En una frase, Ron DeSantis es “Donald Trump con cerebro y sin todo el drama”. Así describía el gobernador del estado de Florida en el conocido rotativo británico Financial Times.
Ron DeSantis gobierna Florida, uno de los estados más prósperos de Estados Unidos, desde 2019. Miembro del partido republicano de 44 años de edad, DeSantis es una estrella emergente en el panorama político del país.
Tanto que muchos consideran que si, como las encuestas apuntan, se lleva una cómoda reelección al frente de su estado el próximo 8 de noviembre, podría empezar a hacer sombra en serio a Donald Trump.
El expresidente ha logrado hasta ahora mantenerse como la figura política de referencia de los republicanos a pesar de las polémicas sin fin y de los cargos presentados en su contra.
Ron DeSantis tiene títulos universitarios de Yale y Harvard, dos de las universidades más prestigiosas del país, y cuenta además con una memoria que muchos califican de «fotográfica». Antiguo atleta y veterano de las fuerzas armadas, DeSantis muestra una energía prácticamente sin límites que debe hacer morir de envidia al actual presidente Joe Biden.
DeSantis empezó a ser conocido en todo Estados Unidos cuando Florida desplegó una respuesta diferente ante la pandemia de Covid, haciéndose todo un héroe a ojos de los conservadores. Desde entonces, sus apariciones alternan una gestión muy cuidadosa y profesional con altas dosis ideológicas en materia de inmigración y de la guerra cultural lanzada por la ideología woke .
De hecho, DeSantis no dudó en cortar Disney cuyos beneficios fiscales gozaba en Florida después de que la dirección de la empresa se posicionara en contra de la legislación del estado sobre la educación LGBTI en las escuelas.
Paradójicamente, el primer obstáculo que se presentaría ante DeSantis en su hipotética carrera hacia la presidencia es precisamente el hombre que más contribuyó inicialmente a su fama: el expresidente Donald Trump.
De hecho, DeSantis se ha mostrado en muy poco tiempo tan reconocido entre las filas del partido republicano como Trump.
Los dos hombres no podrían ser más diferentes y similares: allí donde Trump es impulsivo y visceral, DeSantis es un frío calculador. El primero creció en la opulencia, el segundo es un hombre de clase media que se ha hecho a sí mismo. Trump corre detrás de las faldas, DeSantis es conocido como un hombre de familia.
Sin duda, DeSantis no tiene el carisma de Trump, y sus discursos no inflaman a las masas, pero dispone de otras cartas. En primer lugar, el hecho de gozar de la reputación de fidelidad hacia su esposa. Para los donadores, adherencia a los valores clave del conservadurismo: Dios (es católico), patria y familia. Y hacia los mercados, la garantía de una persona competente y predecible, con unos principios claros: impuestos bajos, gobierno pequeño.
Algo que podría pasar factura a DeSantis es su círculo social, particularmente limitado. Según afirma la gente que le conoce, tiene pocos amigos más allá de su familia y se le conoce por ser solitario.
Sin embargo, DeSantis espera compensar estas carencias con su extraordinaria capacidad de trabajo y capacidad para entender y hacer frente a fenómenos complejos, como el huracán que asoló Florida hace unas semanas o la crisis sanitaria del Covid.
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