Por desgracia Andreu Mas-Colell ha vuelto a ser uno de los nombres de moda en estos últimos e informativamente intensos días. Desde las investigaciones iniciadas por el Tribunal de Cuentas, denunciadas públicamente por su hijo, por el grado de visibilidad internacional de la persona se han ido derivando múltiples reacciones, primero de estupefacción, después de defensa del personaje ante unas acusaciones de malversación y de unas tremendas propuestas de resarcimiento y sanción monetarias. Hoy mismo, segundo día del verano oficial, un grupo muy numerosa de reconocidos economistas colegas mundiales lo hacen patente.
No es que Mas-Colell, como persona represaliada por las actuaciones estatales en contra del procés, merezca un tratamiento diferente de atención y de defensa respecto a los procesados, exiliados, investigados o simplemente maltratados. Seguro que él no lo querría. Pero su caso pone desgraciadamente de manifiesto de forma reiterada, que el teórico funcionamiento de los mecanismos con los que el Estado se dota para hacer el trabajo que entre todos le hemos otorgado para que lo haga, no acaba de ir bien. Ahora, el Tribunal de Cuentas, parece que también tiene algo que decir sobre posibles utilizaciones impropias de recursos públicos, con tantos interventores, auditores y jueces que ya hay.
He tenido la suerte de poder colaborar con Mas-Colell cuando era consejero de Universidades y reconozco que por esta razón estoy un poco más dolido por la actuación del Tribunal de Cuentas. Fue en ocasión de la puesta en marcha de las infraestructuras de investigación en Catalunya, una de las políticas públicas que en mi opinión más satisfecho se puede sentir nuestro país, y he podido experimentar en directo su manera de hacer las cosas. Ya es de admirar que una persona que viene de la excelencia académica quiera prestar sus capacidades a la siempre imperfecta política (y economía!) aplicada, donde los modelos sólo son referencias y las situaciones subóptimas constantes. Entre otras cosas, también tuvo que gestionar los recortes y la insuficiente financiación cuando fue consejero de Economía.
Cuesta ver a una persona así encausada en un proceso de control y de castigo aparentemente imparcial e impersonal por el caso que unas conferencias o gestiones públicas en el extranjero estaban o no en línea de las actividades financiables por los presupuestos públicos. Me cuesta verlo a él, y también a Rigau, Mas y Ortega, y a todos los perseguidos patrimonialmente en este dichoso proceso represivo.
Del Tribunal de Cuentas sabía poco. Lo reconozco con pena y con autocrítica: me he formado todo lo que he sabido en economía y he dedicado una parte importante de mi vida profesional a la gestión pública, pero no había oído hablar mucho de este tribunal. Y ahora, que ya he intentado compensar mi ignorancia, concluyo lo que me ha pasado desgraciadamente con muchos organismos del Estado como la administración de justicia, los garantes del orden público, la monarquía, y algunos otros. Puedo ver que están bien pensados, bien «ordenados», tal vez incluso mejor dotados, pero con un funcionamiento demasiado mediocre.
Como ciudadano me siento estafado, ahora también por el Tribunal de Cuentas.
Mira que se ha despilfarrado en recursos públicos, por acción o por omisión, en proyectos holgados o de escasa prioridad (aeropuertos, AVE, ferias, eventos, …), y de este tribunal no habíamos oído hablar. Todo me deja muy perplejo. Estoy convencido de que Mas-Colell no ha malversado dinero público, y que la agenda con la que trabaja el Tribunal de Cuentas responde a la estrategia de represión sistematizada diseñada por la cúpula del último Gobierno Rajoy para escarmentar los llamados líderes independentistas. Tal vez la música que se está poniendo estos días en la letra de los indultos es el preludio de un replanteamiento represivo.
Mas-Colell ha sido siempre un tenaz defensor de la buena gestión del sector público, sobre todo de su eficiencia, y lo ha llevado a cabo siempre que ha tenido el poder de hacerlo. Precisamente este fue uno de los factores clave en el éxito de la gestión de la actividad investigadora. Justamente volvía sobre este asunto un artículo reciente en el diari Ara, con ocasión de su participación en las recientes jornadas del Círculo de Economía.
No, una actuación abierta, honesta y sabía de una persona tan sensata como Mas-Colell no se merece quedar embadurnada por una actuación sesgada de una institución poco transparente.