Es el primer discurso sobre el Estado de la Unión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, después de haber cruzado el ecuador de su mandato de cinco años (2019-2024). Se trata de un ejercicio político inspirado en el tradicional “discurso anual sobre el estado de la Unión“ de Estados Unidos. La presidenta, como diversas Comisarias, se ha presentado vestida con los colores de la bandera ucraniana.
El ambiente en la Eurocámara ha sido de coraje, solidaridad y resistencia. La guerra de Ucrania y una atmósfera de cierta emergencia han sobrevolado los ánimos. Hacía un calor inusual en Estrasburgo.
La UE convive con un conflicto a gran escala por primera vez desde su fundación, la guerra de Ucrania, y se enfrenta a amenazas de desestabilización externas -procedentes del autócrata Putin y del auge de China- e internas, con un clima de descontento social y aumento de la ultraderecha. Sin embargo, a juicio del expresidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, miembro del Grupo Parlamentario Popular Europeo i de Forza Italia (Berlusconi), “no se trata de ultraderecha sino simplemente de derecha; sus diagnósticos pueden llegar a ser de sentido común, no así siempre sus soluciones; entrará probablemente en el próximo gobierno de coalición en Suecia, puede ganar dentro de pocos días en Italia y sigue creciendo, no lo perdamos de vista y no confundamos los términos“.
Von der Leyen ha instado al empuje, desde el principio de su discurso, así como a mantener la unidad. Su alocución ha sido enérgica. La guerra de Ucrania ha ocupado el papel principal. Ha pronunciado su discurso ante una invitada de honor, Olena Zelenska, la esposa del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, con la que la presidenta viajaría otra vez, al día siguiente, a Ucrania, a la que ha calificado de “nación de héroes“. Úrsula se ha dirigido a Zelenska con estas palabras: “Querida Olena, hace falta tener un valor inmenso para resistir a la crueldad de Putin; con nuestro valor y fuerza, Putin fracasará; Europa y Ucrania vencerán y prevalecerán“.
Von der Leyen, que se ha convertido ya en “la presidenta de las crisis “(pandemia y Ucrania), ha insistido en la necesidad de mantener una solidaridad “inquebrantable“ con Kiev. Ucrania ya es candidata a la UE y la presidenta ha subrayado el apoyo de 18.000 millones de euros que la UE ha aportado para mantener el país a flote. Esto ocurre en un momento en el que Kiev aguarda más apoyo occidental con una contraofensiva exitosa con la que ha logrado expulsar a las fuerzas rusas de partes estratégicas de la franja oriental del país (Donbas). La presidenta también ha manifestado que “las sanciones contra Rusia funcionan“, y que ya están afectando no solo a la capacidad de mantener la guerra del Kremlin, sino también a su industria.
La energía ha pasado a ocupar después la parte central de su discurso. El año pasado no hizo referencia a energía. Sin embargo, hoy domina no solo las líneas de una nueva política comunitaria, sino también el pensamiento de muchos hogares europeos.
Mientras que de la pandemia se ha desprendido la necesidad de una política sanitaria europea común, la invasión rusa de Ucrania ha demostrado la necesidad de una política común europea en materia de energía (entre otras, principalmente exteriores y defensa). Putin está actuando, sin proponérselo, como “federador“ de Europa, cuando lo que realmente pretende es desmembrar y debilitar la UE.
Von der Leyen ha insistido en su propuesta de gravar a las empresas energéticas con unos impuestos que recaudarían más de 140.000 millones de euros (117.000 de las llamadas “inframarginales “, como las renovables, y 25.000 millones de las petroleras y gasistas). “En estos momentos, los beneficios deben compartirse y canalizarse hacia quienes más lo necesitan“. Se ha referido a un impuesto del 33% sobre los beneficios extraordinarios de las compañías de combustibles sólidos (petróleo, gas, carbón y refinería) y a establecer un máximo de 180 euros sobre el megavatio hora de electricidad generada por las renovables o las nucleares.
