El uso partidista de los recursos municipales que hace Ada Colau no tiene límite. El escándalo ha estallado con motivo del espectáculo musical Orgullosa 28J organizado y pagado por el Ayuntamiento de Barcelona, en Montjuïc, con motivo de la celebración del orgullo LGBTI (+), que reunía a una serie de artistas y que gozaba de la característica de que la entrada era gratuita. Así se garantizaba que la afluencia de público fuera muy grande, porque es absolutamente frecuente (o infrecuente) gangas de este tipo.
De hecho, esta celebración gay, lésbica y transexual pagada de nuestros bolsillos y totalmente gratuita es la única celebración con esta característica de gratuidad que ha habido a parte de las que se realizan durante las fiestas de la Mercè. Esto solo da ya una idea de la singularidad del hecho.
La primera cuestión que se puede formular es por qué la bandera LGBTI goza de estos privilegios económicos, cuando muchos otros colectivos más necesitados son objeto de desatención o desidia. Basta con comparar el gasto realizado con lo que sucedió hace pocos días en el hospital de campaña de la Iglesia de Santa Ana. Recordémoslo: La parroquia rechazó los 3.000 euros aprobados por el Ayuntamiento, que representaban el 5% del presupuesto necesario para atender a las familias sin recursos. De hecho, la ayuda a Santa Ana ha ido decreciendo en el tiempo. Fue de 7.000 euros en el 2020, de 5.000 en el 2021 y de 3.000 ahora, aunque es evidente que Santa Anna atiende todos los días desde la hora del desayuno a cientos sin techo, a quienes acoge, alimenta, ayuda y acompaña. Pero, como no pertenecen a los colectivos lésbicos, ni gays, ni transexuales ni bisexuales, no son dignos de la atención municipal.
La pobreza se ha disparado en Barcelona como en los peores momentos de la crisis, pero el Ayuntamiento dedica dinero a grandes celebraciones como esta del orgullo gay. Todo esto ya es suficiente para censurar la impudicia de Ada Colau. Pero la cuestión es aún más grave, por el protagonismo electoralista que tuvo el evento.
Como Joan Clos en su período ya decadente, Colau no pudo resistir la tentación de salir al escenario de la fiesta bailando como si fuera una artista, algo que en determinado sentido sí lo es. Tan motivada estaba que 20 Minutos titulaba «Ada Colau lo da todo sobre el escenario junto a Samantha Hudson». Recordemos que Clos también se dejó llevar por la euforia del baile en el sambodrom del paseo de Gràcia cuando celebró la Carnavalona, y apremiado por una camiseta que le iba pequeña, se dedicó a bailar subido sobre el vehículo de Carlinhos Brown.
Por si fuera poco vincular estrechamente el espectáculo gratuito a la alcaldesa, la principal artista invitada, la no binaria según propia declaración, de nombre real Ivan González Ranedo, que saltó a la fama en el 2015 con su videoclip “Maricón ”, Samantha Hudson pidió, ante la alegría de Colau, el voto para la alcaldesa en las futuras elecciones, en razón de quienes la apoyan.
Es una evidencia clamorosa de cuáles son las prioridades del Ayuntamiento que nada tienen que ver con la mayoría de necesidades de la gente de Barcelona. Como en el período de Clos, la fiesta ocupa un lugar importante, pero al menos en ese caso iba ligada a una obra que quería ser emblemática, el Fórum de las Culturas. Ahora todo gira en torno al culto a la personalidad de Colau. Y todo esto ocurre cuando el Instituto de Estudios Regionales y metropolitanos de Barcelona ha constatado que vivir en Barcelona es un 21% más caro que en el conjunto de España y, por tanto, el destrozo de la inflación sobre la renta de las personas se multiplica también por ese factor.
El caso más extremo de pobreza que vive la ciudad se registra en las 4.737 personas sin hogar que ha contabilizado la Fundació Arrels. De éstas, 1.064 duermen en la calle, 2.808 pasan la noche en albergues y 865 viven en chabolas, como en tiempos que parecían propios de un desgraciado pasado.
No hay dinero para ayudar a la pobreza que atiende la parroquia de Santa Ana. No hay dinero para afrontar realmente estas casi 5.000 personas que no tienen un sitio mínimamente digno donde descansar por la noche. Pero sí que existen para celebrar espectáculos masivos con motivo del día del Orgullo Gay con protagonistas que comparten el escenario, como Ada Colau y la no binaria Samantha Hudson. ¿Cuánto tiempo más Barcelona debe seguir dirigida por estos personajes?