerra de Ucrania pueda no gustarle mucho, la China de Ji Jinping ve a Occidente, liderado por Estados Unidos, como su rival estratégico y a Putin como un socio indispensable.
La Declaración Conjunta firmada por Putin y Xi Jinping en Pekín el dos de febrero de este año, estableciendo una relación “sin límites” entre sus dos países y una “asociación estratégica integral de coordinación para una nueva era”, está plenamente en vigor. Pekín no tiene ninguna intención de condenar a Rusia ni de implicarse. La posición de China es de aparente neutralidad retórica, pero en realidad es una posición de apoyo tácito a las posiciones de Moscú.
China apoya las «legítimas demandas de seguridad» de Rusia y se opone a las sanciones impuestas por Occidente.
Pide que se respete la soberanía y la integridad territorial de «todos los países» porque le conviene de cara a Tíbet, Hong Kong, Taiwán o Xingiang, pero ha evitado apoyar a Ucrania a la hora de ver violada su «integridad» territorial“ por una Rusia invasora. China ha identificado la ampliación de la OTAN y «la exageración de las tensiones» por parte de Estados Unidos como las primeras causas de la guerra de Ucrania. Pekín se ha negado a seguir las sanciones que Occidente ha aplicado contra Moscú y teme que se le puedan aplicar a ella, lo que le perjudicaría mucho al ser «la fábrica del mundo».
Xi Jinping le hizo saber que sitúa la guerra de Ucrania dentro de una visión geopolítica más amplia.
En la última reunión en Samarcanda de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) entre los dos líderes, Putin reconoció ante Xi Jinping las «dudas y preocupaciones» de China en relación con su «operación militar especial sobre Ucrania», pero la cosa no fue más allá. Xi Jinping le hizo saber que sitúa la guerra de Ucrania dentro de una visión geopolítica más amplia.
Su visión está marcada por el temor de ver a China rodeada por países occidentales que pretenden contener su ascenso y su “legítimo retorno“ a la condición de gran potencia en el horizonte del año 2049, el centenario de la fundación de la República Popular China.
Según Xi Jinping, China está cada vez más amenazada por agrupaciones militares que la rodean dirigidas por Estados Unidos como AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos), QUAD (Estados Unidos, India, Japón, Australia) o Five Eyes ( Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda). El concepto chino de “seguridad nacional” hace referencia a proteger el estado, y sobre todo, la consecución de la supremacía global antes de 2049.
En la China de Xi Jinping la ideología triunfa y predomina sobre el pragmatismo; la economía ya no es la primera prioridad. Xi es un marxista-leninista convencido, que basa su pensamiento en el materialismo histórico y el dialéctico.
Cree en la lucha del Partido Comunista Chino contra fuerzas reaccionarias tanto de casa (sector privado arrogante, organizaciones intergubernamentales influidas por Occidente, movimientos religiosos) como del exterior (Estados Unidos y sus aliados). A ojos de Xi, el verdadero «final de la historia» se producirá cuando las fuerzas reaccionarias sean derrotadas y el Partido Comunista Chino resulte victorioso.
Piensa que se debe evitar cueste lo que cueste una implosión del sistema comunista en China como la vivida por la URSS. Cree que es necesario un liderazgo fuerte al frente del Partido, completa lealtad a su máximo líder, es decir, a sí mismo y lucha implacable contra la corrupción. Xi ha ido perdiendo la fe en la economía de mercado introducida por Deng Xiao Ping en 1978. También se ha ido alejando de la gran consigna pragmática de Deng en asuntos exteriores: “esconde tu fuerza, espera el momento oportuno, nunca tomes la delantera“.
Está convencido del ascenso del Este y de la decadencia inexorable del Oeste
Xi es un nacionalista convencido. A los 69 años, se ve con fuerza de mandar hasta bien entrada la década de los treinta de este siglo y de presenciar, por tanto, el liderazgo tecnológico en la mayoría de sectores en 2035, tal y como está programado. Está convencido del ascenso del Este y de la decadencia inexorable del Oeste. Pretende conseguir un orden mundial multipolar “más honesto y más justo”, anclado sobre el poder chino y no el americano. Es el final del “Consenso de Washington“ y el triunfo del “Consenso de Pekín“.
Está creando un nuevo sistema de instituciones internacionales centradas en China, como las “nuevas rutas de la seda“ (OBOR, One Belt One Road), el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura o la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS ), que rivalizan con las instituciones internacionales liberales fundadas después de la Segunda Mundial, de inspiración estadounidense.
El talón de Aquiles de China puede llegar a ser, según los analistas, su economía.
Debido a la existencia de importantes problemas inmediatos que afectan a sectores concretos (inmobiliario, finanzas) y otros de carácter estructural (envejecimiento de la población, mano de obra menguante, bajo crecimiento de la productividad, deuda elevada, crecimiento económico menguante), además de las consecuencias negativas de la política estricta de cero cóvid. También estiman que podría llegar el caso de un conflicto perturbador, que daría paso a respuestas significativas por parte de las organizaciones militares que rodean a China, todas ellas coordinadas por Estados Unidos.
Mientras, la guerra de Ucrania sigue y Putin no parece aflojar, sino todo lo contrario. Acaba de declarar en Moscú, en el marco del Foro de Discusión Política Valdai, que «esta es la década más peligrosa desde la Segunda Guerra Mundial». Acusa a Occidente, y particularmente a Estados Unidos, de practicar un juego internacional “peligroso, sanguinario y sucio”. También ha reiterado que Ucrania no tiene razón de existir, pues es un “estado inventado por la URSS, y que Ucrania y Rusia forman parte de un pueblo único”.
Se considera que, a corto plazo, Rusia presenta un desafío agudo con la guerra de Ucrania, mientras que a medio y largo plazo el desafío más relevante es el que plantea China Share on X