Una política común de energía aparece hoy absolutamente necesaria. La estrategia del Kremlin es que Europa, para evitar un alzamiento social, presione para poner fin a la guerra de Ucrania. Rusia ya ha cerrado el Nord Stream 1 y ahora solamente queda el Turkstream. El gas ruso ha pasado de representar el 40% del consumo europeo el año pasado al 9% actual. Las reservas de gas están a más del 80%, pero el consumo dependerá del rigor del invierno que viene. La UE pretende proteger a sus consumidores. Alemania lo hace con un paquete de 65.000 millones de euros, que junto con otras ayudas llega a los 95.000 millones. Francia lo hace con 64.000 millones, Italia con 52.000 millones. Los ministros de energía de la UE se han reunido recientemente y han pedido a la Comisión Europea que concrete las cinco medidas de choque que han propuesto: un plan de ahorro de electricidad, un tope a los ingresos de las renovables y nucleares en la producción de electricidad, un impuesto a las empresas petrolíferas y de gas por sus beneficios extraordinarios, un límite al precio del gas que se paga a Rusia y solucionar los problemas de liquidez de las empresas que intenten cubrir las oscilaciones de los precios de la energía utilizando el mercado de futuros.
En tercer lugar, Von der Leyen ha declarado que la UE aspira a menos dependencia en materias primas estratégicas, principalmente procedentes de Rusia y China. La dependencia del gas de Rusia es el epicentro de la grave crisis que afronta la UE. El dominio de China en el procesamiento de recursos estratégicos, como las “tierras raras“, puede ser el detonante de la siguiente gran convulsión. “El litio y las tierras raras pronto serán más importantes que el petróleo y el gas”.
Los líderes ruso Putin y chino Xi Jinping se verán precisamente los próximos días en Samarcanda, con motivo de la reunión de la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái), una organización intergubernamental fundada en 2001, de nueve miembros (China, India, Irán, Kazajistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán), tres observadores (Afganistán, Bielorrusia, Mongolia) y ocho socios de diálogo (Arabia Saudita, Azerbaiyán, Armenia, Camboya, Egipto, Turquía Sri Lanka). La OCS es considerada un contrapeso a la OTAN.
La Comisión Europea pretende impulsar la aprobación de “una ley europea de materias primas fundamentales“ y la creación de “un fondo para la soberanía europea“ que establezca el marco legislativo y una plataforma de inversión común que conduzcan al bloque hacia una mayor autonomía en estos productos (tierras raras, litio, etc.) considerados de gran trascendencia estratégica.
“Nuestra demanda de tierras raras se multiplicará por cinco de aquí a 2030, lo que es una buena señal porque muestra el ritmo al que avanza el Pacto Verde (Green Deal), con un despliegue que necesita precisamente este tipo de materias”.
A juicio de los expertos, UDL, siglas por las que se acostumbra a referir a la presidenta en los pasillos de Bruselas, se está convirtiendo en una gran presidenta de la Comisión Europea que puede hacer historia, como los más grandes, por la manera como está reaccionando a las diversas crisis que se le han presentado hasta ahora en su mandato.
Por su parte, el Alto Representante para asuntos exteriores y defensa, Josep Borrell -recién llegado de Mozambique y a punto de volar a Nueva York para asistir a la Asamblea anual de la ONU- ha pronunciado unas declaraciones en Estrasburgo sobre la guerra de Ucrania y sus últimas noticias. Con relación a la reciente y exitosa contraofensiva ucraniana en el Donbas, ha declarado que “los rusos han salido corriendo y abandonando todo su material; eso ha cogido por sorpresa a todos; se ha roto el frente y en la guerra recomponer un frente roto es complicado; pero no se pueden echar las campanas al vuelo“. Ha añadido que “Putin está irritado, frustrado, con sus militares y con ganas de revancha por la humillación, así que hay que esperar una respuesta brutal de Rusia, pero no en el frente, sino en centros estratégicos, en bombardeos indiscriminados”.
Sobre las perspectivas de futuro ha declarado que “si Occidente sigue manteniendo su apoyo, puede hacer mucho daño a Rusia; hay que mantener el esfuerzo y no vale flaquear; la tentación de abandonar está en parte en la sociedad europea, eso es justo lo que pretende Putin; las sanciones a Rusia van a hacer mucho daño y la economía rusa va a retroceder años“.
Borrell ha insistido que “no es momento de flaquear; los ucranianos no pararán hasta que los rusos reconozcan su responsabilidad; se ven fuertes y creen que con ayuda pueden ganar esta guerra; sobre todo piensan que es vital que Putin no la gane, porqué nadie sabe lo que podría venir después“.
El ambiente en la Eurocámara ha sido de coraje, solidaridad y resistencia. La guerra de Ucrania y una atmósfera de cierta emergencia han sobrevolado los ánimos Share on X