Bien, algunas diferencias son evidentes. Trump es un hombre, Lastra una mujer, con perdón de la perspectiva de género. Uno ha sido presidente de EEUU y el otro no ha pasado de dirigir el aparato del PSOE, pero sucede que tienen un importante punto de contacto político: Ambos se niegan a aceptar los resultados electorales.
Ahora podemos seguir en vivo y en directo la comisión del Congreso que está indagando el asalto al Capitolio. Un trabajo necesario para salvaguardar la democracia, pero que tendría muchas más garantías de rigor si los demócratas no hubiesen concebido la presentación de los resultados de la comisión como un espectáculo prime time de televisión en el sentido más literal del término, porque se emite en horas de máxima audiencia y se ha contratado a un reconocido realizador de televisión para definir el formato y dirigir el ritmo del relato, algo no muy acorde con la dignidad y medida que en teoría debe tener una comisión parlamentaria.
En todo caso, lo que sobrevuela la cuestión es si Trump instó directamente a que sus partidarios asaltaran el Capitolio. Éste es el punto crucial que los demócratas buscan formalizar y convencer a la población, porque constituiría una barrera infranqueable a la presentación de la candidatura de Trump. Mientras, parece que su efecto sobre los partidarios republicanos es muy escaso porque en las primarias que preparan las elecciones del Congreso y Senado de noviembre, los candidatos de Trump se están imponiendo claramente.
¿Y que tiene que ver esta cuestión con Adriana Lastra? Pues que predica lo mismo que Trump antes de las elecciones que perdió. Concretamente, el pasado martes advirtió de que podrían volver a producirse las algaradas en la calle si Juan Espadas, el candidato socialista, salía derrotado este domingo. Lo dijo en Cádiz “no tener que salir el lunes como hace 4 años cuando se supo el resultado electoral y hubo una convulsión en Andalucía”. Una convulsión que ha llevado a que Moreno, el presidente del PP, tenga ahora todas las previsiones demoscópicas a su favor para ganar claramente.
Con lo que amenaza Lastra es con las manifestaciones que se produjeron en el 2019 cuando se iba a investir a Juan Manuel Moreno como presidente de la Junta tras alcanzar el acuerdo con Cs y disponer del apoyo externo de Vox. En ese momento el aliado y ministro Pablo Iglesias declaró “una alerta antifascista” y el PSOE movió autobuses para concentrar, eso sí, no a mucha gente, 3.000 personas con actitud amenazadora en torno al parlamento autonómico. Lastra ha enfatizado este hecho y la amenaza con el discurso político propio de hoy en día «me emocionaba ver a las mujeres salir por cientos en las calles a decirle a la derecha que no iban a permitir un paso atrás».
No es posible en una democracia, que se quiera respetuosa de los derechos de todos, amenazar con manifestarse si los resultados son contrarios a tus intereses. Y no hay ninguna razón para demonizar a un partido con una fuerte representación parlamentaria, como es Vox que asume la Constitución, menos aún si además son aliados del gobierno partidos que rechazan la carta doctrinal de una manera plena, como es el caso de ERC y HB Bildu.