España se ha convertido en el foco en el mundo occidental de la viruela del mono, con 67 casos sospechosos distribuidos entre 10 comunidades autónomas, de las cuales la mayoría están en Madrid, que es la única que presenta confirmados, en concreto 36. También ofrecen casos sospechosos Andalucía con 5, de los cuales 4 son de Málaga y 1 de Granada, 2 en Canarias y otros 2 en Cataluña. En el caso de Canarias existe la hipótesis de que esta comunidad haya sido el inicio de la propagación en una fiesta que se celebró y que después dio lugar al foco en Madrid, que tiene su origen en una sauna. De hecho, la mayor parte de los contagios producidos hasta ahora en Canarias y en Madrid se dan entre personas homosexuales.
También existe un caso sospechoso en Extremadura, en Galicia con 3 hipotéticos afectados, y Aragón con 1 caso, así como en la Comunitat Valenciana. La cuestión más importante aquí es determinar si se ha producido una cadena de contagio o ya se produce transmisión local. Este segundo hecho sería más preocupante. Hoy mismo el Centro Europeo de Protección Contra las Enfermedades Infecciosas ha pedido que también se mantengan en cuarentena los animales de compañía de las personas que puedan afectarse por la enfermedad por considerar que pueden actuar como transmisores.
La viruela del mono es una enfermedad contagiosa propia de África de la que se conocen dos variantes, una más letal que la otra. Se trata de un virus descubierto en 1958 y con un primer caso en humanos detectado en 1970 en la República Democrática del Congo. Por tanto, es un virus bien conocido. Lo que nunca había pasado es que se extendiera tan rápido, aunque, repitámoslo, de momento el foco sustancial está en España.
Como es un virus de ADN, la capacidad de mutar es menor que los virus ARN, caso del coronavirus. Y, por tanto, si se contrae la enfermedad se alcanza una inmunidad durante mucho tiempo. Este hecho y la circunstancia de que la vacuna contra la viruela parece eficaz, hace que toda la población anterior a 1980 que fue vacunada contra este virus hasta su total liquidación presente algún tipo de inmunidad. Esto hace pensar a los especialistas que su progresión en Occidente será muy limitada. Cabe recordar que ya se produjeron casos en 2018 y 2019 en Reino Unido, Singapur e Israel. Toda la población mundial que ha sido vacunada contra la viruela, declarada erradicada en 1980, presenta una barrera. Esto significa que todos los mayores de 45 años son menos vulnerables al virus.
Por otra parte, su transmisión, que para ser eficaz requiere el contacto directo con la sangre, fluidos corporales, mucosas o lesiones cutáneas de los infectados, hace que su propagación sea difícil. No es descartable que también se transmita por contacto cercano ocasionado por las pequeñas gotas y secreciones respiratorias de una persona infectada, pero es mucho más improbable. La transmisión entre humanos es considerada como poco eficiente y, por tanto, no presenta riesgos de generar una epidemia.
Las dos variantes africanas, la de África Occidental y la Central, tienen una letalidad distinta. La primera se sitúa en torno al 1 y el 4% y la segunda puede llegar al 11%. Por los análisis realizados hasta ahora, la cepa que nos afecta es la procedente de África Occidental. En concreto, la letalidad media en África Occidental es del 3,6%, pero hay que subrayar en relación con la población de este país, que presenta niveles bajos de contaminación. Que la mortalidad sea mayor en niños, adultos, jóvenes y personas inmunodeprimidas contribuye a constatar el efecto disuasivo de la vacuna contra la viruela en las personas mayores.
Como provoca lesiones cutáneas, su detección inicial resulta más fácil que otras enfermedades contagiosas. Los síntomas son fiebre, dolor de cabeza intenso, inflamación de los ganglios linfáticos, dolor de espalda, dolores musculares y decaimiento. Del primer al tercer día de aparecer la fiebre surge la erupción cutánea, que afecta principalmente a la cara, manos y plantas de los pies. También puede incidir en los genitales, las conjuntivas y la córnea.
Hay que decir que tenemos vacunas efectivas contra la viruela de segunda y tercera generación que son eficaces contra esta variante y también se dispone de tratamientos antivirales efectivos como Cidofovir y Brincidofovir, de los que se tiene experiencias en estudios in vitro y en animales. También parece responder bien al Tecovirimat. Por tanto, a pesar de su extensión actual y las prevenciones que se puedan tomar en control de los afectados, por lo que se conoce hasta hoy en día, la viruela del mono está muy lejos de constituir un problema como el que está representando la covid. En cualquier caso, eso sí, es una nueva enfermedad contagiosa que si no se toman las medidas adecuadas puede acabar permaneciendo entre nosotros.