Las informaciones que van sucediéndose, indican que ahora sí parece que cuajará un nuevo partido que tendrá como impulsores el PDeCAT, la Liga, Lliures y Convergents, porque el PNC, que en principio participaba de esta convergencia, se ha apartado. En enero habrá una primera presentación que permitirá conocer el nombre del nuevo instrumento político y sería ya hacia febrero, o incluso principios de marzo, cuando se produciría el congreso constituyente.
Es una incógnita saber cómo se articulará el nuevo partido que impulsan los cuatro partidos, pero que no se disuelven en la nueva formación y mantienen su especificidad como organizaciones con vida propia. La singularidad radica en que la nueva organización no será una confluencia de partidos, sino que se pertenecerá a ella a título personal, lo que significa en principio que existirá la doble militancia por parte de aquellos que proceden de las organizaciones impulsoras, mientras que los nuevos afiliados sólo tendrán, como es lógico, la adscripción a la nueva formación.
Es una fórmula que nunca se ha probado y que, a reservas de mayores detalles por parte de los promotores, resulta inicialmente compleja de gestionar. Recordemos que en su inicio cuando se fundó CDC, durante todo un primer tramo de su recorrido, se configuró como un movimiento que se definía como una «federación de grupos y personas». Es decir, las organizaciones fundadoras como UDC o GASC (Grupos de Acción al Servicio de Cataluña) de Jordi Pujol, formaban parte del movimiento. No será el caso del nuevo partido, sólo integrado por personas.
Sin embargo, no es éste el único interrogante que desvela la operación. Porque hay otro. En los textos y declaraciones iniciales lo que se presenta como alternativa lo hace al mismo tiempo como partido pronunciadamente liberal. La cuestión es si esta estricta orientación política, que tiene significados muy concretos, no restringe la posibilidad de construir una alternativa amplia a un independentismo y a una izquierda claramente polimorfas en su planteamiento.
Cabe recordar que en Cataluña la bandera liberal con el primer precedente durante la transición de un destacado prohombre y reconocido economista, Ramon Trias Fargas, nunca ha tenido ningún predicamento electoral. La izquierda democrática y el nombre de Trias Fargas se integró en la Convergencia de Jordi Pujol, junto a los demócratas cristianos de UDC, los pujolistas y los grupos procedentes del catolicismo social aglutinados en torno al que después sería el obispo Joan Carrera. La Lliga que intentó reavivar el empresario Figueres, también levantó la bandera liberal sin resultado alguno, para no referir la experiencia de Lliures, mucho más reciente.
Al inicio de la tercera década del siglo XXI el liberalismo y la ideología política, ya ha manifestado sobradamente sus limitaciones. En lo que tenía de positivo y a ha sido absorbida por la mayoría de opciones políticas y en lo más específico, cuadra mal con las respuestas necesarias a un modelo y una sociedad en crisis.
Liberalismo no es igual a libertad, porque ésta no queda adscrita a una sola ideología. Un planteamiento de este tipo liquidaría todo principio de concurrencia democrática, sería en definitiva poco liberal. Por otra parte, el propio concepto de libertad es también polimorfo. ¿Qué significa? Que lo importante es que haya muchas opciones, como en el supermercado o las cadenas de televisión, o procurar que las opciones de las que dispone la sociedad sean buenas.
En definitiva, hay dos tipos de liberalismo, el más extendido y el que parece apuntar la nueva alternativa, y el llamado liberalismo perfeccionista que incorpora consideraciones sobre lo que es el bien, lo valioso, lo necesario, previas a toda solución procedimental.
En Cataluña la bandera liberal con el primer precedente durante la transición de un destacado prohombre y reconocido economista, Ramon Trias Fargas, nunca ha tenido ningún predicamento electoral Share on X