La guerra cultural divide la Iglesia en Alemania

La guerra cultural se ha adueñado de la Iglesia católica en Alemania. El «camino sinodal», Synodaler Weg, ha generado una auténtica batalla intraeclesial, con mucha tensión y también juego sucio. Un verdadero motivo de escándalo para los fieles de ese país y de toda la Iglesia. Los promotores del Sínodo han querido que éste tomara empuje utilizando a su favor la indignación popular por los casos de pederastia. En este sentido, el Sínodo se presenta como una respuesta a los casos de pederastia. La tesis de sus  promotores es que estos casos son atribuibles al carácter restrictivo de la moral sexual católica, y que la solución pasa por superar las normas existentes en el evangelio, en la tradición y en la doctrina de la Iglesia, y ampliar todo lo que haga falta la libertad sexual.

Evidentemente, ésta no es la posición de Roma. El Concilio Vaticano II subrayó la comprensión personalista del matrimonio, en la que el amor pasa a ocupar un lugar protagonista en la relación conyugal. Ante la revolución sexual de los años sesenta del siglo pasado, Pablo VI en la Humanae Vitae desarrolló las bases conciliares de Gaudium et Spes, advirtiendo proféticamente de las consecuencias de la barra libre sexual y del hecho de desvincular amor conyugal, acto sexual y procreación. Juan Pablo II elaboró una magnífica y extensa catequesis del amor humano, una obra desgraciadamente poco utilizada en la educación de niños y jóvenes por sacerdotes, catequistas, madres, padres y educadores católicos. Benedicto XVI proclamó que “sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente.”. Y añadió que “el eros necesita disciplina y purificación para dar a la persona, no el placer de un instante, sino una manera de hacerle pregustar, de alguna forma, lo más elevado de su existencia, esa felicidad a la que tiende todo nuestro ser.”

Los sectores católicos situados aún bajo la larga sombra del mayo del 68 pensaron que con Francisco había llegado la hora de aplicar la revolución sexual en la Iglesia. En el conjunto del catolicismo no son muchos, pero hacen mucho ruido. Carecen de referentes teológicos y culturales de peso (en Alemania los cardenales Kasper y Müller se han desmarcado claramente del Synodaler Weg), pero tienen a su favor la mentalidad hedonista de nuestro tiempo y la complicidad de los poderes mundiales que quieren vencer la resistencia católica a la ideología de género y a la dictadura del relativismo.

Obviamente, Francisco no ha satisfecho las expectativas de estos católicos que quieren que la Iglesia se adapte al pansexualismo posmoderno. Y en Alemania estos grupos se han hecho fuertes en una parte importante del episcopado y han decidido aprovechar, de forma ética e intelectualmente inadmisible, las corrientes turbias de la pederastia para desafiar a Roma con un nuevo cisma alemán. Los casos de pederastia en Alemania atribuidos a religiosos representan una ínfima parte del total, y el número de casos en la iglesia católica no es superior al de las iglesias reformadas que hace tiempo han asumido las tesis de la revolución sexual. Sin embargo, allí también todo el foco mediático y toda la presión se concentra en los sacerdotes católicos, y se pretende utilizar la pederastia para justificar la revisión de la moral sexual católica.

Los pre-cismáticos alemanes han tenido el cinismo de hacer el juego o implicarse directamente en la difusión de falsas acusaciones contra Benedicto XVI de tolerancia con los abusadores, cuando fue ese Papa quien empezó a tomar medidas serias contra éstos. No es honesto querer desprestigiar así a la autoridad papal, moral e intelectual de quienes consideran el principal representante de todo lo que querrían borrar de la Iglesia católica.

En respuesta al Synodaler Weg, más de 6.000 personalidades y miembros de la iglesia católica alemana han firmado el documento “Nuevo Comienzo! Manifiesto de la reforma”, que intento resumir en lo que queda de artículo. El manifiesto parte de la necesidad de una reforma fundamental de la Iglesia, que sólo puede empezar con la conversión y renovación espiritual y el redescubrimiento del Evangelio. Por eso considera que “el camino sinodal se aleja de la verdadera reforma, al centrarse en la estructura externa y perder de vista el foco de la crisis, vulnerando la paz en las congregaciones y abandonando el camino de la unidad con la Iglesia universal”. Concluye que «daña a la Iglesia en la esencia de la fe y eso supone un cisma.»

Cita a Dietrich Bonhoeffer: «La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia». Al cardenal Lehmann: «La Iglesia no puede comportarse como una empresa que cambia su oferta cuando la demanda disminuye.» Y al Papa Francisco en su “Carta al pueblo de Dios que peregrina a Alemania”: “la Iglesia no puede comportarse como si fuera un partido político. Pero, la mayoría, la minoría, ¿qué piensa de esto, de aquello, de lo otro… Me pregunto: ¿Dónde está el Espíritu Santo? ¿Dónde está la oración? ¿Dónde está el amor comunitario? ¿Dónde está la Eucaristía?”.

Acerca de las mujeres, afirma que “el carisma de las mujeres en la Iglesia debe ser reconocido aún más profundamente. Pero es absurdo ver la asignación del ministerio sacerdotal a los hombres como una discriminación contra las mujeres.”

Sobre el sacramento del matrimonio afirma que es el pacto de una mujer y un hombre con Dios y el signo incomparable de la salvación de la fidelidad de Dios en su pueblo. Este signo no debe colocarse nunca en la misma línea que las uniones puramente humanas de cualquier tipo. Y en relación con la bendición de las parejas del mismo sexo, critica a quienes tienden a propagar “un derecho al placer de todos”, que esconde la complementariedad de los sexos en el orden creado por Dios y socava la normatividad del matrimonio.

Por último, sobre los abusos, el manifiesto reclama transparencia para tratar las faltas del pasado y la prevención para el futuro. «Pero nos oponemos al abuso con el abuso». Y concluye: «El esclarecimiento de los abusos se convirtió en una guerra de poder que, en realidad, era sobre las reclamaciones de una agenda eclesiástica liberal».

Publicado en el Diari de Girona, 11 de abril de 2022

Los sectores católicos situados aún bajo la larga sombra del mayo del 68 pensaron que con Francisco había llegado la hora de aplicar la revolución sexual en la Iglesia. Share on X

 

Print Friendly, PDF & Email

Entrades relacionades

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.