Una nueva moda se ha puesto en uso: la de plantar a los empresarios si no les resultan complacientes a los respectivos presidentes. Sánchez lo ha hecho en la clausura del Congreso de la Empresa Familiar. Pese a la lógica invitación y las reiteradas peticiones, Sánchez no acudió a la cita y lo que aún es más remarcable no lo hizo ningún miembro de su gobierno. Es la primera vez que esto sucede.
Los organizadores quisieron dejar claro que no fue un problema de agenda porque propusieron la máxima flexibilidad horaria para que pudiera acudir, pero no fue así. En realidad ya no acudió el año pasado, pero sí acudió un ministro, como mal menor. En esta ocasión, ni eso.
La razón tiene su origen en el 2018, la primera vez que Pedro Sánchez acudió a este foro y no fue aplaudido por la concurrencia. La represalia desde entonces se ha mantenido y ha ido en aumento. Parece mentira que un presidente del gobierno, que nos representa a todos en las actuaciones, sea capaz de actuar de esta forma con la gran empresa familiar, que tiene características muy interesantes. Son empresarios que se juegan su propio dinero en el negocio. Sus bienes dependen de la marcha de la empresa y, por otra parte, son organizaciones que tienen una gran capacidad de generar empleo. Agrupan algunas de las más emblemáticas y de buena gestión como Mercadona, por los Roig, o el grupo Puig, por citar algunas. Pero todo esto al poder político no parece importarle.
Y en el hilo de esta moda, aparece Pere Aragonés que, en contra de lo que se esperaba de él, está teniendo un inicio de gobierno absolutamente decepcionante, demostrando que su visión política es de vuelo gallináceo.
En esta ocasión ha decidido que no acudiría a la cumbre de empresarios de Cataluña, Aragón, Islas Baleares y Comunidad Valenciana, que se reúne en Zaragoza. Las organizaciones convocantes son la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana, la CEOE de Aragón, Fomento del Trabajo y la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares. Podríamos pensar que quizás considera que una reunión empresarial de este nivel es demasiado de derechas, pero es que acuden los presidentes de las otras tres comunidades, que se da la circunstancia de que están gobernados por socialistas en coalición con otros partidos de izquierda.
Aragonés debería explicar por qué no le interesa hacerse presente en un ámbito en el que tenemos importantes intereses. En primer término, económicos, puesto que, por ejemplo, la Comunitat Valenciana es el primer cliente de Cataluña y a la inversa. Después, porque en la mayor parte de este territorio tenemos un vínculo de lengua y cultura que se ve objetivamente reforzado en el momento en que los vínculos económicos se estrechan y se genera comunidad. Y en tercer lugar porque es evidente que todo este territorio, más Aquitania, Rosellón y Cerdeña constituyen una gran región económica transfronteriza, que Cataluña debería tener la voluntad de liderar para que Barcelona fuera la capital. Pero nada de eso parece interesar a Pere Aragonès ni a ERC.